Supongo que la Operación Galgo ha pasado ya a la historia, porque al anularse las escuchas telefónicas y otras cosas, ya no hay carne en el asador. Supongo que alguien se meterá con los jueces (autorizaron las escuchas, y luego las anularon), con la Guardia Civil (solicitó y ejecutó esas escuchas) y con los periodistas, que contamos lo que íbamos sabiendo.
Pero las escuchas estaban ahí y algunas se han conocido y publicado. Y siguen ahí aunque no valgan. Yo no me siento orgulloso de cómo se está cerrando la Operación Galgo. He leído cosas en los autos de la juez que no me gustan nada, pero respeto a la Justicia.
Creo que este es otro paso atrás. Creo que hay que cambiarlo todo para que todo cambie. Creo que debe haber más dureza contra el dopaje. Empiezo a ser partidario de acciones penales contra los deportistas que se dopan, y no sólo con los traficantes e inductores. Italia ya lo tiene en su ordenamiento jurídico. Francia lo está estudiando.
Una cosa es decir frases que dan para títulos en los periódicos (“Tolerancia cero” y “Quien la hace la paga”) y otra cosa es otra cosa, y creo que todos me entendéis. Menos frases y leyes mejor hechas.
Por cierto, Neftalí Malagón Prieto, enfermero detenido por los Mossos d’Esquadra en el transcurso de la Operación Skype, que presuntamente sustraía recetas y EPO de un centro de diálisis, se ha suicidado en Mataró, según publicamos hoy en AS y en as.com. Os recuerdo que Alberto León, ex ciclista imputado en la Puerto y Galgo, también se suicidó en El Escorial.
Cuando hablamos de cuestiones de dopaje hablamos de cosas peligrosas. No hay que olvidarlo.