Empieza la Champions, la competición europea más española de la última década, y si no lo distorsiona el bombo en Viena, me da que el Barcelona y el Atlético de Madrid van a estar otra vez en Colonia, en la Final Four, que en Alemania se ha demostrado que es un éxito aunque a la final no accedan los equipos de la Bundesliga. Da un poco de envidia de que los germanos vayan a la cancha a disfrutar del juego más que a sufrirlo, y que no renieguen de sus colores cuando pierden, lo asuman con deportividad, y a otra cosa. Sin más.
También empieza la Champions femenina, con el Itxako representando a España en la élite de una manera más que digna como demostró la pasada campaña, en la que todos (es una metáfora, porque habrá muchos novios que lo tengan prohibido) nos hicimos del equipo navarro por la manera de encarar el juego su plantel, sin complejos, luchando todos los partidos y demostrando que la confianza en sus posibilidades dotó al equipo de una marcha de ilusión que se notó en sus éxitos para concluir con el subcampeonato en la máxima competición femenina. Por eso es una pena que el Mar Sagunto declare que saldrá a no pasar en la segunda ronda de la Recopa, porque carece de medios para seguir adelante.
Nadie le echará en cara a Cristina Mayo que coja el rábano por las hojas y diga que hasta aquí llegamos. Se entenderá. Parece lo lógico, que si no se puede se haga lo imposible por mantener el club, pese a la pérdida de jugadoras.
Me centro en esto porque noto, presiento, sospecho, que hay un grupo de aficionados del Ciudad Real indignados por la suerte de su equipo, que haya recalado en Madrid, y que diga que el Atlético a golpe de talonario se ha hecho con un equipo campeón. Desde luego, y en lo que pueda, me solidarizo con ese grupo de aficionados dolidos, pero tengo otra perspectiva: el Ciudad Real también se forjó a golpe de talonario, y por más que repaso no encuentro ningún jugador del primer equipo formado en su cantera; todos llegaron de fuera, más o menos contrastados, aunque sí, todos internacionales. Con lo que zaherir al Atlético por fichar a golpe de talonario, no tiene mucho sentido, salvo que se crea que por hacerlo poco a poco se tiene más fuerza moral que si se hace de golpe.
Además, no ha comprado un equipo el Atlético. De momento, ha hecho el generoso esfuerzo de poner un dinero como patrocinador, lo que en tiempos de crisis parece ser que debería tener el reconocimiento público y notorio de la afición española y europea. Y ese esfuerzo permite que la Liga Asobal tenga interés, que el Barcelona se sienta esforzado en cada cancha porque no hay posibilidad de un paseo si cede puntos, y que aún España tenga la posibilidad de volver a Colonia con dos equipos de primer orden y candidatos al título.
Tengo un amigo que me dice que a lo mejor la opción era vender a Abalo, o a Sterbik, o alguno de los mejores, para poder mantener el equipo en Ciudad Real. Y me temo que tampoco: vender para hacer caja sería lo mismo que enviar un mensaje de abatimiento al resto de los jugadores, casi como anunciar hasta aquí hemos llegado, y ver la descomposición de un plantel que ahora es enorme porque tiene el aliciente de luchar por ser campeón. Por otra parte, no creo que nadie pagase lo que valen las estrellas del Ciudad Real, porque a sabiendas de que tiene que vender, la demanda rebaja la oferta. Vamos, es la ley del mercado.
Por otra parte, que Madrid tenga un equipo patrocinado por el Atlético de Madrid es lo mejor que le ha pasado al balonmano español en años, mucho mejor incluso de aquellas temporadas de Urdangarín en el Barcelona y su matrimonio con la Infanta. Como decía Garralda entonces, que a él no le habían subido el contrato con Iñaqui, porque en realidad los “circunstanciales” que iban a ver a Urdangarín era más por su presencia en el Semana, Lecturas y Hola, que por su relevancia en los medios deportivos.
Digamos que el Atlético, además de dinero, presta una afición entera, que no sólo va a la pista, sino que se interesa por la suerte del equipo. Potencialmente, el interés ha crecido, porque en España el nombre cuenta, y las posibilidades de presencia de seguidores también. A lo largo de la temporada, con todos los problemas que tiene sobrevivir en Madrid tras el fútbol (cuatro equipos en Primera) y el baloncesto (tres en la ACB), se demostrará si el balonmano tiene tirón en esta Comunidad, aunque parece que los otros equipos están encantados porque el Atlético llama más afición a sus canchas que el Ciudad Real, siendo los mismos jugadores y el mismo equipo. Pero eso es imposible de cambiar: el nombre y la camiseta tienen influencia en España.