Tomás de Cos
Este pasado lunes la ATP hacía pública la habitual actualización de sus rankings, que ordenan el talento y la constancia de los tenistas en función de sus resultados. Sin trampa ni cartón. Hasta aquí nada anormal –Federer, primero; Nadal, segundo; Roddick, tercero… Robredo, séptimo-, de no ser por el enésimo récord del suizo, que ha roto un registro que desde hace treinta años mantenía el mítico Jimmy Connors, hoy entrenador de Andy Roddick.
Mister Perfecto lleva la friolera de 161 semanas como rey indiscutible del tenis desde que alcanzara tan privilegiado lugar el 2 de febrero de 2004, mientras que Connors se mantuvo como número uno durante 160, las que separaron el 29 de julio de 1974 del 22 de agosto de 1977. De modo que el correoso Jimmy cedió el trono -instaurado en 1973, fecha de creación de los rankings- cuatro años antes de que el hijo pródigo de Basilea viera la luz.
Roger Federer celebró la buena nueva en Dubai, su segunda casa, donde posee una mansión en la que se relaja en vacaciones y donde ya ha inscrito tres veces su nombre en el palmarés (2003, 2004 y 2005) del millonario torneo creado por el Emir Gobernador Sheikh Mohamed bin Rashid Al Maktoum. Y lo hizo cortando una tarta conmemorativa primero y sumando una nueva victoria en pista dura ante el danés Kristian Pless después.
Durante su reinado Federer ha acumulado 247 victorias por tan sólo 15 derrotas –seis de ellas ante el español Rafa Nadal-, con 34 títulos en 49 torneos. Cifras que unidas a las anteriores a la época dorada en la que parece haberse instalado de forma perenne (243-110, con 12 títulos entre 1998 y enero de 2004), le convierten en uno de las mejores raquetas de la historia a sus 25 años. Diez Grand Slams y tres Copas Masters Series lo avalan con creces. Y le queda cuerda para rato ya que le lleva 3.345 puntos de ventaja al segundo clasificado y ya mira de reojo a las 286 semanas (no consecutivas) que Sampras dominó el tenis mundial.
Pero sobre todo y por encima de sus mareantes números, lo que más llama la atención es la insultante naturalidad y perfección con la que adorna cada golpe de su tenis total.
Tablas comparativas
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