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Los dos lados del Atlántico

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Un blog para tratar el pasado, presente y futuro del baloncesto tanto nacional como internacional: ACB, ULEB, Euroliga, Eurocup y la NBA.

Autor: Juanma Rubio

Los dos lados del Atlántico

Por su elasticidad, su capacidad para intimidar y jugar por encima del aro y su facilidad para correr la pista, Gustavo Ayón parecía el pívot ideal para el Real Madrid de Pablo Laso. El Barcelona, en plena renovación de su juego interior, también vio en el mexicano un relevo palmario para los N'Dong, Fran Vázquez... Su apuesta económica (60.000 euros) sacó al Real Madrid del cuadro a costa de un riesgo que se está materializando: por ahora Ayón no ha mostrado demasiado interés en poner rumbo al Barcelona. Juega sus bazas NBA: está en último año de un contrato que no le da desde luego más de lo que ganaría en Europa (1’5 millones de dólares), y espera en Milwaukee la oportunidad de despegar y firmar por las cifras que verdaderamente le instalen en la maquinaria NBA. Si el plan fracasa, el Barcelona espera con los abrazos abiertos y muchos ceros en el cheque. No hay demasiado riesgo y se asume con resignación un comienzo más que arduo: 13,6 minutos por partido con sólo tres titularidades como rookie, traspasado de Orlando a Milwaukee y raspando los 5 puntos y 5 rebotes de media por noche. Muy poca cosa, por ahora.

Splitter

El de Ayón es uno de los muchos casos que explican una situación cada vez más incómoda y peligrosa para el baloncesto europeo, criadero industrial para una NBA que ya no se lleva las joyas de la corona sino que arrasa con todo, bisutería incluida, especialmente cuando hay centímetros de por medio (la obsesión yanqui: “los fundamentos se enseñan, los centímetros no”…). Más: el Real Madrid sondeó a Splitter pero al brasileño le ha bastado una tercera temporada más sólida que brillante en los Spurs (prestaciones defensivas sazonadas con diez puntos y algo más de seis rebotes por partido) para seguir en Texas cuatro años más y con 36 millones de dólares en el banco. Ya en el rango inalcanzable para los grandes de Europa, que tampoco pueden competir con el polvo de estrellas de la NBA y ese sueño atávico que se instala en la psique de casi cualquier joven jugador y que puede incluso con los millones, rusos o turcos, de aquellos afortunados que viven al margen de la crisis: jugar en la gran liga. En sus tres primeros años, Splitter no llegaba a los cuatro millones de dólares, al cambio una cifra que sí podría haber alcanzado en Europa. Ese no era el problema. No desde luego todo el problema.

Más: Joel Freeland está jugando las ligas de verano estadounidenses, entre jóvenes promesas y meritorios de todo tipo, después de una opaca temporada como rookie: menos de diez minutos y poco más de dos puntos y dos rebotes por partido en unos Blazers que no tenían ni grandes ambiciones ni una profunda rotación que pudiera sepultar al pívot británico. Ganó tres millones de dólares y tiene garantizados otros seis hasta el verano de 2015, quizá también el del punto de inflexión: espaldarazo contractual o regreso. Mientras trabaja la tierra americana en busca de su sueño, pepitas de oro en el lecho de un río cada vez más caudaloso, Europa se pierde a otro pívot determinante que estuvo, y si se da el caso estará, en las agendas de Real Madrid y Barcelona. A Teletovic el sueño americano le ha regalado por ahora un año en el que sus highlights han sido air balls (tres seguidos en un partido contra los Pistons) y en el que ha perdido la puntería (38% en tiros de campo, 34% en triples), en minutos de la basura que le han valido para promediar 3,5 puntos y 1,8 rebotes. Tiene firmados dos años más, ambos por encima de los tres millones de dólares, para demostrar en los Nets que tiene sitio entre los mejores del mundo. Otra vez, sabe que Europa siempre espera con millones y proyectos ganadores. Le hayan ido como le hayan ido las cosas al otro lado del Atlántico. Mucho más que un síntoma.

Teletovic

La actual NBA recluta a cualquier joven talento que sume centímetros y fundamentos, elasticidad o la rara combinación de ambas cosas. Se draftea todo, por si acaso. Se da cancha a casi todos, por si acaso. Ibaka se fue siendo muy suplente en Manresa y ahora tiene un contrato que bordea los 50 millones por cuatro años. En busca de un golpe de suerte similar al de los Thunder con el congoleño, Charlotte pagará este año más de tres millones a un Biyombo extraordinariamente verde. Rough talent, dicen en Estados Unidos: talento por pulir. Lucas Nogueira y su extraordinaria envergadura (230 centímetros) es otro proyecto de especialista defensivo que quizá pueda ser algo más que no aguantará mucho en Europa, rough pero número 16 del último draft. Valanciunas era esperado con una extraordinaria expectación en Toronto (9 puntos y 6 rebotes en su primera y discreta temporada). Tiene 21 años y en los Juegos de Londres había aireado una mezcla que ya no asusta a los general managers de la NBA: muchas posibilidades pero todavía un diamante muy en bruto: rough. Andrea Bargnani fue número 1 del draft porque alguien vio en él un nuevo Nowitzki. Siempre hay un espejo, una justificación para el que agita el cazamariposas: el nuevo Nowitzki, el nuevo Sabonis, el nuevo Divac, ahora el nuevo Ibaka o pronto el nuevo Pekovic, otro que va a renovar con los Timberwolves en un rango próximo a los 50 millones por cuatro años. ¿Qué dimensión daría el actual Pekovic a cualquiera de los grandes de Europa? ¿Y Marc Gasol? ¿Y, en su perfil, Asik, Koufos o Gortat? ¿Y el actual Varejao que se fue del Barcelona todavía en su primer hervor? ¿Y los que vienen por detrás como Vucevic o los que aún no se sabe si vienen o van como Mozgov? Muchos aspirantes de Euroliga recuperarían sin pensárselo a Aron Baynes, el poderoso pívot australiano que se fue en cuanto despuntó en Euroliga con el Olimpija y que prefiere ganarse el pan y las oportunidades en la Liga de Desarrollo con poco más de 700.000 de contrato con los Spurs.

El asunto, hablamos de presente y futuro, es peliagudo. La NBA arrampla con todo y los que no están allí es por una carencia muy clara: de centímetros, de capacidad física, de energía. Con más motor, Tomic llevaría años en Estados Unidos, pero los Jazz nunca han escuchado la melodía de seducción de su indiscutible talento. Krstic viene de vuelta para ser determinante en la Euroliga y a Erden sencillamente le convenció un buen montón de dinero de su Turquía natal. Nunca pasó de 16 minutos por partido ni en Boston ni en Cleveland pero el Barcelona le tuvo en perspectiva antes de hacerse con Tomic y en ruta hacia una renovación multimillonaria que retuvo a un Lorbek que tuvo más de un pie y medio en los Spurs. El problema es global para el baloncesto continental pero adquiere rango de plaga en lo referente al juego interior y a los centímetros. No olvidemos que la vía de agua también es cada vez mayor en lo referente a aleros altos e incluso ala-pívots: Batum, Vesely, Kirilenko, Gallinari, Casspi, Claver, Ilyasova (el 4 más puro) o hasta Delfino y en su momento Turkoglu. Todos han dado el salto en unas condiciones u otras, como estrellas o como aventureros, igual que lo darán en el futuro Papanikolau o Mirotic si continúan progresando adecuadamente.

Tomic

Así que sólo los puestos de base y escolta se libran en buena medida de la gran cacería americana. Porque el perfil tipo europeo en esas posiciones no atrae tanto, porque las limitaciones físicas son en muchos casos determinantes y porque la actual NBA vive una particular era dorada en lo que se refiere a bases. Muchos, de mucho talento y muy jóvenes. Algunos de los mejores de la historia del baloncesto europeo en las posiciones de backcourt siguen aquí o tuvieron que volver: Diamantidis nunca llamó la atención en Estados Unidos, Jasikevicius o Spanoulis encallaron y Navarro volvió con mirada escéptica y sin un contrato que superara los millones del Barcelona y le hiciera replantearse la vuelta a casa. El Real Madrid llegó a jugarse la Euroliga en el último cuarto de la final con Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, que volvieron trasquilados, y Sergio Llull, que aplaza sine die el salto porque sabe que las virtudes con las que en Europa saca ventajas a sus pares quedarían en nada entre los supersónicos combo guards de la NBA. Ahora prueban suerte De Colo o Evan Fournier, estilistas que despiertan mucho menos interés que Giannis Antetokounmpo, número 15 del último draft (Milwaukee Bucks): portento griego de origen nigeriano que tiene 18 años, mide 2'06 y juega, gracias a su descomunal superioridad física, de base, escolta, alero o incluso ala-pívot.

El problema no es que estén en la NBA Gasol, Nowitzki, los hermanos Gasol o Tony Parker. Es el embrujo que ahora mismo y por unas u otras razones provocan en los States los Biyombo, Motiejunas, Vesely… Ese problema, multidimensional, afecta incluso al estilo actual del baloncesto europeo porque algo de eso hay en la importancia actual del pívot estadounidense que pulula por Europa debido básicamente a su falta de centímetros. Olympiacos ha ganado dos Euroligas seguidas sin grandes torres referenciales y con la tonelada de músculo de Hines, que se ha ido con caché de estrella al CSKA, y Dorsey, al que su mala cabeza y sus poco más de dos metros no le han impedido firmar por el Barcelona del mismo que el Real Madrid tiene a Slaughter. Hines es apenas un 1,98, Slaughter un 2,06 por los pelos y Dorsey un 2, 04 al que se le ha escapado algún centímetro de más en la medición oficial. Ninguno de los tres es un dechado de virtudes técnicas pero los tres tendrían hueco en un roster NBA si entraran en el rango de los siete pies, con ese puñado de centímetros más que alarga las carreras e infla los contratos (valgan los casos de los gemelos Collins o el infame Kwame Brown). Del mismo modo, ninguno de los tres sería carne de los grandes de Europa si estos tuvieran acceso a esos jugadores que figuran en el plan A de sus agendas pero que acaban irremediablemente en la NBA. La inercia es evidente: Lasme ha virado de un paso intrascendente por Obradoiro a ser pieza crucial de un Panathinaikos que casi le roba el billete para la última Final Four al Barcelona. De Splitter, Freeland o Ayón a Hettsheimeier, Dorsey o Slaughter. Esa es la realidad de los movimientos de mercado de los dos grandes del baloncesto español. También la de casi todos los aspirantes a la Euroliga, incluso los multimillonarios desahogados.

Y el aficionado percibe todo eso. Y lo padece. Se va instalando en su subconsciente la certeza de que la poderosa y muy notable Euroliga, no digamos las competiciones domésticas, dejan aroma a serie B en cuanto se mira más allá del Atlántico. Ni se puede luchar contra el glamour de la NBA ni existe, y menos en las circunstancias actuales, equilibrio en las posibilidades económicas (ingresos, marketing: producto). La única vía se abre cuando aquí son estrellas, y cobran como tales, jugadores que allí estaban siendo o iban a ser carne de rotación larga, soldados rasos: Rudy Fernández o incluso Sonny Weems son buenos ejemplos. Bobby Brown se convierte en Siena en máximo anotador de la pasada Euroliga y ya está en las redes de los Knicks, que valoran su contratación. Copeland protagonizó unas cuantas explosiones anotadoras en la Gran Manzana y ni se le ha pasado por la cabeza en verano un regreso al mundo exterior después de haber jugado en Holanda, Bélgica o Turquía. El aficionado es permeable a todo eso. A Spanoulis, el mejor jugador de las dos últimas Euroligas, le dijo Jeff Van Gundy en una pretemporada NBA que no iba a tener ni una oportunidad con él en los Rockets y que, básicamente, ni le conocía ni iba a ponerse a ello.

Muchas de las estrellas de aquí serían o han sido poco más que buenos jugadores de rotación allí. O ni eso. Y el público, especialmente el no especializado que engorda las audiencias y llena las gradas, paga entradas o enciende la televisión para ver estrellas. Es así por mucho que el análisis sea simplista y se salte algunas de las excelentes virtudes del estilo europeo. En este sentido, al baloncesto de aquí no le hizo ningún favor el lockout de allí, que propició un baile verbenero de jugadores que vinieron a pasar unos meses, la mayoría de rango medio y con Deron Williams como principal estrella. Y aunque algunos (Ty Lawson) no supieron adaptarse, otros (Batum) dejaron una muestra exacta de la diferente dimensión de ambos baloncestos.

Cheer1

Hay más: el proceso de identificación del aficionado medio requiere de unos mecanismos que en su mejor expresión están vinculados a las grandes estrellas y sus recorridos en los grandes equipos, idilios que acumulan títulos y relatos para los libros de historia. Pero cada vez es más difícil que sea así. Los jugadores ya no se van cuando son figuras contrastadas: lo hacen en cuanto despuntas o en cuanto amenazan con hacerlo. O simplemente si tienen facultades que permiten suponer que despuntarán. Si les va mal, vuelven y no descartan otro salto al charco si su carrera se relanza en Europa, donde de pronto los grandes sufren el estado de tránsito que ellos han aplicado siempre a los modestos. Y tienen que apostar por jugadores que se irán si las cosas les salen medianamente bien, sin necesidad de fuegos de artificio, en cuyo caso se irán muy pronto. El Barcelona ha fichado a Papanikolau, un excepcional alero de 22 años. ha necesitado una apuesta económica de primera magnitud. Si el jugador no se adapta o se atasca en su proyección, ésta será estéril. Si rinde a su mejor nivel, será óptima pero efímera porque se irá a Estados Unidos. Está drafteado y quiere jugar allí. Mirotic se marchará si todo sigue su curso como se fueron Shved antes y Karasev ahora o como se irá Hezonja porque con los jóvenes se cae, de forma aún más vertiginosa, en la misma espiral. Si dan lo que se esperas que den, no estarán mucho tiempo contigo. El problema existey también se airea en esos Eurobaskets que dejan cada dos años un desdibujado mapa del baloncesto continental debido al habitual torrente de ausencias de jugadores NBA.

Cada verano de agitación en el mercado y emigración en masa de talento expone esa situación, una herencia de la época colonial en la que sólo se iban jugadores muy especiales y en la que esos fichajes por lo tanto eran prácticamente un honor para el club nodriza de turno en Europa. De ahí se ha llegado a un expolio que parece imparable cuando lo económico mezcla con el deseo de casi cualquier jugador de baloncesto de triunfar en la NBA. O al menos intentarlo porque además saben que siempre tendrán asfaltado el camino de regreso. Sé que el baloncesto europeo tiene algunas virtudes que le son exclusivas y sigue dejando grandes partidos y contando con grandes jugadores. Pero en esta tesitura tiene más difícil llegar a más público como paso para sortear las peliagudas circunstancias económicas actuales. La NBA llega prácticamente a todas las casas: televisión, Internet, League Pass… ¿Qué ve el aficionado, cómo lo ve? ¿Qué quiere ver? ¿Qué piensa de los fichajes de su equipo, de la volatilidad de aquellos que le llenan los ojos y le hacen ir al pabellón o encender el televisor? En pleno debate sobre la identidad de futuro de las competiciones en el viejo continente, este asunto se vuelve crucial porque, cruel paradoja, acortar el camino con América no ha hecho que Europa sea mejor sino que se empobrezca más porque todos se van. Y, cambiar todo para que nada cambie al estilo de Lampedusa, Estados Unidos ha conseguido que las diferencias se mantengan intactas y que el aficionado tenga tan claro como siempre o incluso más la diferencia que hay entre ambas competiciones. Que no dejan de ser productos separados por mucho más que los 6.000 kilómetros de mar que se abren entre las dos orillas del Atlántico.


8 Comentarios

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Diegoló

Muy buen artículo. Sí señor. ¡Enhorabuena!

07/20/2013 08:02:07 PM

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Enrique

Genial análisis de la situación del Basket europeo y su comparación con la NBA. Estoy de acuerdo en todo lo que dices, incluso destacaría aún mas una idea que ya usted explica bastante, el tema de los Rough talent. En mi opinión ya no es que sea una aventura por dinero por parte de los jóvenes talentos, o una posibilidad de conseguir entrar en la mejor liga del mundo, sino que ya es una magnifica oportunidad para desarrollarse como jugadores, véase el caso que apuntas: Ibaka, un suplente del Manresa, un equipo que por sus posibilidades económicas ni puede ni debe mantener a estos jugadores para formarlos, los costes son grandes y el margen de beneficio pequeño. Imaginaros que el Manresa hace una apuesta grande por quedárselo y lo entrenen, y le da 30 minutos por partido, aún ha riesgo de costarle el descenso o perder algún otro jugador mas de su perfil, ¿Luego para que?, para que se vaya por 3 duros al año.. Y eso desde el punto de vista del equipo, ahora miremoslo desde el punto de vista del jugador, ¿Se queda en Manresa donde tendrá como mucho entre 30 y 40 partidos, o se va la NBA donde tendrá el mejor equipo de entrenadores que el dinero pueda pagar, donde podrá disputar 82 partidos, e incluso tener la posibilidad de bajar a una liga de desarrollo por si quiere recuperar confianza (Vease caso Claver)?, pues la decisión parece clara creo yo.

Sin querer extenderme mucho mas, me gustaría pedirle sr.Rubio, viendo que controla el tema y que su narrativa es fluida, que escriba un articulo con las que en su opinión deberían de ser las medidas a adoptar por el basket europeo para competir con la NBA o por el contrario estamos abocados a una División o Conferencia Europea de la NBA.

Muchas gracias

07/21/2013 01:18:42 PM

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paco soriano

Las causas por las que el baloncesto europeo no deja de desangrarse están perfectamente descritas y argumentadas en tu magnífico articulo Juanma.

El deporte en Europa, y lógicamente el baloncesto, está pagando las consecuencias de un diseño organizativo caduco. El paso adelante que el deporte europeo debía haber realizado, a semejanza del estadounidense, era creando competiciones de rango europeo y con desarrollo empresarial permanente. Si el deporte es espectáculo, si el deporte quiere crecer y atraer espectadores, el deporte debe enfocarse como un negocio que tienen que contar con los mejores equipos, los mejores jugadores y los mejores gestores.

La lucha está establecida con las federaciones internacionales (FIBA en este caso), que impiden el desarrollo de organizaciones profesionales que generen ligas profesionales europeas. El caso del fútbol europeo es aún más paradigmático, pues se dan todas las circunstancias para exista una Liga Europea Profesional, con partidos estelares en cada jornada y de un interés espectacular. Pues bien, hay que conformarse con unos cuartos de final, unas semifinales y una final (todos a vida o muerte). Los clubes europeos no pueden o no quieren zafarse del control férreo de la UEFA y de la FIFA.

Con el baloncesto podría suceder lo mismo, y si no se realizan cambios en el medio plazo, es más factible una división europea de la NBA que una liga propia.

De todas formas, si la construcción de la propia Europa está en entredicho, y más con esta pertinaz crisis económica, cómo no va estar en peligro el futuro del deporte profesional en su territorio. En fin, que por optimismo que no quede.

07/22/2013 10:06:33 AM

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MarTin Eden

LO PRIMERO QUE TIENE QUE HACER EL BALONCESTO FIBA ES PONER LAS MISMAS REGLAS QUE EN LA NBA, INCLUYENDO MEDIDAS DEL CAMPO, DURACIÓN DE PARTIDO...

07/22/2013 09:17:13 PM

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Javivi

Buen artículo, creo y sintiéndolo mucho que en Europa se ha de plantear ya una superliga Europea y dejar a un lado las ligas domesticaso si no, planes de expansión NBA conferencia Europea.

07/24/2013 01:43:54 AM

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Dr.Rutherford

Uno de los mejores artículos que he leído sobre baloncesto en mucho tiempo. Es magnífico: el periódico debería tenerlo en un lugar mucho más visible de AS.com, porque da gusto leerlo. Un análisis certero, un sobresaliente.

07/26/2013 10:52:18 PM

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Horge

Muy bueno el artículo pero en Europa siempre vemos un poco negativa la mentalidad Américana de arrasar con todo y no es tanto eso sino que están mejor organizados.

Mirándolo desde este otro punto se ve más claros:

En EE.UU hay unos +-100 equipos profesionales entre NBA, Liga de desarrollol y lo que queráis incluir.

En UE hay... 3x18 en españa, Francia 2x18, la Lega Italiana 2x18, la Griega 2x18, Rusia 2x10 ...y luego seguís con +-10 países que tienen al menos 1 liga profesional y países q tengan una pequeñita liga pero que pagan profesionalmente y así vais sumando y os saldrán ...+-1000 equipos!!!.

Creo que es el mismo dinero total , lo único que aquí muy mal gestionado, atomizado y con jugadores PAGADOS!!! mediocres y allí concentrado en algo muy bueno.

Por lo que a lo mejor deberíamos hacer menos lo de comprar en la tienda de los chinos y pagar sólo por buenos productos caros y el resto no comprarlo.

08/11/2013 01:51:03 PM

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DUE

Totalmente de acuerdo con Dr.Rutherford, todo el blog está realmente bien. Debería tener más presencia en la página incial de AS... pero ahí pasa como con la NBA, el fútbol se lo lleva todo

08/12/2013 03:12:55 PM