La historia de Andreas Krieger, un hombre que antes era una mujer llamada Heidi, es espeluznante y vuelve a la actualidad por sus declaraciones en un seminario de prevención del dopaje organizado por la Federación de Atletismo de Austria. Pertenecía a la República Democrática Alemana, un país que creó un sistema de dopaje de Estado nunca superado y que espero que nunca se supere, ni se intente.
Fue detectada en edad temprana, comenzaron a doparla a los 16 años, la atiborraron de hormonas masculinas (más, mucho más que a Ben Johnson), le dieron también anabolizantes, para completar el cóctel, llegó a ser campeona europea en Stuttgart 1986… y se convirtió en un juguete roto. Y no sólo deportivamente, que eso es lo de menos.
Cambió de sexo, se convirtió en un hombre, se casó con una nadadora llamada Ute Krause, ahora Ute Krieger-Krause. Y reconoció que todo su problema se debe al dopaje sistemático y masivo. Así lo ha dicho, alto y claro. Tanto él como su esposa reciben un subsidio oficial como víctimas del dopaje de la RDA. Una compensación que perciben decenas de ex deportistas de ese país, ahora integrado, nuevamente en la Alemania Unificada.
Y es que el dopaje, además de ser una trampa, porque vulnera normas que están escritas para cumplirlas, es un peligro. Y eso es lo más grave. El dopaje masivo no sólo provoca problemas físicos o historias como la de Andreas/Heidi Krieger. El dopaje mata.
Hay muchos casos conocidos en ciclismo. Otros que se ocultan. Y hay casos en atletismo. Algunos reconocidos así, claramente, en publicaciones patrocinadas por la Federación Internacional. Otros, enumerados en listas que me llegan y que no publico, porque algunos casos me parecen fiables y otros no, y es difícil separar la paja del trigo.
¿Merece la pena arriesgarse? Por cierto, Yannick Noah ha atacado virulentamente al deporte español en Le Monde. Yo hice el reportaje para AS recogiendo el artículo. Noah, por cierto, es un impresentable, porque no se puede acusar sin pruebas y señalar con el dedo a los mejores, simplemente porque son los mejores. Hasta el máximo responsable del deporte francés le ha reprendido.
Siguiendo con Noah y sus despropósitos. No se lo tengáis en cuenta a Francia. Os puedo asegurar que allí admiran al deporte español, de verdad. El año pasado estuve en la embajada francesa en Madrid, en un homenaje que dieron al deporte español, y el embajador, que habla un español perfecto, vino a decir algo así: “Nos ganan ustedes en fútbol, en baloncesto, en tenis… ¡menos mal que no se han puesto ustedes a jugar al rugby!”.
Regresando al principio, a Andreas Krieger. Sus marcas no han sido anuladas, ni las del resto de atletas de la extinta RDA. Son marcas producto del dopaje. ¿Habría que anularlas? Todo es opinable, pero no podemos estar revisando la historia continuamente. Cuando Andreas era Heidi lanzó el peso a 21,10 metros, el 26 de agosto de 1986, en los Europeos de Stuttgart. Yo estaba por allí. Y lo que vi era una chica; no el hombre que ahora veo en las fotos.