Sin embargo, en estas sonrisas, que comparto alegremente porque tengo la suerte de poder escribir del deporte que más me gusta desde que era niño, se cuela alguna lágrima. Y hay que describirla.
Por ejemplo, no hemos subido al podio individualmente, y eso era algo que no sucedía desde Bruselas 2008. En Budapest, y en la categoría júnior, las chicas fueron duodécimas cuando el año anterior habían sido séptimas, y los chicos acabaron undécimos, tres puestos peor que su clasificación en Valenje 2011. Y en Sub 23 femenino hace un año terminamos sextos y ahora hemos retrocedido a la novena plaza.
Repito la enhorabuena a los que mejor lo han hecho, pero hay que hacer notar también que en las edades más jóvenes nos encontramos ante un problema. Difícil de resolver, probablemente, pero que hay que encarar.
Por cierto, me maravilló la capacidad inmensa de Gran Bretaña, país que consiguió metales en todas las categorías. España terminó quinta en el medallero, con un oro y una plata, por detrás de Gran Bretaña (dos oros, tres platas y cinco bronces), Rusia (2-1-1), Irlanda (2-0-0) y Francia (1-3-1).
En definitiva, buena actuación española, pero con algunas sombras, sobre todo en las categorías inferiores. Ahí tenemos dificultades.
Y entramos en la recta final antes de la elección el domingo del presidente del atletismo español para los próximos cuatro años. Ya sabéis: la disyuntiva está entre José María Odriozola, que lleva en el cargo desde principios de 1989, y Vicente Año, que fue su vicepresidente y que ahora opta al cargo para "renovar" este deporte. Ya habrá tiempo para hablar de esta contienda, fundamental para el futuro del atletismo español.