Alguien se ha colado en el selecto club de los mejores del mundo. El serbio Novak Djokovic ha pasado en apenas siete meses de ser un completo desconocido a la revelación del año. Al comienzo de la temporada, ocupaba el puesto número 16 del ranking de la ATP, hoy, Djokovic se sitúa en el número tres, con cuatro títulos en su mochila y la muñeca derecha cargada. Cada torneo sólo espera una final, Federer vs Nadal, y hoy día, en ese baile, se ha colado un rival. Para algunos, una seria amenaza en el monopolio del suizo y el manacorí; para otros, un soplo de aire fresco en un selecto club, el de las finales, que acepta contados invitados. El patio tiene uno nuevo con el que jugar.
Alguien se ha colado en el selecto club de los mejores del mundo. El serbio Novak Djokovic ha pasado en apenas siete meses de ser un completo desconocido a la revelación del año. Al comienzo de la temporada, ocupaba el puesto número 16 del ranking de la ATP, hoy, Djokovic se sitúa en el número tres, con cuatro títulos en su mochila y la muñeca derecha cargada. Cada torneo sólo espera una final, Federer vs Nadal, y hoy día, en ese baile, se ha colado un rival. Para algunos, una seria amenaza en el monopolio del suizo y el manacorí; para otros, un soplo de aire fresco en un selecto club, el de las finales, que acepta contados invitados.
Mira que sonaba raro hace un año su nombre. Novak Djokovic. ¿Quién será? Sólo aquellos cuyas mentes pueden remontarse a 2003 tienen constancia de su nombre. Robby Ginepri o Richard Gasquet, sus primeros rivales, pudieron ver las incipientes pinceladas del que hoy se ha convertido, sin duda, en la revelación del tenis mundial. Hasta enero de 2007 Novak Djokovic era sinónimo o de rival asequible o de victoria sorprendente. Siete meses después, suena a candidato a tremenda promesa, y, con el número tres en el ranking mundial de la ATP, una ya se ha acostumbrado a oír su nombre, y a escribirlo.
De pequeño, sus familiares aseguraban que Novak Djokovic (Serbia, 22-05-87) sería un gran deportista. O futbolista, cómo lo fue su padre, o esquiador, cómo lo fueron sus tíos. Pero ni la pelota de cuero, ni los esquíes, forjaron su carrera profesional, Novak se decantó por la raqueta. Irrumpió en el circuito profesional en el año 2003 y es sinónino de rapidez y precisión, un jugador muy completo, con un buen saque (excelente saque apuntaría tras lo visto en Canadá), una potente derecha y un poderoso revés desde el fondo de la pista, su mejor golpe.
Pero no ha sido hasta 2007, con ciertos destellos en 2006 (donde ganó dos títulos, Amersfoort y Metz), cuando el juego de Novak Djokovic ha explotado. “Ojo con este joven serbio que va a dar que hablar" apuntaban algunos con su inesperada victoria en Adelaida. A muchos pareció extrañar verle en la final del primer Masters Series de la temporada en Indian Wells, que perdió ante el español Rafa Nadal, pero ya no lo hizo cuando semanas más tarde la reedición de dicha final tenía un nuevo escenario, Miami, el segundo Masters Series de la campaña, y que se adjudicó el serbio. Tras ellos, llegó Estoril y con él, la victoria número 33 tan sólo en el año 2007, las semifinales de Roland Garros y Wimbledon, ambas perdidas ante Rafa Nadal (y ante esas ampollas que minaros sus pasos sobre la hierba londinense) y su reciente victoria en Montreal en el Masters Series de Canadá. Ahora, Djokovic busca un nuevo título, en Cincinnati, el escenario que le vio debutar hace cuatro años en los Masters Series, el acercamiento a los dos mejores tenistas del momento y el reconocimiento mundial.