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Un blog para tratar el pasado, presente y futuro del baloncesto tanto nacional como internacional: ACB, ULEB, Euroliga, Eurocup y la NBA.

Autor: Juanma Rubio

La importancia de llamarse Kobe

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¿Quién es realmente Kobe Bean Bryant, el chico nacido en Philadelphia (23/08/1978) al que sus padres llamaron así después de descubrir fascinados la ternera de Kobe? ¿Ángel o demonio? Probablemente un ángel y un demonio. Desde luego, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos y también uno de los más polarizadores. A Kobe, en un recuento rápido, se le ha llamado: egoísta, chupón, mal compañero, mal líder, psicópata y, la traca para el final, jugador muy sobrevalorado. Lista a la que en España hay que añadir ese acento carpetovetónico que acompaña a veces a nuestros grandes deportistas y que consiste en enfrentarles a una turba de enemigos (no pocas veces imaginarios): A Kobe le quisieron meter en la lista negra de Pau Gasol. El que le oscurecía, le quitaba tiros y hasta le robó con alevosía (y nocturnidad: esos malditos juegan mientras nosotros dormimos) el MVP de una final. Una de esas defensas de bandera y naftalina, tan de aquí, que un jugador de la dimensión de Pau Gasol nunca ha pedido ni desde luego ha necesitado. Pero, es el reverso de la misma moneda, de Kobe también se ha dicho que es el mejor jugador de siempre; O como mínimo que es el mejor escolta por delante… de Michael Jordan, al que precisamente acaba de superar para convertirse en el tercer máximo anotador de todos los tiempos. Temperaturas extremas que dejan poco espacio a los climas templados: ángel o demonio, ángel y demonio.

Es difícil trazar el término medio de un jugador que no lo tiene, ni en la cancha ni fuera de ella. En sus palabras: “No tengo ningún tipo de filtro, no me cuesta nada decirle a cualquiera lo que pienso de él. No soy el tipo más paciente que te puedas encontrar”. Es difícil separar a la persona del personaje: “Si me ves peleando con un oso, reza por el oso”. Y es desde luego delicado medir si la alargada sombra de Michael Jordan le ha terminado haciendo bien o mal. Como mínimo hay tipos que le han dado una vuelta interesante a ese calcetín. Esta vez habla Doc Rivers: “El hecho de seguir los pasos de Michael hace que seguramente no reciba todo el reconocimiento que merece. Pero es un jugador increíble. Lo que hace está a otro nivel”.

He pensado sobre ello. Mucho: soy de los Lakers y de Kobe Bryant. Muy de los Lakers y muy de Kobe Bryant. En mi quinteto histórico el escolta sería él, no Jordan. Y que nadie lea lo que no he escrito. No digo que sea mejor sino que le elegiría antes en mi quinteto histórico. Entiendo unas cuantas de las críticas que recibe y comparto algunas. En cuanto a su carácter y sus formas y más allá de los prejuicios que provoca su estilo, otra vez jugando y sin jugar. Y asumo que es uno de esos deportistas/héroes/fenómenos de masas cuya legión de seguidores incluye un porcentaje de opinadores enfebrecidos y disparatados que vuelven muchas lenguas contra él. A veces se ataca a Kobe para atacar al kobismo. Hay muchos casos similares y, vuelvo a citar al español, otro ejemplo podría ser Gasol y cierto tipo de gasolismo. Pero también creo que muchas críticas son recurrentes, guionizadas entre la idea preconcebida, la asunción de la parte por el todo y el cacareo de los lugares comunes. Y que, mal de gigantes, las cosas extraordinarias que hacen los tipos extraordinarios acaban pareciéndonos rutina y su dimensión no se reevalúa hasta que no quedan a nuestra espalda. Se me ocurren que ha podido pasar con Federer, Messi o Nadal y que pasa con LeBron o Durant. No tanto como los que exponen de forma mucho menos cotidiana sus hazañas, por ejemplo Bolt o Phelps. Como hacen cualquier día y casi silbando lo que otros hacen una vez en la vida, se tiende a valorarles finalmente sólo lo que ellos hacen una vez en su vida. Parece un trabalenguas pero el mejor ejemplo son los 81 puntos de Kobe Bryant en aquel partido ante Toronto Raptors aquel día de enero de 2006.

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Tantos años de carrera, tantos números y tantas historias requieren como mínimo una relectura calmada sobre la vida y obra del jugador del que Lamar Odom dijo que Dios había puesto en la tierra para que todos le viéramos jugar. La carrera de Kobe no es desde luego un queso Gruyere pero tiene agujeros, como todas. Algunos agrandados por el reverso tenebroso de la leyenda, otros ponderados de forma irregular y algunos curiosamente olvidados.

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Desde luego, y si se empieza por el final, su última renovación por dos años y 48’5 millones fue una hipoteca para la reconstrucción/resurrección de la franquicia y una ocasión perdida para él, que vienía de ganar 30’4 millones en una temporada 2013/14 en la que jugó 6 partidos y 177 minutos. Y que lleva amasados casi 280 millones sólo en contratos con los Lakers. Un nuevo acuerdo rebajado a algo más de la mitad hubiera parecido más lógico si se enhebran sus 36 años y 19 temporadas en la liga con el sobrecargo que al fin y al cabo iban a asumir los Lakers para evitar sainetes en la continuidad de uno de sus símbolos históricos. Duncan sí supo leer en su día el equilibrio entre forrarse y jugar al lado de buenos jugadores, y LeBron, Bosh y Wade modularon sus salarios lo justo por debajo del máximo para conformarse como big-three en Miami. Más una cuestión de actitud, casi de intención moral, que de cuestas económicas. No en vano hablamos de jugadores con muchos ceros en los cheques y un casi ilimitado potencial de ingresos. Desde luego hay voluntad de ordeñar hasta el límite la ubre de la que caen los dólares, cosa que no es en realidad demasiado criticable de un punto de vista real, pero también un trasfondo de postura emocional. Kobe ha ganado mucho dinero y quería ganar, es obvio hasta la obsesión, el sexto anillo que iguale los de Jordan. Así que la cuestión esencial es que seguramente seguía pensando que podía ser el pez más gordo de un estanque campeón. Esa actitud post lesiones y post D’Antoni marca la confección de la actual y la próxima plantilla y aparece como un asunto tan trascendente o más para los Lakers, desde luego más delicado, que esos 48’5 millones comprometidos en la operación.

Al final del camino, un debate sobre egoísmo y colectividad que ha impregnado toda la carrera de Kobe, en gran medida una escalada egomaníaca que supo modular Phil Jackson con la retórica zen que también reajustó, hasta en eso hay vasos comunicantes, a Michael Jordan. Va en el carácter: en su segunda temporada (1997/98) Kobe se convirtió por aclamación popular en el titular más joven en la historia de los All Star. Como siempre sintió que todo lo que le rodeaba estaba dispuesto para que él lo cogiera, como un escenario coreografiado, aquel día tiró más (6/17) que Garnett y Malone juntos (8/15). Y se quitó de delante para marcar a Jordan al propio Malone, que dijo después que ya lo interesaban esos partidos “en los que los jovencitos le mandaban apartarse". Hoy no queda nada de la extraordinaria capacidad atlética que tenía entonces pero a cambio se fue modulando aquella hambruna bizarra y necesaria para sobrevivir en un ecosistema creado para devorar jóvenes promesas. Sin una fe en sí mismo que iba más allá del sentido común quizá Kobe no habría sobrevivido a las expectativas, a los demás y a sí mismo. Y no habría decidido saltar directamente de Lower Marion a la NBA desoyendo los cantos de sirena de Duke o la North Carolina en la que había jugado… Michael Jordan.

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Cuando sus padres todavía firmaban sus contratos porque estaba por debajo de la edad legal, el planeta baloncesto ya tenía su mirada fija sobre él. Es el tipo de presión y escrutinio que destruye carreras de altísimas miras. Demasiado pronto. Así que conviene analizar el carácter de las jóvenes pirañas pero también el ecosistema de las peceras que creamos para ellas. Bryant fue el jugador más joven en debutar en la NBA (18 años y 72 días: después le superaron Jermaine O’Neal y Andrew Bynum) y sigue siendo el más joven en estrenarse como titular (18 años, 158 días). Tardó tres partidos en anotar su primera canasta pero no terminó su año rookie sin meterse en el despacho de Del Harris para pedirle más jugadas diseñadas para él. Por entonces ya había lidiado con el olor a chamusquina que provocaba entre los veteranos. Veían peligrar tanto su puesto en el quinteto (Van Exel) como la primera plana de la franquicia (Shaquille llegó a decir que él no iba a ser “la canguro de nadie”). Y con las boutades calculadas de su agente, un Arn Tellen que ya había aireado que si había “un jugador que pudiera acercarse a Michael Jordan ese era Kobe Bryant”. Por la trituradora de la metáfora Jordan pasaron en su carrera con menos suerte, por unas u otras cosas, Vince Carter, Tracy McGrady, Jerry Stackhouse o Grant Hill. Nadie se acercó tanto y Michael Jordan selló el debate: “Veo mucho de mi forma de jugar cuando veo los partidos de Kobe Bryant”.

La verdadera fotocopia del mito, extraída de semejante nómina de aspirantes (jóvenes Prometeos), se gestaba cuando el mundo todavía miraba hacia otro lado. Los Lakers le probaron antes del draft de 1996 lanzándole a jugar contra un mito de la franquicia como Michael Cooper, que a los pocos minutos se lo dejó claro a Jerry West: “Es mejor que cualquiera de los que tenemos ahora en el equipo”. El destino estaba escrito pero había que darle un empujón. West acordó con los Hornets el intercambio de Vlade Divac por un número 13 del sorteo que fue Kobe Bryant aunque los Lakers no se lo dijeron a los Hornets hasta cinco minutos antes de su turno de elección. En secreto y anticipándose a todos, los Lakers habían trasladado armamento nuclear de Lower Merion (Pennsylvania) a Los Ángeles.

Así que para convertirse en lo que fue el Kobe de los siguientes quince años en la NBA había que ser el Kobe de los dos primeros años en la NBA. Al menos en cuanto al equipamiento psicológico básico. Del mismo modo que un cierto grado de sociopatía y canibalismo competitivo (más acentuados en Kobe que en otros) son necesarios para seguir con el hambre intacta a medida que se van acumulando lustros de carrera, reconocimientos, decenas de millones en el banco y magulladuras por todo el cuerpo. Kobe, como Duncan o Garnett, son un ejemplo para muchos, y pienso por ejemplo en la implosión de los egos en los Pacers de la pasada temporada sin más motivo que poco más de una temporada brillante y un par de ascensos, por ahora circunstanciales, a la categoría de All Star.

En su espantada/paréntesis de L.A. (18 junio 2004-15 junio 2005), Phil Jackson definió a Kobe Bryant como un jugador “imposible de entrenar” en aquella catarsis en formato libro que fue “The Last Season”. Pero ribeteó su regreso con un “si vuelvo a entrenar a este equipo es porque Kobe Bryant sigue en él” y acabó asegurando que Kobe era el mejor jugador de la tierra durante el tramo de los dos últimos anillos. Cuarto y quinto para el escolta, décimo y undécimo para el entrenador. De aquella pesadilla de 2004, el Payton-Kobe-Malone-Shaquille que quedó como un sueño suspendido y distópico, salió un Kobe Bryant propulsado al lado oscuro. Más de 46 minutos por noche en la final maldita ante los Pistons con un infame 17% en triples y, en cinco partidos, apenas 22 asistencias por 18 pérdidas. La rivalidad Bryant-Shaquille, hasta ahí llegó el equilibrio entre machos alfa, acabó con Kobe casi fuera de los Lakers y con Shaquille fuera de los Lakers. Y con una guerra no siempre fría de egos que tuvo a los medios de comunicación felices y a la NBA atrincherada durante unos años que al fin y al cabo acabaron en intercambio de halagos, asunciones de culpa, abrazos y el MVP compartido del All Star 2009 como armisticio con sabor a blockbuster hollywoodiense.

De sus relaciones de vestuario y pista sale uno de los debates más incendiarios sobre Kobe Bryant, que ha sido ya joven con altísima concepción de sí mismo, locomotora que no ha mirado atrás ni siquiera para ver quienes eran los compañeros que le seguían a lo lejos y finalmente veterano de liderazgo particular pero positivo. Y con Phil Jackson como pastor zen y fuente de iluminación. Aquí se juega Kobe, sea consciente o no, una parte de su legado casi tan crucial como el sexto anillo. Le está tocando lidiar con una reconstrucción que no llega, con un cuerpo al que cada vez le cuesta más seguir a su mente y con la esperada llegada de nuevos (y más jóvenes) gallos al corral. De los modos del traspaso de poderes dependerá en gran parte el regusto que deje este tramo final de su carrera. Del resultado de esta ecuación, y porque los medios somos como somos, saldrá un Kobe que será Gandalf o Torquemada. El examen de fin de curso de quien en los últimos tiempos, por cierto, apenas hablan mal excompañeros como Kwame Brown (ejem), Smush Parker (ejem, ejem) o Dwight Howard (ejem, ejem, ejem).

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Pau Gasol, con el que en España se quiso montar una fricción transatlántica de una sola dirección, habla maravillas de un jugador que le llama hermano, le defendió a dentelladas en sus valles mediáticos de los dos últimos años y al que consideró una de las pocas razones para firmar un nuevo y último contrato en los Lakers que finalmente no llegó. En la liga, y el Team USA de Londres posicionó su jerarquía espiritual entre las nuevas y grandes estrellas, Bryant es ahora un jugador respetado y admirado. Aunque desde luego ya no tan temido. Hace algunos meses Kevin Durant le señaló como el mejor de la historia y un amigo al que llamaba a cualquier hora de la noche para resolver crisis de su supersónica fase de crecimiento. Phil Jackson, otra vez, bendijo al último Kobe: “Ha aprendido a ser el tipo de líder que la sus compañeros quieren seguir”. De Kobe a lo largo de los años se han dicho cosas como estas dentro de su gremio:

Lo intentas todo en defensa y él sigue metiendo tiros. Y sigue, y sigue…” (Doc Rivers)
Si entra en racha, no hay forma humana de pararle. Es imposible” (Jalen Rose)
Siempre he pensado que es el mejor. No creo que ni siquiera se le acerque ninguno” (Alvin Gentry)
No hay nadie capaz de defenderle, ni un solo jugador en la NBA” (Byron Scott)
Es el modelo para cualquier jugador joven que llega a la NBA. Cada año ha ido aprendiendo y mejorando para ser mejor jugador” (Larry Brown)
“Se pone a meter tiros que parecen mal seleccionados pero entonces empieza a meterlos… Es muy difícil defenderle” (Chris Bosh)
¿Quién es mejor que Kobe Bryant?” (Amare Stoudemire)
Si tuvieras que hacer un equipo a partir de un jugador, sería él. Es imposible de defender y es casi imposible anotar contra él cuando se poen a defender” (Nate McMillan)
No hay nadie con más talento. Es capaz de cualquier cosa” (Alonzo Mourning)
Me encanta jugar contra él. Siempre quieres enfrentarte a los mejores y el mejor del mundo es él. Va e encontrar la forma de ganar el partido sea como sea. En eso me recuerda a Jordan” (LeBron James)
Acabará siendo considerado el mejor de la historia. Su mentalidad, su estilo… No se conforma con ganarte, tiene que machacarte, darte la última puñalada. Ese es un viejo arte que se está perdiendo en la NBA” (Mark Jackson)

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Y por supuesto… Kobe Bryant es mi héroe” (Shaquille O’Neal)

Tampoco se puede cuestionar el amor de Kobe Bryant por los Lakers y es una cuestión más de lógica que de hacer sonetos: lleva allí 19 años, una vida. Y no se puede por mucho que en ese tiempo haya habido dos sonados amagos de divorcio. Primero el flirteo con los Clippers que acompañó a su divorcio con Shaquille y que acabó con la firma de una ampliación por siete años y 136 millones… al día siguiente del traspaso de Shaq. Y la zozobra de 2007, con los Bulls al final del pasillo, tras los ha dicho pero no ha dicho pero quizá haya querido decir que precedieron a la entrevista con Stephen A. Smith en la que pronunció el infame “I want to be traded” (quiero que me traspasen). Tres horas después anunció que había hablado con Phil Jackson y que seguiría en Los Angeles.

En realidad su peor momento, su ascenso temporal al trono de gran villano oficial de la NBA, se hilvanó en el tramo central entre los primeros tres anillos y los dos últimos, entre el Kobe al que se le perdonaba por joven y el Kobe que aprendió a hacerse perdonar. Al menos un poco. Como eje, el paso por el purgatorio que fue la denuncia por ataque sexual (verano de 2003) de una trabajadora del hotel The Dodge And Spa At Cordillera, en Colorado. Un asunto resuelto muy de aquella manera y que coincidió con los años en los que unos Lakers de perfil bajo retrataron al Kobe, entra la obligación y la vocación, más individualista. De todo ese trance personal y deportivo emergió el Kobe definitivo. Sobrevivió al temporal que en gran parte había provocado con la rehabilitación deportiva y la reinserción mediática. Después de ese valle que pudo hundirle en la sombra, llegaron dos anillos, su único MVP de Regular Season, tres extensiones millonarias más con los Lakers y contratos con Nike, Spalding o Coca-Cola. Kobe había aprendido a sobrevivir a tantas cosas que supo hacer la más difícil: sobrevivir a Kobe.

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La fama de individualista está tan bien ganada como exagerada hasta la parodia por quienes pierden la razón al hacerlo. Muchos se regodean con que ya es el jugador que más tiros ha fallado en la historia pero no se fijan en que la mejor anotación en una decimonovena temporada en la NBA eran los 14,6 puntos por partido de Kareem: Kobe está promediando este año 25,4.  El Kobe jugador es así y el Kobe personaje ha acabado haciendo de ello bandera, entre la retranca que da la experiencia y la retórica bélica que le define: “Mi puesto es shooting guard, lleva en su nombre la palabra shoot: tirar. Así que no voy a dejar de hacerlo”. Kobe ha ganado una tonelada de partidos en volúmenes de tiro muy poco razonables. Aunque también los ha perdido, especialmente en los últimos tiempos y cuando no ha sabido asumir una más saludable modulación de su estilo y sus números. Los jugadores como él a veces desconectan a sus compañeros pero muchas otras les salvan. Son ceros en sus cheques muchas veces, un vórtice que se los lleva por delante otras. Desde luego su saldo final es positivo en el paradigma tirador/metedor más allá de extravagancias exóticas como la de la temporada 2005/06, en la que anotó la barbaridad de 35’4 puntos por partido… y lanzó la barbaridad de 27 tiros por noche. El resultado de cruzar a un Kobe muy enfadado y todavía a toda máquina en lo físico con un equipo fantasmal en el que formaba quinteto con Parker, Odom, Cook y Kwame Brown.

Aquel equipo, tan justo en tantas cosas, ganó 45 partidos en una Temporada Regular en la que Kobe anotó 27 veces más de 40 puntos… y 6 más de 50. Ese equipo tuvo a los Suns de Nash, Marion y Stoudemire 3-1 en primera ronda del Oeste, antesala de una de las actuaciones más discutidas de toda la carrera de Kobe Bryant. Después de sus heroicidades del cuarto partido para amasar tres match points para su equipo, dimitió en el séptimo (perdieron 121-90). Literalmente: sólo tiró tres tiros en todo el segundo tiempo y la TNT definió aquella como “una noche que iba a marcar su reputación para siempre”. Barkley perfeccionó la lógica inversa y aseguró que resultaba la cima del egoísmo del jugador egoísta dejar de serlo para que sus compañeros tuvieran que asumir responsabilidades… y quedaran en evidencia. Kobe y Phil Jackson hicieron luego un ejercicio de revisionismo al asegurar que había un plan trazado para que el resto de jugadores entraran en partido porque Kobe no iba a ganar solo. Incluso si fue realmente así terminó en un extremo tan grotesco que sigue siendo una de las peores noches, entre unas cosas y otras, en toda la carrera de Kobe.

Para el frente patriótico de debate baloncestístico queda, para algunos todavía y más de cuatro años después, el MVP de la final de 2010. Hay pocos análisis limpios porque maridan en formato bomba atómica las filias y fobias con respecto a Pau Gasol y Kobe Bryant. Para digerir eso basta una llamada a esa realidad tan obvia como muchas veces esquivada: ambos fueron campeones dos años seguidos. Kobe como el go-to guy que necesitaba Gasol, éste como el secundario fuera de categoría sin el que no podría haberlo ganado todo el primero. En el séptimo partido de la final en el Staples, el meollo de las iras de muchos gasolistas, ambos estuvieron a punto de ser sepultados por un muro monstruoso de presión. Pero finalmente ambos hicieron lo que había que hacer para ganar el anillo en un partido del que, si se juzga en absoluta pureza y sin mirar ni hacia delante ni hacia atrás, quizá el verdadero MVP fue Metta World Peace. Kobe se fue a 6/24 en tiros, desnortado durante más de tres cuartos, pero terminó con 23 puntos y 15 rebotes... y los Lakers ganaron. Pau Gasol anotó 19 puntos y cogió 18 rebotes también con más sufrimiento que estilo: 6/16 en tiros de campo, 7/13 en tiros libres. Y los Lakers ganaron. A partir de ahí, para que un jugador franquicia que rinde a buen nivel durante toda la temporada y los playoffs se quede sin el MVP de una final, en esta tiene que ser muy claro su bajón de rendimiento y muy evidente la superioridad sobre él del otro aspirante. Y no fue el caso. A lo largo de siete partidos contra los sistemas quirúrgicos de Doc Rivers, Kobe se las apañó para promediar 28’6 puntos, 8 rebotes, casi cuatro asistencias y más de dos robos por partido. El MVP fue justo y decirlo no implica negar que en esos partidos vimos a Gasol en, seguramente, su mejor nivel real de competitividad, dureza y producción (18’6´11’6+3’5 asistencias+2’1 tapones). Una catarsis, otra vez Phil Jackson al fondo, en la que rastrilló a un Garnett que le había devorado dos año antes, en la final de 2008.

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El cuerpo de Kobe Bryant es un mapa topográfico que recorre casi dos décadas de batallas, ganadas y perdidas, y constante exigencia extrema. Ha tenido que probar tratamientos experimentales para las rodillas y ha jugado con lesiones de tobillo o con fracturas en dedos de la mano de tiro. Una pelea contro todo en la que sólo el tiempo le aguantó el pulso primero y comenzó a combar su voluntad de hierro después: “Siento dudas e inseguridad. Tengo miedo a fracasar. Ahora hay noches en las que salgo a la pista y me duele las espalda, me duelen los pies, las rodillas… Me dan escalofríos. No sé ni cómo voy a recuperarme de esta lesión pero mi intención es lograrlo. Es el último capítulo, sé que mi libro se está cerrando. Sólo me queda por averiguar cómo van a ser las últimas páginas”. Las últimas páginas se empezaron a escribir cuando se rompió el talón de Aquiles el 13 de abril de 2013. Sobre un pie anotó dos tiros libres que ayudaron a que una temporada de pesadilla acabara al menos en playoffs y se fue para jugar desde entonces sólo seis partidos entre el 8 y el 17 de diciembre. En el cuarto sumó 21 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias, en el sexto se rompió para el resto de la temporada: primero la tibia, después la rodilla. El tiempo cobrando cheques atrasados, el penúltimo pagaré de un libro que, efectivamente se cierra. Pero que lo hará siendo un tomo de la historia de la NBA.

Kobe comenzó la temporada con 36 años. Un final de trayecto recorrido por la gatera parecía una opción tan lógica que quizá por eso mismo no era conveniente apostar contra Kobe. No mucho dinero al menos. Como mínimo sigue siendo la única certeza inamovible en unos Lakers irreconocibles a los que se les está oxidando hasta la mística. Y entonces les quedaría muy poco. Kobe ha asumido con naturalidad que los jóvenes cabalgan sobre él en términos del Team USA y así lo demostró también en los alrededores del pasado All Star. De momento no lo ha sabido hacer de la misma manera en los Lakers: los 48 millones que firmó le robaron el beneficio de la duda. Es un cruce de caminos cuyo resultado es imprevisible: para muchos, y tiene sentido, su figura está retrayendo a las grandes estrellas que salen al mercado pero que no quieren arriesgarse a someterse a su gigantesca sombra o a tener que verse obligado a robarle a palos el bastón de mando. Por eso los Lakers quizá deberían haber pensado más en estrellas en el camino hacia la plenitud que en las que ya están en ella. Pero al mismo tiempo, y algo de eso espantó a Dwight Howard, Kobe Bryant es el último de un linaje sagrado que pasó de su camiseta a sus venas. No hay casi nadie más laker que Kobe. Y hablamos de la franquicia, recuerdo por si hiciera falta, de Magic Johnson, James Worthy, Kareem Abdul-Jabbar, Wilt Chamberlain, Elgin Baylor, Jerry West, Gail Goodrich, Jamaal Wilkes o Shaquille O'Neal.

En definitiva, muy pocos han jugado mejor y nadie ha jugado más de púrpura y oro que Kobe Bryant. Hasta hoy, 1269 partidos y 46440 minutos en Regular Season, 220 y 8640 en playoffs. A lo largo de 19 años y en unos números que no distinguen noches buenas de malas ni salud de enfermedad, ha promediado 25’5 puntos, 5’3 rebotes, 4’8 y 1’5 robos por partido. Una tabla calcada con precisión robótica en las eliminatorias por el título, cuando las defensas hacen crujir los huesos y el balón abrasa las manos: 25’6, 5’1, 4’7 y 1’4. Los mejores entrenadores del mundo, buena parte de ellos entre los mejores de la historia, han lanzado sistemas defensivos de toda clase contra él y casi todos han reconocido que hay días, esos días, en los que podrías lanzarle una manada de gorilas: no le detendrías. En el quinto partido de la primera ronda de 2012 desató 43 puntos sobre los Nuggets de George Karl. Denver ganó ese partido pero perdió la serie. Y Karl hizo esta reflexión: “Hay jugadores que son especiales por su deseo inquebrantable de ganarte. Kobe puede tener días malos, puede a veces obcecarse por ser egoísta… pero ese deseo que tiene de derrotarte es tan poderoso… En los últimos cuartos igualados se siente capaz de todo, no tiene miedo a nada. Ni a las mejores defensas colectivas o individuales, ni a dobles o triples marcajes… ¿Veis los tiros que mete? Por favor… ¿Qué se supone que se puede hacer contra eso? Nada, sólo decir 'bueno, lo ha vuelto a hacer'. Es un ganador, porque hay una diferencia entre jugadores con talento y jugadores ganadores”.

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Todo lo que se dice de Kobe no se dice sólo por los cinco anillos y no se dice desde luego porque un día metió 81 puntos o porque ha anotado ya más que Michael Jordan . Los hitos son apenas puntos cardinales, referencias temporales de una trayectoria en la que ha sucedido todo esto:

- Cinco anillos de campeón de la NBA
- Dos MVP de las finales
- Un MVP de la Temporada Regular
- Dieciséis veces All Star
- Cuatro veces MVP, récord histórico, del All Star
- Once veces incluido en el Mejor Equipo de la temporada, algo que sólo han logrado él y Karl Malone
- Nueve veces en el Mejor Equipo Defensivo de la temporada
- Dos Oros Olímpicos
- Máximo anotador de la historia de los Lakers
- 17 veces Mejor Jugador del Mes en la NBA
- 33 veces Mejor Jugador de la Semana en la NBA
- Máximo anotador en activo y tercero máximo de la historia
- Máximo anotador en activo y tercer máximo de la historia de los playoffs
- Máximo anotador de la historia del All Star

Kobe ha sido cuatro veces el máximo anotador de la NBA, las mismas que Kevin Durant y ambos sólo por detrás de las once de Michael Jordan y las siete de Wilt Chamberlain. Entre 2000 y 2013 estuvo siempre en el top ten de la liga en anotación, y en ocho de esas trece temporadas también figuró entre los tres primeros. Cuando anotó 81 puntos ante Toronto Raptors el 22 de enero de 2006 se puso detrás de los 100 puntos de Chamberlain en anotación en un partido y también en medio: 55. El mítico pívot, en su día un gigante entre hombres, es la última frontera de muchos de los récords de Kobe, lo que demuestra que sus cifras pertenecen en muchos casos a otro tiempo, a otro baloncesto. En la temporada 2006/07 (en la que batió su récord de tiros de campo: 1757) firmó diez partidos anotando 50 o más puntos. Otra vez, algo que sólo había conseguido Chamberlain… en la era jurásica: 45 partidos en la 1961/62, 30 en la 1962/63.

Kobe tiene todavía el récord de triples en un partido NBA: tiró 18 y metió 12 el 7 de enero de 2003 contra Seattle Supersonics. Sus topes personales en un partido son 81 puntos (claro), 47 tiros a canasta (contra Boston, el 7 de noviembre de 2002), 16 rebotes, 15 asistencias, 7 robos, 5 tapones, 54 minutos, 23 tiros libres anotados, 27 tiros libres intentados… Ha superado dos veces los 30 puntos en un solo cuarto, ha anotado cinco veces 60 o más puntos; 24 veces 50 o más, 115 veces 40 o más… Fue en su momento el más joven en alcanzar cada cifra redonda de anotación entre los 23.000 puntos y los 31.000. Y sigue siendo el único jugador que ha metido 600 puntos en tres playoffs seguidos (2008-2010). Entre el 16 y el 23 de marzo de 2007, Kobe firmó cuatro partidos seguidos con más de 50 puntos, la segunda mejor marca de siempre por detrás de… sí, Wilt Chamberlain (siete). Entre el 6 y el 23 de febrero de 2003 enlazó nueve partidos seguidos con 40 o más: los mismos que Michael Jordan. Chamberlain llegó dos veces hasta los catorce.

Se podría seguir pero esto no pretende ser una recopilación wikipédica sino una exposición que explica y saca lustre a casi todo lo dicho anteriormente. De la mezcla de palabras y números emerge la dimensión del jugador que dominó junto a Tim Duncan una era de la NBA, la que rodó (la década 2000-2010 como eje) del final de Michael Jordan al ascenso de LeBron primero y Durant después. Kobe, viajando al partido que salpica por varios sitios este artículo, no es el jugador que metió 81 puntos en un partido pero es un jugador que metió 81 puntos en un partido. El pensamiento europeo, tan a carta cabal, reniega muchas veces de estas hazañas a favor de una idea del juego que considera más ortodoxa del mismo modo que no encuentra diversión en los All Star Game. El deporte americano se lo pasa de maravilla, en cambio, sentándose delante del televisor para divertirse y, cuando la ocasión lo permite, citarse con la historia venga esta por donde venga. Pensamiento de star-system. Está en su cultura y está en su deporte. A los que reniegan de forma más incorregible de las mareas que funden los dos lados del Atlántico hay que reprocharles la crítica de lo circense, la conversión automática de los espectacular en poco serio. Dicho esto, desde luego ese no fue el mejor partido de Kobe Bryant. Fue una extravagancia maravillosa en su contexto pero no la definición más amplia posible de todo lo que recordaremos de él.

Ahora que anochece en su carrera, es difícil no recordar con absoluta admiración noches que quedan suspendidas en nuestras retinas como la prueba de que los jugadores especiales pasan pero la estela de sus hazañas permanece. Quizá el icono del primer Kobe sea aquel game 7 de la final del Oeste de 2000 contra los Blazers de Rasheed, Pippen y Sabonis. Con 21 años, comandó la furiosa remontada laker en ruta hacia el primer anillo desde 1988 (31-13 en el último cuarto para el 89-84 final) con 25 puntos, 11 rebotes, 7 asistencias, 4 tapones y el ya icónico alley-oop a Shaquille que selló el triunfo y que ahora recordamos como la imagen definió una era, la que inició una dinastía. Después, en el segundo partido de la final ante Indiana, se torció el tobillo al caer tras una suspensión sobre el pie de un Jalen Rose que doce años después reconoció haberle lesionado a propósito. Se perdió ese partido y el tercero pero decidió el cuarto, resuelto en la prórroga (118-120) y con Shaquille en el banquillo con seis faltas (y 36 puntos y 21 rebotes...). Kobe anotó 22 puntos en el segundo tiempo, los últimos en la canasta de la victoria.

Un años después, los Lakers pasan como un vendaval por los playoffs de 2001 (15 victorias, una derrota) con 29’4 puntos, 7’3 rebotes y 6’1 asistencias por partido de un Kobe al que Shaquille (más de 30 puntos y 15 rebotes por noche) bautiza como “el mejor jugador de la NBA”. En la temporada 2002/03 atraviesa febrero en un trance celestial literalmente asombroso: 40’6 puntos, 6’9 rebotes, 5’9 asistencias y 2’2 robos por partido. Incluso en la siguiente temporada, la que termina con la desaparición en la final ante los Pistons, hay algún recuerdo colosal que aterriza a vuelapluma: en el último partido de la temporada los Lakers aseguran el título del Pacífico con un partido de 37 puntos y 8 rebotes de un Kobe que anotó el triple que forzó la prórroga y el que decidió el triunfo en el segundo tiempo extra.

Desde luego, el partido de los 81 puntos no fue el gran partido de Kobe, sólo un descomunal mordisco a la historia. En esa misma temporada 2005/06 anotó veintisiete veces más de 40 puntos. El 20 de diciembre fundió a los Mavericks con 62 puntos en tres cuartos en los que dominaba a todos el equipo rival (62-61), lo única vez que ha sucedido algo semejante desde que existe el reloj de tiro.

La mayoría de estos partidos están en la memoria colectiva aunque, la continuidad en la excelencia, se tienden a difuminar las grandes noches atrapadas por las excelentes. En la ruta de las tres finales y los dos anillos junto a Pau Gasol (2008-2010), Kobe jugó series de playoffs estratosféricas, operaciones de cirugía aplicadas sobre rivales de toda clase, siempre entre los mejores de la liga. En 2008 fundió a los Nuggets con secuencias de juego incontrolables y rematadas con un partido de 49 puntos, 10 asistencias y un 66% en tiros de campo. Un año después, y tras una temporada en la que logró seis winning shots sobre la bocina, volvió a Denver para sofocar la insurgencia nugget en una muy comprometida final de Conferencia y recuperar el factor cancha perdido en el Staples con 41 puntos en el tercer partido. Después los Lakers jugaron contra Orlando una final de mentiroso 4-1: los partidos segundo y cuarto cayeron de milagro del lado angelino. El primero no porque Kobe dio la bienvenida a Howard y compañía con 40 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias. En esa final sumó 32’4 puntos, 5’6 rebotes y 7’4 asistencias por noche. En 2010, y antes de la ya muy citada final ante los Celtics, los Lakers escaparon a las defensas zonales de los Suns de Gentry, un inesperado pero incómodo rival en la final del Oeste. Kobe anotó 40 puntos en el primer partido y repartió 34 asistencias entre los tres siguientes para desmontar la estrategia de los de Arizona. La versión playoffs de Kobe: “Si yo entro en pánico, todos los demás entrarían en pánico”.

El casi perfecto plan de persecución de Michael Jordan quedó congelado ahí, en el tope de los cinco anillos. Diversos extravíos han alejado cada vez más el sexto mientras la NBA redibujaba su mapa de poder y la Mamba Negra se convertía en Vino y lidiaba con los primeros achaques de la edad. Los reales y los que imaginaban los demás: en 2010 ESPN le rebajó hasta el séptimo puesto en su ránking de mejores jugadores de la liga. Su respuesta fue batir el récord de puntos de un jugador en decimosexta temporada: 48 a Utah Jazz. “No está mal para el séptimo de la liga”, dijo camino de los tres siguientes partidos: 40, 42 y 42 puntos. No apuesten contra Kobe. No demasiado dinero.

La montaña megalítica de datos no esconde detrás de ella a un jugador superdotado: lo encumbra. Uno de los mejores de siempre más allá del tacto con el que hay que enhebrar posiciones y épocas. Es difícil compara a Kobe con Chamberlain, Russell o Abdul-Jabbar... pero no lo es tanto hacerlo con Michael Jordan. Los dos escoltas, seguramente los dos mejores de siempre y los dos solapados en el tiempo. Kobe ha vivido para lo bueno y para lo malo colgado de esa comparación que no deja de ser la búsqueda eterna del jugador perfecto. Cada año más parecido en estilo y números pero finalmente por detrás de His Airness en casi todos los medidores objetivos. Jordan fue, al menos, competitivamente impenetrable en tramos más concentrados y estancos de su carrera: quince años a pesar de un par de retiradas tentativas e incluyendo el periplo final en Washington. Para mí Kobe está por delante desde un punto de vista puramente subjetivo, prácticamente emocional. Pero ambos están también por detrás de Magic Johnson.

A Kobe le queda haber sido mimético a Air en muchos movimientos en pista y en muchas formas de demoler rivales. Y le queda el haber alcanzado un punto incluso más plástico y de una mayor perfección técnica en algunos aspectos de su juego. Quizá el discípulo no superó al maestro pero se hizo con casi todas las armas para hacerlo. Y no es poco. El mejor ejemplo son esas suspensiones en fade away que en Jordan eran de una rectitud intachable y en Kobe de una angulosidad inexplicable a partir de su increíble capacidad para formular sus posiciones de tiro ya en el aire, en elevaciones heterodoxas y con los rivales literalmente encima. Cuando Kobe dejó de volar por encima de los rivales aprendió a crujirlos llevándolos la poste. Cuando perdió velocidad ganó lectura de juego. Y el depredador no declinó, sólo mutó. Lo mismo supo hacer Jordan.

Kobe casi siempre pierde en el debate con Jordan pero ha conseguido que exista el debate y que se pueda sostener con cierta legitimidad. Un trecho al que nunca se acercaron otros llamados a heredar la corona. Los ingredientes iban en el código genético pero la receta se ha cocinado a fuego lento y a través de 19 años de trabajo infatigable y sin excusas. En cada ciudad a la que llegaban los Lakers había una habitación de hotel acondicionada para que Kobe Bryant entrenara. Cuidados escrupulosos los 365 días del año, estudio científico del juego. Esa es la pasta de la que están hechos Kobe, Tim Duncan o Kevin Garnett. Y eso les ha apartado del resto en términos de longevidad y competitividad. Precisamente lo mismo que ha ido acercando a Kobe a la alargada sombra de Michael Jordan. No olvidemos lo que dijo George Orwell: “Todos somos iguales menos algunos que somos más iguales que otros”.


46 Comentarios

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Mathias

Wow, qué artículo! No termine aún de leerlo voy algo así por la mitad y lo dejare para después pero de momento, mis felicitaciones para el autor increíble como resume paso a paso cada cosa de Kobe. Aunque eso sí, yo discrepo en mi quinteto inicial histórico, MJ es el mejor... pero para gustos colores, no?

05/04/2014 07:39:20 PM

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Jesus Gascon

INCREIBLE, todo,todo todo el texto, sin excepción. Enhorabuena

05/04/2014 08:37:38 PM

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Flagellio

Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que se dice en el artículo. Kobe ha aguantado la eterna comparativa con MJ durante toda su carrera, cosas que otros jugadores no han soportado. Es justo reconocer su grandeza, ahora que se aproxima el momento de su declive.

05/04/2014 09:27:02 PM

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Manuel Pineda

Realmente de acuerdo con la idea central del artículo: Cuando te acostumbras a la excelencia, parece que lo excelente es vulgar. Y eso es lo que pasa, o ha pasado, con Duncan y Kobe principalmente, Garnett es el otro que queda de esa "vieja escuela" aunque en mi opinión está un paso por detrás de ambos. Como dijo Barkley en la serie contra Phoenix en el 2010: "Ernie, that's just greatness!"

05/04/2014 09:28:12 PM

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Manuel Pineda

Realmente de acuerdo con la idea central del artículo: Cuando te acostumbras a la excelencia, parece que lo excelente es vulgar. Y eso es lo que pasa, o ha pasado, con Duncan y Kobe principalmente, Garnett es el otro que queda de esa "vieja escuela" aunque en mi opinión está un paso por detrás de ambos. Como dijo Barkley en la serie contra Phoenix en el 2010: "Ernie, that's just greatness!"

05/04/2014 09:28:12 PM

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Seagull

Espectacular articulo!!! Que recuerdos! Que carrera! Admiro a MJ pero Kobe es el mejor, fiel a los lakers y un vencedor!!!

05/05/2014 12:19:04 AM

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FLASHMIN333

Buen articulo crack! Pero no veo logico elegir a Kobe por delante de Air!! Te puede gustar mas, correcto, pero admites que Jordan es mejor, y siempre queremos tener a los mejores en mi equipo no?

05/05/2014 12:26:30 AM

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Jorge

Una maravilla.

05/05/2014 12:40:28 AM

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Hector

Magnífico artículo. Todos los artículos de Juanma Rubio son excelentes. Ahora que Daimiel se prodiga poco es un digno sustituto.

05/05/2014 02:45:20 AM

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Faustonauta

Gracias Kobe.

05/05/2014 08:37:07 AM

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Wylly

Genial articulo. De todo lo que se dice de el a mi siempre me fascina que no se esconde. Puede estar el partido apuradisimo y siempre aparece el para intentarlo. Asume su responsabilidad como nadie. En las olimpiadas frente a España recuerdo como cuando se puso la cosa muy apurada y la cara de algunas "megaestrellas" era de pánico absoluto. En ese momento, 2 triples de Bryant. Por eso es quien es. Hay que tener mucha fe en uno mismo y mucha responsabilidad para asumir esos minutos. Y a el nunca le falta. MITO.

05/05/2014 10:43:13 AM

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jl

de bien nacido es ser agradecido: gracias Juanma por tu artículo/recopilación/epílogo temprano de uno de los mejores jugadores/deportistas de la historia, y, gracias Kobe, por todo lo que nos has dado en todos estos años, sean cuales sean los motivos/móviles de tal entrega absoluta

una cosa Juanma: has escrito en tu artículo, como quien no quiere la cosa, como de puntillas, que tanto Michael Jordan como Kobe Bryant quedan por detrás de Magic Johnson, para mi el JUGADOR por excelencia de toda la historia de la NBA, que conquistó mi corazón hace ya mucho tiempo y que me hizo disfrutar como nadie lo ha hecho desde entonces; para cuándo, Juanma, tu artículo sobre Magic?

05/05/2014 11:17:22 AM

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Borja

He tenido la suerte de verle jugar en directo en 3 ocasiones. Primero junto a Shaq ante los Raptors de Vince Carter, luego junto a los Parker, Brown o Cook y, por último, junto a Gasol en el TD Banknorth Garden. Me da igual que sea el mejor de la historia, el segundo mejor o pertenezca al Top 10, eso que me llevo.

05/05/2014 12:00:19 PM

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Jmvizcaya

Excelente artículo.

05/05/2014 03:22:20 PM

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Rubinho

Yo soy de los viejos del lugar que empezaron a seguir la NBA en la época de MAGIC (con mayusculas) y el showtime. No me da la gana elegir entre MJ, Kobe o Magic; ninguno de ellos se merece que elija.

A Kobe se las he visto meter de todos los colores y en todas las situaciones. 18 temporadas. Casi nada. Parece que Kobe fuera eterno...pero, por desgracia, no lo es. Como volvera con 36 tacos? Estoy seguro de que mejor de como volvio MJ en Washington.

05/05/2014 04:57:12 PM

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Sr Lobo

Buaf, I N C R E Í B L E !!!!! Juanma, sería mucho pedir un artículo tuyo para cada día de la semana ?? (los festivos puedes descansar jajaja) Gran análisis de uno de los 3 mejores jugadores de la última década (junto a Shaq y Timmy)

05/05/2014 05:13:56 PM

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Marcos

Grandísimo artículo, sin desperdicio. Yo sigo poniendo a Jordan por encima, pero KB24, es muy grande, muy muy grande. Espero que el sucesor sea KD, porque King James me cae como una patada en el cielo del estómago( aún reconociendo que podrá batir el record de anillos).

05/05/2014 08:12:44 PM

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robert

Increible articulo, como os estais currando los del AS la sección de la nba, asi da gusto, y que decir de Kobe... para mi el GOAT de la nba, el día que se retire será un día negro para la historia de la nba.

05/06/2014 12:12:57 AM

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moisés

Simplemente genial. Me quito el sombrero. Media hora justa para leerlo, degustarlo lentamente, entenderlo Soy jordanista hasta la médula y Kobe es un jugador que llega a desesperar pero tiene ese algo que le hace diferente. Y yo lo admiro y respeto.

05/06/2014 12:23:16 AM

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batallador

Impresionante artículo!!, nunca he sido un apasionado de Kobe, como tampoco lo era en su momento de Jordan, pero este artículo hace justicia punto por punto.

05/06/2014 09:22:47 AM

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keonclark

Increible tu artículo Juanma,

Yo querría destacar al útlimo Kobe y sus increibles 47puntos 5rebotes 8asistencias 3robos y 4tapones con 1 sola perdida contra los Blazers el 10 abril de 2013, tan solo 3 días antes de caer lesionado contra los Warriors.

Era un kobe tremendo aquel que el año pasado condujo a unos desechos Lakers hasta la última plaza de playoffs.

05/06/2014 12:40:18 PM

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david

vaya maravilla de texto

05/06/2014 03:31:30 PM

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Julian

Enhorabuena por el artículo. Fantástico. Sublime. Colosal.

05/06/2014 11:05:59 PM

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jesus

gracias por el articulo, me he enterado de muchisimos datos que desconocia sobre este gran jugador. Se ve un conocimiento enorme sobre el tema. Aunque la redaccion es un poco dura de leer.

05/07/2014 10:57:00 AM

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Guillermo

Phil Jackson ya dijo que, a nivel de entrenamientos, Kobe estaba muy por encima de Jordan. Lo cual explica mucho de lo que comentas aquí

http://www.basquetplus.com/articulo/phil-jackson-kobe-entrena-m%C3%A1s-duro-que-jordan

12/15/2014 12:38:25 PM

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Ismael

Excelente artículo, de repente ves que llevas 15min leyendo y esto sigue, y es q engancha!!

Sólo una cosa comentas q tanto MJ como Kobe están por detrás de Magic, a los q no vivimos la época Bird-Magic nos sueñan extrañas muchas comparaciones. Pero decir q Magic está por delante de quizás los dos mejores de la historia merece ser desarrollado un poco para que se entienda!!

PD: tendré que bajarme algún partido de la época que ahora ya me pica el gusanillo!! Jejeje

12/15/2014 12:54:20 PM

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Rafa

Me sumo a las felicitaciones por el artículo. Yo soy de los que cree que Jordan fue mejor, pero reconozco que hay debate.

Kobe es muy grande, cuando se retire le echaremos muuucho de menos

12/15/2014 01:05:06 PM

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Pablo

Juanma, he leído muchas veces este artículo desde que lo publicaste, más para evadirme un poco del triste presente del equipo que por otra cosa, pero no me cansaré de repetirlo. Es una MARAVILLA de texto. Sencillamente genial.

12/15/2014 03:00:40 PM

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JOSE EULOGIO

Alucinante articulo.GRACIAS

12/15/2014 06:41:52 PM

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Eduard

Kobe nunca ha sido un jugador de equipo. Nunca ha entendido la esencia del juego, como hicieron Bird o Magic. El juego nunca vino a él de manera natural, siempre tuvo que forzarlo para hacerlo suyo –Jordan también, pero al final llegó al mismo lugar que Bird y Magic, a la misma esencia, aunque por distinto camino; Kobe no llegó y fue porque no comprendió lo que realmente es el baloncesto (y cualquier deporte), e incluso me atrevería a decir que ni siquiera lo consideró importante. Su competitividad le ha llevado hasta cotas que se suponía nunca alcanzaría por talento o actitud, pero hasta en este aspecto no ha terminado de entender bien qué significa ser competitivo: significa que sacrificarás todo por la victoria, tu individualidad lo primero –Kobe nunca dejaría de ser Kobe bajo ninguna circunstancia. Por esto nunca ha sido un líder real para sus compañeros, tan sólo una figura autoritaria a la que temer. Un grande en la pista, una leyenda al nivel de otras como Erving, O'Neal, Malone o Barkley, aquellos que rozaron por un instante a los verdaderamente grandes –les pongo nombre si queréis: Jordan, Russell, Bird, Magic, Jabbar y Chamberlain (paréntesis para Lebron: no está aquí pero está por encima de Bryant).

De todas maneras y pese a mi opinión encontrada, un artículo exquisito (como siempre)

12/15/2014 10:41:13 PM

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javierjjm

Por qué no se llenan los periódicos con articulos así ?

Por qué no se llenan las redacciones con periodistas así?

Muchas gracias y felicidades.

Con el sueño que tengo y aquí estoy pegadito .

Mañana me acordaré d esta media hora "perdida". ;-)

12/16/2014 01:14:44 AM

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Emil Mathers

Impresionante artículo que resume la carrera deportiva del quizás deportista más competitivo (en el buen sentido de la palabra) de la historia. Emocionante lectura. Gracias

12/16/2014 02:08:53 AM

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Manuel

Tremendo artículo. Enhorabuena ¡

12/16/2014 11:23:43 AM

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JORGE

D. Juanma Rubio, usted me hace amar el baloncesto cada día más, espero sus artículos como agua de mayo. Para mí Kobe no está por detrás de ningún jugador de la historia, está al nivel de los mejores, y ese espíritu competitivo le convierte en, seguramente, el jugador al que le daría siempre la última bola de partido.

12/16/2014 12:49:11 PM

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Francisco Ramón

Qué maravilla de artículo. Una gozada leerlo. Yo soy Laker de corazón y de Magic Johnson porque él me llevó cerca de las estrellas. Pero Kobe se merece la comparación con Air Jordan. Y eso solo está reservado para los mejores de la historia.

12/16/2014 12:58:33 PM

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Miquel AL

Me quito el sombrero y aplaudo al autor de este artículo (y los otros que he leído suyos)

12/16/2014 05:19:01 PM

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Dr.Rutherford

El mejor artículo de baloncesto que he leído en mucho tiempo.

12/16/2014 06:37:08 PM

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Diana

Wowww..... Que artículo!!!! Sin palabras! Teniendo en cuenta la época y lo que acaba de lograr Kobe, una de las mejores martes es "Kobe casi siempre pierde en el debate con Jordan pero ha conseguido que exista el debate y que se pueda sostener con cierta legitimidad".

12/16/2014 11:09:07 PM

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Durantula

Grandísima pieza, Juanma. Entre tú, Gonzálo Vázquez y Andrés Monje estáis dotando a este país de una literatura NBA fascinante. Para hacer un libro con vuestros artículos.

Dicho esto, no entro (por edad) en la comparación Kobe vs Jordan. No vi jugar (en directo) a Jordan. Y aunque sus vídeos están ahí, la comparación me parecería descontextualizada. Los que tuvisteis la suerte de que Jordan os robara horas de sueño tenéis una mejor vara de medir para hacer esa comparación.

En lo único que quiero entrar es en el archifamoso debate del MVP de las finales del 2010. Coincido contigo en que si el jugador franquicia de un equipo hace los números de Kobe, en EEUU no hay debate posible. Pero la sensación que me quedó entonces a mí, al acabar aquella maravillosa final, es que sin Gasol los Lakers no hubieran sido campeones. Y sin Kobe, quizás sí. Es decir, más allá de los (a veces mentirosos) números, Gasol fue esencial y Kobe sustancial. Y no es chovinismo, que ni siquiera soy el mayor fan de Gasol, es el reconocimiento a un Pau que hizo siete partidos imperiales, perfectos. Y que en otra cultura menos esclava de los números, quizás hubiera ganado ese MVP.

Lo dicho, enhorabuena por la grandísima pieza, Juanma. Un saludo.

12/17/2014 02:38:44 PM

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jul

Joder, que pedazo de articulo, la ostia. Yo he tenido el placer de disfrutar a ambos y desde luego kobe ha sido lo mas parecido q habra de jordan. Eso si, para mi tb un tal Magic esta por encima de ambos...algo inexplicable, que va mas alla de meter 30 puntos noche si y noche tb...

P.D. que gusta da leerte juanma rubio!

12/19/2014 11:51:18 AM

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JOKINGAAD

GRANDE!! Siempre he echado de menos alegatos pro Kobe, reconocimiento al último old school, la elegancia echa baloncesto. Más que defendible como segundo mejor jugador de todos los tiempos, al menos por atributos netamente baloncestisticos. Es el heroe de los post-jordan. El último de la estirpe de escoltas lider. Hasta los güevs del tiempo del alero, del oso patoso abusón. Grande KB!!!

12/28/2014 11:54:13 PM

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JOKINGAAD

GRANDE!! Siempre he echado de menos alegatos pro Kobe, reconocimiento al último old school, la elegancia echa baloncesto. Más que defendible como segundo mejor jugador de todos los tiempos, al menos por atributos netamente baloncestisticos. Es el heroe de los post-jordan. El último de la estirpe de escoltas lider. Hasta los güevs del tiempo del alero, del oso patoso abusón. Grande KB!!!

12/28/2014 11:54:15 PM

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Kiko Fdez

Soy Laker 100%, MAGIC el mejor de la historia, por delante de Jordan, y aunque Kobe es demasiado individualista, he de reconocer que es un superjugador, si el baloncesto fuese de 1 jugador, Jordan y Kobe lucharían por el trono, pero aún así suerte han tenido los lakers de disfrutar de él.

12/29/2014 09:03:03 PM

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aretxederra

Extraordinario artículo. Crema pura. Y además estoy de acuerdo en todo.

01/17/2015 06:22:33 PM

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tony

gran articulo de verdad.muy trabajado y concuerdo bastante con él. enhorabuena

02/08/2015 01:23:28 AM

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futbol 2016

Bryant es el hombre más guapo del mundo

Él tiene excelentes habilidades

Me gusta verlo jugar! ! !

04/11/2016 11:26:33 AM