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Valverde y los ‘hijos’ de Cruyff

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Sandro Rosell ha vuelto a poner patas arriba al Barcelona. De césped hacia afuera, claro, porque este gran equipo no tiene pinta de dimitir. Y de nuevo, como cada vez que se mueve el sillón presidencial, la sombra de Cruyff planea para volver al honorífico lugar del que nunca debió salir. Su importancia no ha disminuido con el tiempo. El mito va camino de leyenda. Repasando su obra, es de entender. Como jugador marcó una época. Y como entrenador cambió la mentalidad general e inculcó el fútbol moderno que hoy busca la excelencia en el Camp Nou. Sin embargo, su aportación más importante, por compleja y masiva, se ve en la capacidad de contagio que tuvieron sus métodos en sus plantillas. Hasta 37 de los jugadores que pasaron por sus manos en el Barça fueron después técnicos. Su librillo les animó. Era casi el evangelio.

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La llegada de Cruyff al banquillo del Barça en la temporada 1988-89 supuso una revolución. Quizás por eso, 11 futbolistas de aquella plantilla se animaron después a entrenar y otros tres a coordinar (Amor, Begiristain y Zubizarreta). De una plantilla de 24, más de la mitad cambió el balón por la pizarra. Todo un logro. Casi una proeza. Alesanko, Bakero, el Lobo Carrasco, Eusebio, Serer, Milla, Roberto, Roura, Sergi, Unzue y Valverde quedaron prendados con su filosofía. Así lo explicaba hace poco en ‘El País’ Roberto, fino centrocampista y luego preparador del Mestalla, Córdoba, Orihuela y Alzira: “Johan cambió la historia del fútbol. Por su alegría para transformar el fútbol moderno de ataque”. El resto, integrado por aquellos que prefirieron otra profesión tras su retirada, era minoría. Romerito, por ejemplo, prefirió cantar rock y disertar sobre política.

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Una influencia tan evidente jamás se ha vuelto a repetir. Por comparar, y sin ánimo de molestar, entiendan que el gran Madrid de aquella temporada 88-89 dirigido por Leo Beenhakker dio bastantes menos técnicos: Buyo, Hugo Sánchez, Camacho, Maqueda, Míchel y Schuster. Porque Butragueño no se sabe bien qué es. En Barcelona se estaba gestando una escuela difícil de entender y copiar fuera. Por eso 46 jugadores del Barça han sido entrenadores desde 1988 (26 en el Madrid). La semilla de Cruyff germinó con una fuerza insuperable en los ocho años en las que dirigió al Barça. Sus discípulos van desde Guardiola a Koeman pasando por Stoitchov. La prueba es que desde que el Flaco se apartó en 1996, apenas media docena de nuevos futbolistas con los que él no coincidió se decidieron a empezar una etapa en el banquillo. Igual Robson, Serra Ferrer o Antic ya no contagiaban tanto. Únicamente Blanc, Pizzi, los de Boer, Pellegrini, Kluivert, Cocu, Litmanen y Gerard se animaron a entrenar. Casi tan pocos dieron un paso al frente como en el Madrid contemporáneo a esas plantillas. Antes muchos querían ser Cruyff. Luego nadie impresionó hasta el punto de querer imitarle. Y ahora habrá que esperar a las próximas retiradas de nuestros internacionales para ver cuántos quieren ser como Del Bosque o Pep. Que los habrá.

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Lo mejor es que la descendencia del holandés sigue presente en la Liga. Y Valverde es su alumno más aventajado en España. Es el que mejores elogios acumula. Tiene al Athletic en Champions, hace dudar al Atlético en la Copa y amenaza al Madrid para el próximo partido de Liga en el invicto San Mamés. El ‘Txingurri’ (hormiga en euskera) es uno de los entrenadores de este campeonato. Quizás no sea coincidencia que Cruyff ya hablara maravillas de él en su libro ‘Mis futbolistas y yo’. Y eso que en los dos años en los que le dirigió tras ficharlo del Espanyol no pudo explotar por las lesiones (542 minutos y dos goles en Liga en la 88-89 y 640’ y seis goles en la 89-90): “Era un excelente delantero al que sólo le fallaba su mentalidad. Tenía calidad, pero no pudo ofrecer el rendimiento que le hubiera gustado. Las lesiones también influyeron. Era muy inteligente y siempre me transmitió su interés por el fútbol y por aprender. Como entrenador será de los más prometedores”.

Valverde quedó tocado por el 3-4-3 y sus variantes. Aprendió a observar como no había hecho antes. De ahí que ahora su mayor hobbie sea la fotografía, donde tan importante es mirar como inmortalizar. Estudió este arte en el Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya (IEFC). Tras pasar por Espanyol, Villarreal, Olympiacos y Valencia, Bilbao vuelve a sonreír gracias a su entrenador. Es el último gran servicio de Cruyff. La comodidad, su salud y el miedo crónico a ensuciar un currículum inmaculado han llevado a Johan al retiro indefinido para desesperación de sus fans. A preferir el golf y la crítica desde lo alto, allá en su púlpito. Bartomeu podría recuperarle para el palco pero nadie le convencerá ya para el pasto. Una lástima. Habrá que seguir disfrutando de su legado.