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El campeón absoluto

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Un blog para tratar el pasado, presente y futuro del baloncesto tanto nacional como internacional: ACB, ULEB, Euroliga, Eurocup y la NBA.

Autor: Juanma Rubio

El campeón absoluto

Barcelona_PRIMERA

Deslumbrando por resultados y juego, por planificación y ejecución, el Regal Barcelona amasa títulos y colecciona elogios mientras escribe su nombre como uno de los grandes equipos del baloncesto continental. Seguro de los últimos tiempos, quizá de siempre en función de hasta dónde y hasta cuándo llegue su actual gobierno del juego. Bajo la batuta de Chichi Creus y en manos de Xavi Pascual, el Barcelona es la síntesis del baloncesto europeo de presente a partir de un concepto de futuro, un equipo creado desde una lectura perfecta de los requerimientos necesarios para hacer una plantilla netamente competitiva. Equilibrado, superior en lo físico, de rotación infinita y compensada y sobrado de calidad y jugadores determinantes en todas las posiciones. Es el Regal Barcelona, nuevo señor de Europa, campeón absoluto.


El Barcelona ganó la Euroliga a Olympiacos con un marcador en puntos de 86-68 y en valoración de 104-58. Para la Copa del Rey pulverizó al Real Madrid: 80-61 y 85-60. En ambos casos le sobraron minutos, recursos y fuerzas. Tanto contra el faraónico proyecto de los archimillonarios hermanos Angelopoulos como contra la (a la postre sólo teórica) tela de araña de Messina, sometida a un castigo extremo en una temporada en la que el martirio azulgrana ha sido una constante para el Real Madrid sin más brotes verdes que el finalmente intrascendente paso del playoffs de cuartos de Euroliga por el Palau. En ambas fases finales (final a ocho del BEC, Final Four de París), el Barcelona ha rumiado y gestionado de forma similar el favoritismo: con solvencia, concentración e intensidad (y sin demasiado brillo) las primeras fases, en las que se pierden los títulos, y con una deslumbrante autoridad y un juego pluscuamperfecto las finales, donde se ganan las copas, cuando hay que salir guapo en las fotos. Sin síntomas de fofo engorde, la victoria se gestiona sin empacho y con sana obsesión como base hacia el éxito que supone ganar cuando se es el mejor. Cuando se tiene todo para hacerlo y se está construido para conseguirlo. Lo que parece tan fácil y resulta a la postre tan tortuoso, lo que ha sido tumba de tantas plantillas (también algunas del propio Barça, rutilantes) y lo que propicia batacazos y sorpresas heroicas o frustrantes. Un cúmulo de sensaciones que son el calcio en los huesos del baloncesto y del deporte, y que el Barcelona ha gestionado con insultante naturalidad, con una confianza y sentido común que vive instalada en sinergía vertical a lo largo de la sección. Sin un átomo de casualidad, esto es un éxito de proyecto y planificación. Un logro que encumbra a despachos, dirección técnica y pista: Chichi Creus, Xavi Pascual, plantilla. Un logro que será definitivamente histórico si se gana la ACB y se completa la temporada perfecta. A los playoffs llega un Barcelona liberado de ansiedad y presión, con la moral disparada, las pilas cargadas y el factor cancha en todas las eliminatorias. La madre de todas las pesadillas para sus posibles rivales en los cruces. Todos ellos, porque este equipo ha demostrado que en su mejor versión (la que ha aparecido cada vez que ha sido necesario) no repara en cuentas ni distingue enemigos. Como en la leyenda negra de la aniquilación de los cátaros: mátalos a todos y que Dios reconozca a los suyos.

Nadie puede quitar ni un ápice de legitimidad al tremendo éxito de un equipo que ha sabido ser favorito, que lo ha cantado a los cuatro vientos y ha vivido conforme a esa expectativa durante toda la temporada. Y que para ganar la Euroliga ha pasado por delante y por encima de los principales rivales: Montepaschi en la primera fase, Panathinaikos -entonces moribundo campeón- en el Top 16, Real Madrid en cuartos, CSKA en semifinales y Olympiacos en la final. En París superó un íntimo trauma psicológico ante el equipo ruso, constante más fiable del baloncesto europeo en la última década. En la final sacó de la pista al equipo más rico y quizá la única plantilla que se le puede comparar por nombres y profundidad. El debate duró tan poco que casi no existió. Olympiacos quedó retratado, en su enésima experiencia de frustración continental, como una alternativa mucho menos válida a partir de una desmedida capacidad económica. La tiene el Barcelona, la tiene mucho más el equipo del Pireo, limitado donde no llega la calidad individual y que perdió todas las batallas de la final: dentro de la zona, fuera, en ritmo, mentalidad, defensa y ataque. Yannakis (como suele) se limitó a lanzar y lanzar soldados en busca de un batallón idóneo que nunca apareció. Su ejército, a priori infinito, huyó en retirada ante un rival que tuvo estrategia, consistencia de cemento, inteligencia y un arsenal de armamento tecnológicamente definitivo.

Construyendo el equipo perfecto

Lo dicho sobre Olympiacos demuestra que una inyección económica fuerte es casi siempre (salvo hermosas excepciones) una base necesaria pero no tantas una garantía de éxito. Aún menos de éxito tan rotundo. Por eso requiere reconocimiento máximo la figura de Chichi Creus, comandante y padre espiritual del actual Barcelona y un oasis de sensatez, trabajo y conocimiento en un despacho en el que nace una fuerza generadora que pasa por el vestuario y llega a la pista. Deus ex machina, Creus es un arquitecto que huye de los focos y aporta sensatez y buena salida económica y deportiva a prácticamente cualquier decisión. Conoce el mercado, prioriza a los jugadores contrastados en la liga doméstica y ejecuta de forma fluida y nada traumática.

Algunos dirán que es fácil dadas las posibilidades de las arcas barcelonistas. Yo les reto a que analicen la dificultad de que tu juego interior sea aún más potente pese a perder a Ilyasova y Andersen, a que repasen la limpieza en la que movió recursos para atar cuanto antes y en las mejores condiciones piezas tan cotizadas como Lorbek o Mickeal. De Creus es gran parte de la culpa de que ninguna pieza falte ni sobre en este equipo y suya es la mano que hace que en pleno vórtice de triunfalismo la máquina no pare. Lo que ya se cuece para la próxima temporada suena otra vez muy bien y suena otra vez a golpes de reflejos rápidos y precisos con un contrastado control de los latidos del mercado.

Contra los prejuicios

Yo era de los que no auguraban futuro a Xavi Pascual, de los que tardaron en verle sin halo de interinidad, de los que imaginaban un capitán en prácticas al mando de un transatlántico que le acabaría desbordando. Nada de eso. Otra vez la llegada de Creus y su apuesta calmada y continuista resultó fundamental como respaldo a un tipo que con 37 años lo ha ganado todo y que se está permitiendo el lujo de llevarse pulsos ante los entrenadores más consagrados de Europa. De perfil bajo y fanático del trabajo meticuloso, Xavi Pascual confiaba en sus posibilidades cuando casi nadie más lo hacía (hacíamos) y a pesar de un zozobrante inicio en sus primeros partidos tras la salida de Ivanovic. Ahora resulta imposible entender este Barcelona sin él y ha conseguido dejar su sello en un equipo que es mucho más que un conjunto de extraordinarios jugadores sin caer en llamadas gratuitas de atención. Conoce los partidos, los prepara con devoción y ha mejorado mucho en la lectura sobre la marcha del juego. Además su gestión de vestuario es impecable de puertas para adentro… y para afuera. Y todo esto es, creo, lo mejor que su puede decir de un entrenador.

XAVI_PASCUAL


Pascual ha sabido convivir con la presión y acostumbrar a sus jugadores a ella en una hoja de ruta que ha conseguido que todos rindan cuándo, cómo y dónde han tenido que hacerlo. Y la Final Four de París fue la prueba definitiva. Tomó decisiones valientes en la gestión de la rotación (como los minutos de Sada en la final) y afinó una defensa que es sin duda la mejor del continente por despliegue físico y multiplicación de fuerzas pero también por trabajo colectivo, sincronización e inteligencia. En semifinales secó a CSKA y en la final construyó un muro móvil que asfixió a Olympiacos en el exterior y selló la zona, donde la intimidación y la consistencia azulgrana ganaron más de medio partido. Y recuero que los kilos del equipo griego eran una amenaza capital a priori. En ataque, Pascual consigue que el juego de su equipo parezca fácil, arrollador cuando se quita el corsé. Castigó la suficiencia de Olympiacos con circulación y juego equilibrado, excelso de ver y con pegada en todos los frentes, por dentro y por fuera. El Barcelona fue mejor que CSKA jugando a pocos puntos y mejor que Olympiacos en ritmo alto. Encontró tiros fáciles y puntos gratis en la zona. Y donde no llegó la táctica quedó la categoría individual de los jugadores, cuyo reconocimiento y gestión es otro de los aciertos de un entrenador que sólo tiene una cosa más espléndida que su presente: su futuro.

Baloncesto sin fisuras, baloncesto perfecto

De la plantilla del Barça está dicho casi todo. La construcción del equipo, progresiva en un ciclo de varias temporadas, responde de forma concisa a la síntesis de lo que necesita una plantilla de baloncesto para competir en el ámbito europeo en los tiempos actuales. En una concepción moderna y con todas las necesidades cubiertas, el Barcelona ha ido encajando pieza tras piezas hasta conseguir tenerlas todas o casi todas: El regreso de Navarro, la reubicación y asentamiento de Fran Vázquez en el ‘5’, la comprensión analítica y rapidez de ejecución a la hora de cubrir vacantes (Lorbek y Morris por Ilyasova y Andersen) y apuntalar con ojo clínico la inversión en saltos de calidad específicos: Pete Mickeal y Ricky Rubio. 

NAVARRO_BARCELNA


Con todos los mimbres dispuestos, ha sido apasionante asistir a la solidificación y expansión de un equipo conjuntado en pizarra y ánimo para estar por encima de los demás, sin egos y sin ataque alguno de suficiencia. Cada jugador ha entendido su rol, ha funcionado cuando ha tenido que hacerlo y ha sido parte importante dentro de una estructura monolítica y ganadora. El Barcelona gana y gana, la mayoría de las veces jugando un baloncesto estético y brillante, bien confeccionado y adaptado al ecosistema de cada partido. El Barcelona mata por dentro y por fuera, con acciones individuales o a golpe de extra pass y división de la defensa rival, mata por encima del aro y desde la línea de tres, y mata a partir de una defensa sofocante, ejemplar y digna de análisis, estudio y aplauso. Las finales de Copa y Euroliga lo demuestran. Imbatible a ritmo alto y anotaciones elevadas, ha aprendido a lo largo del curso a resolver también los partidos más trabados y sufridos. En Moscú pueden dar fe.

¿Y ahora? El Barcelona parte como favorito y liberado de presión en los playoffs ACB, donde aparece gigantesco, muchos cuerpos a estas alturas por delante del resto de aspirantes (Real Madrid, Caja Laboral…). Conseguido el objetivo / obsesión del curso, la ansiada Euroliga, y adornado el camino con Supercopa ACB y Copa del Rey, el Barcelona jugará con el objetivo de redondear un año histórico e inmaculado y de repetir título ACB para establecer un dominio con tintes de dinastía. De fracasar en París, la carrera final de la liga doméstica hubiera tenido el tinte dramático de evitar un final de temporada demasiado cáustico a la vista de las expectativas creadas. No es así y ahora mismo el reto parece superior (demasiado…) para el resto de equipos de playoffs, con el Barcelona en sintonía óptima y el factor cancha asegurado.

De cara a la próxima temporada la plantilla cambiará poco en un esquema de trabajo de Creus pensado y planteado a medio plazo: la marcha de Ricky, el posible último intento NBA de Mickeal, el declive de Juan Carlos Navarro, el relevo de Basile, la continuidad o no de Morris… hay piezas que tocar y ajustes que preparar, y en función del acierto al hacerlo, más que de lo que puedan correr en la carrera armamentística sus rivales, sabremos si el Barcelona mantendrá su condición de gran enemigo a batir, caza mayor para cualquiera a lo largo y ancho del continente. Suenan nombres y movimientos (McClebb, Rafa Martínez...) y quizá se pretenda una apuesta por un cinco todavía más pesado y especializado como stopper (aunque Ndong ha rendido de maravilla en momentos puntuales y cruciales de la temporada) y se busque un ‘4’ específico de nivel, toda vez que parece el único puesto mejorable con Morris como único especialista y Lorbek dando minutos que resta a su verdadera posición que es, como la de Fran Vázquez, la de ‘5’.

Pero el gran valor de este Barcelona es que transmite el aroma de que las decisiones que se tomen serán las correctas y de que el trabajo que se hará será el necesario. Y se hará con poco ruido y muchas nueces, con golpes rápidos y precisos a través de las principales avenidas del mercado. Ya trabaja en ello sin detenerse en fastos y celebraciones, sin dormirse en los hermosos laureles de un título de Euroliga ganado con una autoridad insultante y una imagen maravillosa. La del campeón perfecto, el campeón absoluto.

4 Comentarios

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Fernando Alonso

Fantástico artículo. Mis felicitaciones al autor, Juanma Rubio.

05/16/2010 04:59:27 PM

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berri

¿Solo escribes del Barsa?

Los Celtics van embalados a la final contra esos Lakers que hace 3 días dabas por terminal.

05/17/2010 05:51:13 PM

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rafa deu

me recuerda a la yugoplastica de cuco

05/19/2010 04:05:58 PM

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Eduda

Grande el Barça, aunq soy del Madrid y muy pro-Llull.

http://www.youtube.com/watch?v=PEyjfnQmIQ4

05/31/2010 04:46:49 PM