Ya han pasado casi dos semanas desde el final de los Juegos, y ya he tenido muchas charlas de barra de bar respecto a qué valoración le doy a la actuación de España, como si mi opinión tuviese algún valor más allá de la de cualquier aficionado. Y no. Dado que me piden que me moje, pues sobresaliente las chicas, que rozaron la matrícula; y aprobado raspado a los chicos, que ganaron los mismos partidos que los que perdieron. Y porque soy indulgente. Es cierto que el valor de cómo se logran las victorias cuenta, pero sólo a corto plazo; según pasa el tiempo no se valora el peso de los triunfos, y lo que cuenta es el puesto final de la Selección. Por tanto: las chicas siguen en alza, y los hombres, del bronce de Pekín al diploma de Londres.
Dicho esto, la Liga ya está aquí, porque el tiempo pasa a una velocidad de vértigo, y ya hay ganas de que llegue la Supercopa, y comprobar cómo es en realidad la capacidad de convocatoria del Atlético de Madrid ante el Barcelona.
Porque por muchas razones esta pretemporada es, de largo, la más pobre de los últimos quince años de la Asobal: se han ido una buena parte de las estrellas nacionales más rutilantes (Antonio García, Ugalde, Chema, Alberto Entrerríos, Sierra) y estrellas extranjeras instaladas y asumidas en nuestro país (Nagy, Abalo, Dinart, Losert, Cutura, Igropulo…).
Y fichajes, pues poco: algo de movimiento nacional, desmantelamiento del Ademar León y del Valladolid, y por abajo todo con los mínimos juntos. Vamos, que sólo el Atlético de Madrid ha podido fichar internacionales de prestigio, hasta ahora; Ivano Balic y Gojun, dos bronces olímpicos con Croacia.
Balic es posiblemente el más mediático de los fichajes, que iba camino del Montpellier, pero aterriza en Madrid a una edad madura, en la que él, que lo lleva haciendo desde siempre, sabrá dosificarse. Supongo que su fichaje habrá sido posible gracias a lo que el París ha pagado por llevarse al extremo Abalo, que algo ayuda porque los fichajes nacionales (Masachs, Romero y Ferrer) llegan con el gratis total y con contratos más bajos que los que tenían en los puestos que van a ocupar.
El Ivano Balic de ahora no es del Portland, el jugador genial que jugaba 50 minutos, porque con Croacia ya no lo hace, e incluso es el central reserva. Pero en una plantilla de 17 jugadores, con tres centrales, Balic posiblemente quede para los grandes compromisos, con lo cual puede tener una temporada tranquila, alargar su longevidad y ser feliz de rojiblanco alegrando la Liga en los ratos en que Talant le mande jugar.
Lo que extraña es que el Barcelona no haya hecho un gran movimiento hasta la fecha. Ha vendido, o dejado ir, a Nagy, y, sin embargo, sus refuerzos son nacionales. Llama la atención, por ahora, aunque se espera con que acabe contratando a un lateral zurdo de primer orden, porque Gurbindo es bueno, pero no lanzador, y Montoro necesita su tiempo.
Lo que ocurre es que se pasa el tiempo en un verano en el que Alemania, Francia y Hungría han puesto a la Asobal a los pies de los caballos. Es la crisis, pero una crisis que tendrá que cambiar el modelo del club español. Eso resulta obligado, porque en unos cuantos años eso de vivir del aporte público está descartado.
Por cierto, Antonio García definitivamente no parece ser un jugador con suerte: tras un año durísimo en el Ademar, con un buen contrato en Francia, iba a ser el lateral izquierdo de la Selección y se lesiona, y ahora, a poco de arrancar la Liga, se entera de que va a competir en el París con Mikkel Hansen, el fichaje del verano.