José María Odriozola fue un magnífico presidente durante muchos años, tanto deportiva como económicamente. Y se caracterizó desde el principio por una lucha a muerte en contra del dopaje, que le ganó no pocos enemigos. Fue un hombre valiente, que dio siempre la cara. Estructuró profesionalmente una Federación Española que era artesanal y potenció las ayudas a los atletas. Era y es hombre de profundos conocimientos atléticos (yo conozco a muy poca gente que sepa tanto de atletismo como él) y eso se notó en su gestión. Supo rodearse de un equipo fantástico, en todos los sentidos. Y llevó al atletismo español al mejor momento de su historia.
Llegó al cargo en enero de 1989 y sustituyó a Juan Manuel de Hoz. Éste promovió la candidatura del presidente de la Federación Catalana, Guillermo Ros. Pero Odriozola, también vicepresidente, presentó su propia candidatura, con gran enfado de De Hoz. Venció a Ros por 151-60. Fue un revulsivo para el atletismo español.
En 1992 renovó su mandado al derrotar a Fernando Palacios, entonces presidente de la Federación Madrileña, por 92-22. Volvió a hacerlo en 1996 y esta vez se impuso a Sergio Vázquez, máximo dirigente de la Federación Gallega, por 89-42. Posteriormente, en las elecciones de 2001 y 2005 se presentó en solitario: en el primer caso obtuvo 115 votos favorables y once papeletas en blanco y en el segundo el balance fue de 124-12.
Insisto en que Odriozola fue un excelente presidente, pero en los últimos años ha cambiado profundamente. La Federación ha entrado en peligrosos números rojos, los resultados se han desplomado y ya no existe la conciencia clara de que se lucha a muerte en contra del dopaje. Todo se ha crispado, el presidente ve enemigos incluso donde no los tiene, su relación con la inmensa mayoría de los medios informativos es nula, mala o muy mala. Le saltó a la cara la Operación Galgo y no supo reaccionar a tiempo; anteriormente había seleccionado a Paquillo Fernández cuando se conocía ya que la Guardia Civil había requisado en su casa material dopante, y tuvo que ser el Consejo Superior de Deportes el que le llamase a capítulo; se retiró la sanción a Alemayehu Bezabeh, que había confesado que se iba a transfundir sangre, y de nuevo tuvo que intervenir el CSD...
Y, además, no midió las consecuencias de la creación del Carnet del Corredor, que le ha ganado la animadversión de gran parte del movimiento popular, que crece inconteniblemente, mientras el atletismo en pista retrocede también inconteniblemente. Y, además, esa frustrada operación le ha valido a la RFEA perder mucho, mucho dinero, en un momento, además, de vacas flacas. Y más flacas que van a estar.
Sí, Odriozola fue un gran presidente, pero ahora no lo es. Yo matizaría la afirmación principal de Vicente Añó hechas en AS y en as.com: no se trata sólo de que no haya sabido retirarse a tiempo; en que no ha seguido siendo el que era.
Esta tarde o mañana, resumen olímpico de saltos.