Río 16: los deportistas salvarán los Juegos... como siempre
La pasada madrugada se inauguraron los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, inmersos en todas las polémicas posibles: exclusión de buena parte del equipo ruso, sobre todo del atletismo, por los escándalos de dopaje; contaminación inaceptable en muchas zonas olímpicas, sobre todo las de agua; virus zika, que ha hecho renunciar a no pocos deportistas, sobre todo golfistas; problemas de seguridad, que no son nada nuevo en Brasil; desastre inicial en la Villa Olímpica; crisis económica galopante, seguida del espejismo de país emergente; crisis política…
Estoy de acuerdo con lo que dijo José María Odriozola en el aeropuerto de Barajas esperando el vuelo hacia Copenhague donde se decidía la nominación olímpica: “No me explico qué hace Río entre las finalistas”. Tenía toda la razón. No reunía los requisitos mínimos, la Comisión de Evaluación le otorgó puntuaciones deficientes… pero allí estaba.
Y aquí está, organizando unos Juegos que no sé si van a ser los peores de las últimas décadas, pero me temo que sí, hablando siempre de todo lo que es estrictamente ajeno al deporte y a la calidad de los participantes que hay allí. Habría que pedir responsabilidades al Comité Olímpico Internacional, que ha incurrido en una tropelía, vaya usted a saber por qué. En algunos casos, me lo imagino.
El COI es un organismo extraño, que vota de forma que podríamos llamar curiosa, por no llamarla de otra forma, que no valora los temás deportivos, sino otras cosas que vaya usted a saber, también, cuáles son, aunque en algún caso me lo imagino. También.
Madrid era infinitamente mejor candidatura que Río, sin asomo de duda, pero el gran espectáculo estará en la ciudad brasileña, no en la capital de España, que presentaba unas credenciales infinitamente más sólidas. Y no entró en las demás candidaturas. Río era la peor, claramente, y ganó. El COI debe regenerarse, volver a la senda que marcó Juan Antonio Samaranch, al que todos elogian y al que pocos imitan.
Pero los Juegos de Río serán apasionantes, a pesar de los pesares. Usain Bolt, Michale Phelps, los grandes jugadores de baloncesto, Rafa Nadal, Garbiñe Muguruza, Mireia Belmonte, España luchando por medallas… un espectáculo en cada deporte. Y en nuestro atletismo cuatro opciones de medalla: Miguel Ángel López en 20 y 50 kilómetros marcha, Ruth Beitia en altura y Orlando Ortega en las vallas altas. He escrito opciones, que quede claro,
Los deportistas salvarán la cita olímpica. Como siempre. Aunque mientras ellos vivan en condiciones regulares, o malas, los grandes ejecutivos del COI y de las federaciónes internacionales lo hagan a cuerpo de rey. Y es que siempre se olvida que las cadenas de televisión pagan precios astronómicos y los espectadores acuden a las pistas, los estadios, las canchas o las piscinas no a ver a esos directivos, cuyos nombres, en muchos casos, ni siquiera conocen ni tienen el deseo de conocer, sino a ver a las grandes estrellas del deporte. Las encargadas de salvar, siempre, a los Juegos Olímpicos cuando estos se tambalean.
Vibraremos, dormiremos poco y disfrutaremos.A pesar de que los Juegos nunca debieron viajar a Río de Janeiro. Y nada tengo en contra de Brasil, sino todo lo contrario.
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