¿Qué pasará con el equipo de José María Odriozola tras las elecciones presidenciales del 26-N, de las que ya estamos en campaña? En suma, ¿qué pasará con las tres ‘patas’ en las que se apoya el sempiterno presidente? Ese trípode lo componen José Luis de Carlos (director general), Manolo Villuendas (gerente, encargado de la economía) y Ramón Cid (director técnico). Hay otras personas importantes en el seno de la Federación Española, pero éstas son las tres piezas básicas. Todos ellos han sido nombrados personalmente por Odriozola, en tres decisiones que, a mi entender, han sido plenamente acertadas.

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José Luis de Carlos procede de la Federación Madrileña y es quien mueve el día a día de la RFEA, desde hace muchos años, tantos como Odriozola lleva en el poder. Sucedió al ya fallecido José Luis Alonso, un hombre entrañable, conocido por muchos de nosotros como El Bigotes (nada que ver con el otro Bigotes tan famoso por una de esas mil operaciones corruptas, que llamo presuntas por imperativo legal, sino todo contrario), que ejercía como tal cuando yo empecé a hacer atletismo y mucho tiempo después. Gran amigo. Odriozola le cesó, pero eso es lo de menos: se portó humanamente muy mal con él. Pero esa es otra historia que no voy a contar ahora.

De Carlos es un gran profesional, vocal de la Federación Europea, de la que fue vicepresidente,, hombre de gran prestigio en el atletismo español y mundial. Cuentan que Odriozola le propuso ser su sucesor, lo que desmiente sus declaraciones de que iba a ser neutral en las elecciones, pero José Luis ha rechazado la oferta. Otras versiones dicen que no se lo ofreció, sino que le pregunríó al respecto. También parece que Odriozola le propuso la herencia presidencial a una atleta de gran prestigio, que también ha declinado la oferta, lo que no me sorprende. Como no me sorprende que lo haya hecho De Carlos, aunque ya he escrito más de una vez aquí que probablemente ganaría en unas elecciones a las que se presentase.

Personalmente debo agradecer a De Carlos que siempre esté a disposición de este periódico (maldito para ciertas personas en la RFEA, aunque ni mucho menos para otras, que agradecen la información y la opinión que este periódico y esta web y este blog están facilitando) cuando se le piden aclaraciones sobre temas normales o escabrosos. Siempre da la cara. Su presidente, no, en este medio informativo, incómodo para él. Incómodo ahora, que no antes.  

A Manuel Villuendas le conocí como estadístico y ahora es un excelente economista. Maneja todo el dinero de la Federación, desde hace mucho tiempo. Y es mucho dinero. Y lo hace, a mi entender, de forma extraordinaria. Es un gran profesional. Siento de veras que nuestra amistad de muchos años se haya visto afectada por lo que se escribe en el Diario AS, en as.com y en Carros de Fuego, este blog. Lo curioso es que nunca, en ningún sitio y en ningún caso, se le ha criticado, jamás. Él se ha tomado a mal las críticas que se hacen a otros. Lo siento, de verdad. Tiene el carnet número 1 de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo, a la que me honro en pertenecer. Él fue el gran impulsor de un grupo de gente que se ha convertido (yo me excluyo) en la mejor asociación de este tipo del mundo, internacionalmente reconocida. Una asociación independiente que vive de las cuotas de sus afiliados, que en las últimas semanas se han ampliado. Y que no paga los trabajos que hacemos. Un orgullo de pertenecer a un grupo de maestros. Son tantos y tan buenos que prefiero no decir nombres. La lista sería interminable.  

De Ramón Cid sólo puedo escribir cosas buenas, por justicia. Nos conocemos desde que éramos júniors, coincidimos en aquella experiencia inolvidable de la Universiada de México 1979 y siempre ha habido entre nosotros una buena relación. Como director técnico creo que lo está haciendo bien, pero juega con los mimbres que tiene, que son los que son. Es el único director técnico de la Era Odriozola. Y está trabajando con independencia y honradez, como era de esperar en él. Grandísima persona y exatleta espléndido, coleccionista de récords de España y de títulos nacionales. Y siempre desde la modestia más absoluta.

Este es el trípode en el que se sustenta la Federación Española. ¿Y qué pasará cuando haya elecciones y cuando José María Odriozola ya no sea presidente?

Tengo muy buena relación con las tres candidaturas que se van a presentar el 26-N. Con algunos de sus componentes me une una amistad que nace cuando casi éramos unos chiquillos, como ya os he contado aquí en otras ocasiones. A algunos les conozco casi como a mí mismo. Hemos corrido juntos, hemos estado en la Selección por aquí y por allá, hemos compartido habitaciones, celebrado alegrías, llorado fracasos… de todo ha habido.

Repito: ¿Qué va a pasar con el equipo de Odriozola, con ese trípode? Me faltan por tocar algunos palos, pero detecto en todos los que ya he tocado un respeto grande, aunque nadie, entre los que he hablado sobre el particular, asegure radicalmente que todo vaya a seguir igual. Ni mucho menos. Tampoco aseguran que todo va a cambiar de arriba abajo. Hay mucha prudencia. Yo detecto, pero advierto que me puedo equivocar, que hay candidaturas que no es que sean continuistas, pero que no son rupturistas, y alguna que quizá sí lo sea. Me da la impresión que las tres van a contar con las tres personas que he mencionado, pero no sé si en sus puestos actuales, con su poder de ahora… Falta tiempo. Y creo que alguna candidatura no muestra sus cartas abiertamente.

Pero lo que sí puedo asegurar es que habrá juego limpio entre los candidatos (se conocen a fondo entre ellos, algunos han coincidido en la Selección) y que no habrá revanchismo de ningún tipo.

Por orden de aparición: Isidoro Hornillos, Raúl Chapado y Manel González. Tres personas cualificadas. Y tres buenas personas. Tres exatletas contrarios absolutamente al dopaje. Con ideas bonitas e ilusionantes.

Nos espera un nuevo tiempo. Y que nadie dude de que algunos de los puestos clave de la Federación Española van a ser ocupados por las personas que acompañan a los presidenciables. En ese trípode y en el escalón inmediatamente inferior.