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Un blog para tratar el pasado, presente y futuro del baloncesto tanto nacional como internacional: ACB, ULEB, Euroliga, Eurocup y la NBA.

Autor: Juanma Rubio

Gasol, Mirotic, Chicago: ¿Destino ideal?

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Para los muy optimistas, o sencillamente para los amantes de las matemáticas, el asunto es sencillo: Chicago Bulls vuelve a ser uno de los grandes favoritos al título porque cambia el parche que fue DJ Augustin por el regreso de Derrick Rose y los 15,3 millones de dólares que cobró la temporada pasada Carlos Boozer por los menos de 14,7 que cobrarán entre Pau Gasol (7,1) y los rookies Nikola Mirotic (5,3) y Doug McDermott (2,2). Es decir, porque insuflan liderazgo, jerarquía, juventud y talento ofensivo a un equipo que se las apañó la pasada temporada para acabar, con todo en contra, en 48 victorias antes de ser purgados por la vía rápida en primera ronda de playoffs, el algodón no engaña, por Washington Wizards (4-1). La realidad de un equipo con una defensa que fue la mejor de la NBA por números brutos (apenas 90,2 puntos encajados) y la segunda mejor (un pelo por detrás de Indiana Pacers) una vez cocinado el rating… pero también con la peor cifra de anotación (93,7 puntos de media) y el tercero peor rating ofensivo. Sólo Philadelphia 76ers y Orlando Magic atacaron peor. Dos equipos que ganaron 42 partidos… entre los dos.

Volver a empezar

En la temporada 2010-11, Chicago Bulls estrenó la era Thibodeau con 62 victorias después de dos cursos seguidos de 41-41, aprobado raspado. Y con visita a la final del Este, en la que ganaron el primer partido antes de perder los cuatro siguientes ante la primera versión del big-three de Miami Heat, todavía disfuncional y camino de un choque frontal contra el muro que levantó Rick Carlisle en Dallas. En esos cuatro partidos LeBron James reventó la tela de araña aritmética de Thibodeau (28,5 puntos, 7,7 rebotes y 6,7 asistencias de media) y terminó con una temporada que había dejado en la Ciudad del Viento el MVP de Derrick Rose, el título de Entrenador del Año de Thibodeau y el de Ejecutivo del Año de Gar Forman. Los Bulls, con ese big-three de premios, habían tenido su primera oportunidad real de ser campeones desde la clausura de aquel período Phil Jackson - Michael Jordan que aupó para siempre a la franquicia al piso noble de la enciclopedia histórica de la NBA. Ese pedigrí ha seguido intacto desde entonces. No en vano ninguna pista recibió más público la temporada pasada que el United Center y sus más de 893.000 espectadores.

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Estos últimos Bulls de entreguerras han sido un equipo con el que era muy fácil empatizar. Traspasado Luol Deng y lesionado Derrick Rose (50 partidos jugados en las tres últimas temporadas, justo desde el MVP), cada victoria era un ejercicio conmovedor de sufrimiento defensivo y ataque en comuna, inventando por el camino héroes como el citado Augustin o aquel Nate Robinson volcánico de los playoffs 2013, un jugador en las antípodas del por entonces mortificado Thibodeau. La fórmula ha sido jugar cada partido como si fuera el séptimo de una final y aferrarse a una coraza definida por la pareja Gibson-Noah: el ala-pívot terminó segundo en la carrera por ser Mejor Sexto Hombre, el pívot francés fue nombrado Mejor Defensor. Juntos formaban una pareja innegociable en los finales apretados, atomizando ataques rivales con Carlos Boozer en el banquillo y en obvio declive. 

Cinco jugadores de la última versión de los Bulls jugaron una media de más de 30 minutos por partido y ocho superaron los 28. Un maratón extenuante para luchar contra las propias limitaciones que se cobró su precio en playoffs ante los (más jóvenes, entre otras cosas) Wizards. Esos Bulls 2013-14 fueron un buen equipo en rebote, intimidación y distribución del juego en ataque. Pero escaso de talento individual y de referentes exteriores: casi nadie se generaba sus propias canastas y por eso, de la necesidad surge la virtud, ningún otro equipo anotó tantos puntos como ellos tras asistencias: hasta el 61% de su producción llegó así mientras que sólo el 10% se ganó fácil (contraataques y transiciones rápidas) y apenas el 40% se generó en la zona. Más: su 43% en tiros iba en cola de la Liga con apenas 18 triples intentados por partido (y 5,3 correspondían al fugado Augustin…): sólo Pelicans y Grizzlies tiraron menos de tres.

Diagnóstico claro, nuevas soluciones

Los Bulls se han empeñado en competir hasta las últimas consecuencias a pesar de arrastrar un cuadro clínico perfectamente diagnosticado: 65% de triunfos en Regular Season y 3-4 en series de playoff con Thibodeau como head coach. Y ahora suman la jerarquía de Derrick Rose y Pau Gasol y la wild card joven que suponen Nikola Mirotic, Doug McDermott, Cameron Bairstow y hasta un Tony Snell muy mejorado las Ligas de Verano. McDermott: caza mayor que obligó a los Bulls a esclar en el draft hasta el puesto 11, propiedad de los Nuggets. Un jugador que ha cubierto ciclo universitario completo en Creighton (tiene 22 años) y que parece hecho para jugar en estos Bulls. La temporada pasada lideró el baloncesto universitario con 26,7 puntos por partido (y añadió más de 7 rebotes: es un alero de 2,03). En tres de sus cuatro temporadas NCAA ha superado los 20 puntos de media y salta a la NBA con un último curso con un 45% en triples que se iba hasta el 51 en lanzamientos en transición. Perfecto para recibir abierto y tirar con unos abrumadores 1,95 puntos por posesión en esas acciones de catch and shoot. Una barbaridad que debería encajar como un guante en el estilo y las intenciones de los Bulls, que quieren clonar una versión mejorada de su 2010-11 para ganar en la 2014-15.

Derrick Rose como alfa y omega

Más allá del resto de movimientos, todo ese plan (estilo, intenciones…) de los Bulls pasa por Derrick Rose (y por sus rodillas. Crucemos los dedos). Cuando las lesiones pararon el reloj del base criado en los suburbios de Englewood, en el South Side de Chicago, era un portento que garantizaba 24 puntos y 8 asistencias por noche. En el Mundial (a más de seis meses de los playoffs…) se le vio emerger de su congelación en la carbonita de las lesiones, todavía sin sensaciones en el trazo fino pero sin limitación de minutos y sin más lastre físico que ese óxido de las horas incontables en rehabilitación. 

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Una buena versión de Derrick Rose, no digamos una cercana a la mejor posible,convertiría a los Bulls en aspirantes automáticos al anillo. Por producción, por liderazgo y (el estilo, otra vez), y por esa capacidad para partir defensas a partir de penetraciones que generan una tonelada de puntos, suyos o de los tiradores que esperan en las esquinas. Ese era el A-B-C ofensivo de Thibodeau hasta que las lesiones obligaron a virar hacia un sistema noahcentrista. Noah: un pívot que repartió la pasada temporada 5,4 asistencias por partido por las dos 2,2 que promedió hace tres años, cuando Rose fue MVP. Y Pau Gasol: 3,3 asistencias de media en su carrera, 3,4 la pasada temporada. Noah+Gasol: 8,8 asistencias por partido en la 2013-14. Un atisbo del futuro que puede ser.

Gasol y Mirotic, sí o no


Una franquicia ejemplar y un equipo estable y ambicioso que necesita profundidad, tiro exterior, puntos en el poste y experiencia pero también juventud. A priori, el aterrizaje de Pau Gasol y Nikola Mirotic en Chicago está bendecido. Pero no se puede olvidar que entran en un ecosistema cerrado, a las órdenes de un entrenador tozudo por obsesivo y en un equipo cuya última gran seña de identidad es ese eje Gibson-Noah que resulta casi simétrico a la pareja que podrían formar Gasol y Mirotic en lo que les falta (puntos, movimientos) y lo que les sobra (defensa, defensa, defensa). Los cuatro juntos, y esa es la gran tarea de Thibodeau, pueden formar un arsenal con una profundidad y variedad que escapa al juego interior del resto de franquicias NBA. De forma individual, y en momentos tan opuestos de sus respectivas carreras, tanto Gasol como Mirotic tienen equipación para triunfar en Chicago pero también incógnitas que les puede frenar en seco. Los dos tienen cosas que Thibodeau va a adorar pero también otras que pueden sacarle de quicio.

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Pau Gasol tiene de su lado, con respecto a Mirotic, el pedigrí pero también la urgencia (34 años, 13 temporadas NBA). Su primera experiencia en la Costa Este será o simple epílogo o capitulo central de su impresionante biografía deportiva. Su reto es dejar atrás un final confuso en los Lakers, donde no hubo finalmente forma de distinguir qué iba al debe del declive en su rendimiento (lesiones, cuentakilómetros al límite…) y qué correspondía a ese galimatías estratégico y deportivo que ha sido la franquicia desde la salida de Phil Jackson y que terminó con el español absolutamente desmotivado (entre otras cosas). 

Descartada L.A. para su última cabalgada, Gasol quiso maridar la aspiración de un tercer anillo con la mayor cantidad posible de ese montón de dólares que valía como agente libre. Por lo deportivo se cayeron las ofertas más pudientes en lo económico de Hawks y Lakers y por cortas (la mid-level exception: unos 5,3 millones) no pudieron prosperar las tentativas de Spurs y Thunder, dos opciones que parecían perfectas para el Gasol jugador. Los Thunder porque necesitan de forma apremiante un anotador interior (Ibaka es un interior que anota, no un anotador interior), los Spurs porque son el ecosistema perfecto para minimizar las carencias y sacar lustre a las virtudes de un pívot de su inteligencia y talento. El premio fue para Chicago en un Este en el que, bien mirado, hasta el reparto de billetes para el All Star es más barato…

Pau Gasol eligió Chicago y al hacerlo contribuyó a la transformación de una Conferencia en la que Cleveland y Chicago son, con LeBron como eje, lo que hace doce meses eran Miami e Indiana. Cruza el país tras una temporada en la que al menos recuperó parte de la efectividad numérica que había perdida en aquellas fantasmal 2012-13. Los números de sus tres últimas temporadas en los Lakers no distan tanto de los de Boozer durante sus sobrepagados cuatro años en Chicago. Su valor diferencial tiene que estar en cómo y cuándo acumular esa producción: soluciones al poste, inteligencia en el juego colectivo, experiencia y amenaza como cebo para las defensas rivales. Una garantía de éxito, más en los actuales Bulls, siempre y cuando su cuerpo tenga capacidad para un último gran asalto físico. Porque Gasol tendrá que recuperar y convertir en rutina los niveles de esfuerzo y concentración defensiva que exhibió en los playoffs de 2009 y 2010, en ruta hacia sus dos títulos con los Lakers. Y va a tener que jugar mucho de ala-pívot, lo cual ha resultado una letanía en los últimos tiempos: de compartir pista con Bynum a hacerlo con Dwight Howard y de ahí al sistema híper abierto de Mike D’Antoni. Contra eso queda la capacidad para entenderse de tres tipos inteligentes que saben que necesitan a los otros dos: Thibodeau, Noah, Gasol. La capacidad de Thibs para crear un sistema que exprima lo mejor de sus nuevas torres gemelas y el recordatorio de que a Gasol no le dolía tanto jugar de 4 como hacerlo de 4 abierto, ese rol de stretch four que abre la pista y tira desde posiciones de alero para el que ya no tiene ni cuerpo ni seguramente ganas.

En su actual versión, si medimos el rastro de sus movimientos por la pista en las dos últimas temporadas, Gasol ha sido especialmente efectivo jugando al poste y atacando cerca del aro, donde hizo el 52% de sus tiros la temporada pasada con un 55% de efectividad, o como mucho haciéndolo desde fuera hacia dentro, iniciando la jugada en las zonas frontal o derecha del ataque y sin acercarse demasiado a la línea de fondo y las esquinas: según se aleja del aro y se escora, sus porcentajes van cayendo hacia el 35%, peores en tiros más allá del rango de los cinco-seis metros. Pau Gasol y thibodeau tienen que encontrarse y entenderse, seguramente poniendo los dos de su parte. Porque Gasol va a jugar mucho, seguro: la cuestión es si va a jugar cuando queman los partidos. Para eso tendrá que dar el plus que no tiene la pareja Gibson-Noah, algo que podrá hacer por talento y estilo siempre y cuando sepa sufrir y salir lo suficiente de las zonas de confort de su juego.

Con Mirotic las cábalas se convierten en apuestas. No le hemos visto jugar en el nivel NBA y sabemos que tiene un talento innato y extraordinario pero también que se le hacía muy hostil enfrentarse a grandes retos físicos. Bien lo demostraron Dunston en cuartos de la Euroliga o Tyus en la final. También sabemos que Chicago le ha seguido al milímetro en los últimos años y confía en él. Y que no tiene de cara al público norteamericano el cartel con el que sí que cuenta McDermott. También sabemos que la cuesta será más empinada porque a Thibodeau le cuesta abrir la mano con sus rookies. Y que quizá le esté reservando a Mirotic un rol de alero abierto y tirador que le saque de la rotación interior para hacerle competir con Dunleavy y, otra vez, McDermott. Estos, en cualquier caso, han sido los promedios de minutos que han tenido los rookies que han jugado a las órdenes de Thibodeau en Chicago:

Omer Asik: 12,1

Jimmy Butler: 8,5

Marquis Teague: 8,2

Erik Murphy: 2,6

Tony Snell: 16

Con 23 años y tanto talento, es difícil predecir dónde y cómo aterrizará Mirotic en la NBA, cómo de capaz será de modular sus expectativas y qué le tiene reservado un Thibodeau que no tiene más objetivo para la próxima temporada que ganar y que terminará cerrando una rotación corta y de minutos largos con la que irá al fin del mundo. Ni siquiera es fácil saber si sería mejor por ahora ser quinto interior o tercer alero, si bien el último Mirotic que vimos en Europa sufriría mucho como 3 para defender y atacar el aro y quedaría seguramente limitado a ese rol de tirador abierto. Claro que en su caso cuenta con tiempo y carrera por delante, en realidad toda. Y con el ejemplo de Jimmy Butler, que en dos años convirtió esos 8,5 minutos por partido en 38,7, líder junto a Carmelo Anthony de toda la NBA. Y 2,6 puntos en 13,1. Sin el talento de Mirotic pero con más físico e instinto defensivo, uno de esos soldados perfectos que moldea Thibodeau en titanio y entre los que Mirotic puede ser una rara avis. Pronto veremos si eso es bueno o malo.


3 Comentarios

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lucas

A Mirotic se lo van a comer con patatas. Le falta altura y su nivel defensivo deja mucho que desear.

10/06/2014 07:02:35 PM

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Rafa

Vaya! ¡Qué análisis más bueno!, es una delicia leerlo.

Yo no puedo añadir nada que no se haya dicho, sólo felicitar al autor y aportar mi opinión/apuesta. Creo que Gasol ha acertado. Va a encajar bien en Chicago, imagino que el entrenador limitará un poco el número de minutos para evitar sobrecargarle ya que tiene 34 años, además, sabiendo que en el año anterior pagaron la sobrecarga de minutos de jugadores relativamente veteranos, no creo que cometan el mismo error con Gasol. Su calidad hará el resto, a Gasol no le pesa jugar minutos de calidad en partidos comprometidos y es muy, muy bueno. Por lo tanto estará ahí.

De Mirotic tengo más dudas. Primero porque creo que no está claro su rol, está en esa situación en la que no tiene un cuerpo claro de 4 NBA, y quizá tampoco está para jugar de 3. Pero lo más preocupante es su tendencia a desaparecer en los partidos y minutos difíciles, En el Madrid eso ha costado títulos, en la NBA puede ser la diferencia entre ser importante y ser un jugadores de rotaciones. Me temo que, por esos dos problemas, Mirotic pueda acabar siendo un jugador de rotaciones, aunque me gustaría que, con un poco más de experiencia y madurez, corrija sus problemas y sí que sea una estrella NBA.

10/06/2014 07:19:59 PM

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alex rosas.

Cierto, para mi la clave del equipo es el Rose.

10/16/2014 10:21:54 AM