Esto de volver de las vacaciones, casi como nuevo, tiene estas cosas, que debutas con un gran partido, con un Ciudad Real-Barcelona y con un título por medio. Y lo bueno es que el final del encuentro se levantan polémicas, y la remontada del Ciudad Real cuestiona la capacidad del Barcelona para especular con el marcador y el reloj. De una parte, hay quien se rasga las vestiduras porque Pasqui no pidió tiempo muerto cuando tenía 17 segundos de posesión para marcar y forzar la prórroga; de otra, hay quien recuerda la final de la Champions contra el Kiel, en la que el Barça se dejó el título en una segunda parte catastrófica y que nunca debió perder.
Pero en la crítica deportiva como en la ciencia las verdades son temporales, nunca absolutas, y no valen para todas las circunstancias. Y me explico. Un amigo mío entrenador, del que no voy a dar el nombre porque está a la espera de trabajo, y no quiero que la amistad conmigo sea un hándicap en su currículum, me explicaba un día que él preparaba en todos los entrenamientos jugadas especiales para posesiones al límite, y que sólo tenía que avisar a sus hombres el número de la jugada. E iba más lejos en su explicación: “Si pido tiempo para decidir algo que sabemos de memoria, le permito al entrenador rival recordarle a sus hombres lo que suelo hacer, con lo cual ellos se preparan y no tengo capacidad de sorpresa”.
Y mi amigo iba más lejos, y sostenía que él sólo pedía tiempo muerto en estos casos cuando sabía que con sus fuerzas era imposible rentabilizar nada: “Si no pido tiempo muerto y no marcamos, me criticarán; y si lo pido, es que no salió la jugada. Por tanto, hay veces en que interesa teatralizar la situación, más que nada por torear a los críticos”.
Ahora, con una llamada de un lector discutiendo a Pasqui, he recordado las reflexiones del filósofo de la vida que es mi amigo, que entiende de sobra a los aficionados. A lo mejor el entrenador del Barcelona no pidió ese tiempo muerto para poder sacar tajada en río revuelto, y le salió mal, pero tenía preparada la situación sin necesidad de oxigenar a un rival con un minuto de descanso en su lateral. Además, el juego del Barcelona pasa por poder armar un ataque en menos de 20 segundos…por tanto ya veremos a lo largo de la temporada si esa verdad temporal del error de Pasqui se confirma o se cae por su propio peso con otros acontecimientos que acaban con esta crítica puntual.
La otra afirmación generalizada, creo que se convierte en una verdad absoluta: el Barcelona no sabe especular con sus ventajas. El propio Pasqui lo reconoce…y ese sí es un error para un entrenador de un equipo grande. No, no puede ser que el Barça sólo tenga un ritmo. Por mucho que aspire a que sean los rivales los que se adapten a él, en ocasiones debe dominar todas las velocidades, rapidez, parsimonia, saber contemporizar cuando interesa o enloquecer un encuentro. En eso Pasqui no tiene defensa: le pasó frente al Kiel en la Final Four y aún no lo ha corregido. Los partidos que se ganan, se disfrutan; en los que se pierde, se aprende para no volver a llorarlos. Es como en la vida misma, y si repites los errores de manera contumaz, no hay amigo que te pueda defender. Allá tú, te dicen.