Isinbayeva: una bandera olímpica para la Zarina
Como sabéis, la Federación Rusa de Atletismo ha sido suspendida a nivel internacional y sus atletas no pueden competir fuera de las fronteras propias. Y eso afecta a competiciones importantes, como el Europeo de Cross, donde ya estuvieron ausentes. Y las que quedan por llegar, que son las más trascendentales: Mundial en pista cubierta de Portland (Oregón, Estados Unidos), Europeos al aire libre (Amsterdam, Holanda) y, sobre todo, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Esta última competición es la que más preocupa, lógicamente, por la tremenda repercusión internacional de una cita olímpica. ¿Estarán los atletas rusos de la ciudad brasileña?. Sinceramente, creo que sí. La IAAF tendrá una reunión el próximo 27 de marzo en Cardiff y uno de los temas que se estudiará será la posible readmisión de Rusia en el concierto internacional. Allí se analizarán si los esfuerzos de las nuevas autoridades de este país en contra del dopaje son suficientes. Por el momento, ha habido más de un guiño a la IAAF.
Por ejemplo, el Comité Olímpico Ruso ha sancionado a cuatro atletas, dos de ellas a dos años y otras dos a cuatro, como podéis leer en esta información: http://masdeporte.as.com/masdeporte/2016/01/25/atletismo/1453729664_898441.html
Estoy convencido de que veremos en Río a Yelena Isinbayeva, si está recuperada de su maternidad; a Sergei Shubenkov, campeón del mundo de 110 metros vallas; a Mariya Kuchina y Anna Chicherova, oro y bronce en salto de altura, a Dennis Kudryavtsev, plata en 400 metros vallas y a todos aquellos no involucrados en escándalos de dopaje.
Rusia, por aquello de la lucha contra el el consumo de sustancias dopantes o la utilización de métodos prohibidos, ha visto reducido tremendamente su potencial y en los Mundiales de Pekín sólo ganó cuatro medallas: dos de oro, una de plata y otra de bronce. Terminó la novena en el medallero y la décima en la clasificación de finalistas. Es decir, que los Juegos Olímpicos no perderían mucho con su ausencia, digámoslo crudamente, pero sería injusto que pagasen justos por pecadores. Creo que la IAAF no va a cometer ese pecado, aunque lo va a cometer en los Mundiales en sala, si nadie lo remedia en pocas semanas.
Yo creo que los rusos no implicados en el dopaje van a competir en Río, y lo harán de una manera u otra. Bien porque los esfuerzos que parece que está haciendo la Federación Rusa por limpiar su atletismo sean reconocidos por la IAAF y la AMA (ya hay comisiones conjuntas de trabajo) o bien porque los atletas rusos reciban permiso para competir bajo bandera olímpica.
En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 se dio una circunstancia parecida, aunque diferente. La Unión Soviética se había roto en pedazos. Se autorizó a los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) que compitieran con equipos propios, pero no al resto. En todo caso, los atletas no quedaron fuera de los Juegos. Se les agrupó en el llamado Equipo Unificado (o Comunidad de Estados Independientes), que acogía a deportistas de Rusia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kirzigistán, Kazastán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán.
Y sus resultados no fueron malos, ni mucho menos, ya que consiguieron un total de 21 medallas, de las que catorce fueron femeninas. Segunda posición en el medallero, tras Estados Unidos. Las oro se las llevaron, entre los rusos, Andrey Perlov (50 km marcha), Maksin Tarasov (pértiga), Yelena Romanova (3.000 m), Valentina Yegorova (maratón) y Svetlana Krivelyova (peso) y por Tajikistán, Andrey Abduvaliyev (martillo). El cuarteto femenino de 4x400 metros venció con dos rusas y dos ucranianas.
El país más poderoso del Equipo Unificado fue Rusia, con mucha diferencia sobre los demás. Consiguió nada menos que doce medallas (cinco de oro), mientras que Ucrania se quedó en tres (ningún título).
El Equipo Unificado ya había competido en los Juegos Olímpicos de Invierno de Albertville, ese mismo año. Allí desfilaron en la Ceremonia Inaugural tras la bandera olímpica, que ondeaba en la ceremonia de medallas cuando un deportista de este equipo subía al podio. En el caso de los campeones, sonaba el himno olímpico.
En Barcelona cambiaron algunas cosas: también se desfiló tras la bandera olímpica, pero cuando un deportista alcanzaba medalla, se izaba la bandera de su país de origen, y cuando ésta era de oro sonaba el himno de su nación.
Estoy convencido de que algo parecido se hará en Río de Janeiro, por justicia con aquellos que no están involucrados en turbias y pestilentes maniobras. Si es que no se restituye a Rusia al concierto internacional antes de los Juegos, cosa que tampoco es descartable.
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