Las noticias sobre Marta Domínguez y sobre Oscar Pistorius me parecen espeluznantes, salvando las distancias, infinitas, entre unas y otras. Resulta que según información publicada en primicia por El País y recogida en el Diario AS y en as.com, la palentina, ahora senadora, se dopaba, presuntamente, desde que tenía 22 años. Una barbaridad. El suministrador de los productos dopantes sería presuntamente Eufemiano Fuentes, imputado ahora en la Operación Puerto y antiguo médico de la Federación Española de Atletismo. Todo esto da miedo y, a la vez, vergüenza.
Marta estuvo ya involucrada en la Operación Galgo, con registro de la Guardia Civil en su casa. Había indicios claros de cosas extrañas, también presuntamente, pero la jueza encargada de instruir el caso anuló las escuchas policiales, con lo que todo quedó en nada. Por allí estaban Reyes Estévez, Nuria Fernández, Alberto García (que ya fue sancionado en su momento), Manuel Pascua Piqueras... Yo no digo que formaran parte de una trama de dopaje. Digo, y no es un secreto, que fueron citados por los jueces y que alguno de ellos pasó la coche en la comisaría.
Todos son inocentes, porque no se ha demostrado lo contrario, y aquí vivimos en un Estado de derecho, con leyes garantistas. De lo que me alegro, por cierto.
Sí fue sancionado Alemayehu Bezabeh, cuando supuestamente iba transfundirse sangre, método prohibido. Pero fue el único que cayó en toda la operación.
Ahora vuelve a salir a relucir el nombre de Marta Domínguez, ya en la recta final de su carrera deportiva. Una pena que su historial, que es fantástico, se emborrone con estas cosas. Todo esto hace mucho daño al atletismo.
Por cierto, he hablado brevemente sobre el particular con José Luis de Carlos, gerente de la RFEA, y con Gerardo Cebrían, jefe de Prensa. El primero me aseguró que no había leído el artículo de El País, porque estaba en el Campeonato de España, y el segundo que este organismo no tenía nada que decir sobre el particular. Yo creo que, al menos, esa información merece que se investigue por la RFEA. Hay demasiados rumores y demasiadas sanciones para que no se tome algún tipo de medida.
Oscar Pistorius
Y ahora Pistorius. También supuestamente asesinó a su compañera sentimental, al parecer de cuatro disparos y por celos. Hablé en una ocasión con el velocista sudafricano, en el estadio Santiago Bernabéu, y me pareció una persona amable y simpática, que despierta la admiración de los que se relacionan con él. Pero ahora se enfrenta a la pena de cadena perpetua, nada menos. Dice que disparó sobre su novia porque la confundió con un ladrón, pero la policía niega esa posibilidad y también las fuerzas de seguridad que custodian la zona residencial, bastante exclusiva, en la que habita.
Pistorius ha pasado de héroe admirado por todos a villano en sólo un día. Veremos que dictaminan los jueces, pero todo apunta a que la pena va a ser muy severa.
Un buen Campeonato
Y ahora algo más amable. Me gustó mucho el Campeonato de España de Sabadell. Hubo destellos de calidad por aquí y por allá y unas pruebas de mediofondo de gran calidad, tanto en hombres como en mujeres. Carreras tácticas, pero vibrantes. A mí, personalmente, me gusta más este tipo de pruebas que esas con liebres, donde todos conocemos de antemano el guión: marcapasos que llevan un ritmo premeditado, hecho a medida para el mejor atleta y busca de una gran marca por éste. No digo que no sean interesantes, porque lo es, pero prefiero esas competiciones de media distancia en la que no sabes qué va a pasar, quien va a demarrar en un momento determinado, que ritmo se va a establecer.
Disfruté con el triple femenino, con Patricia Serrapio haciendo mínima para Gotemburgo y con Ana Peleteiro enseñando su inmensa calidad natural… con 17 años. Es una joya. No ha hecho mínima, pero si yo fuera Ramón Cid, la llevaría al continental, para que gane experiencia, para que se foguee, para que vaya sabiendo lo que es una gran competición. Y también llevaría a otros atletas que no han hecho el requisito exigido, como Aauri Lorena Bokesa, que me gustó mucho ayer en 400. Hay sólo diecinueve mínimas. Se puede abrir un poco la mano.