Match Ball

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Autor: Matchball

González se llevó el duelo de cañoneros

Almagro_1

Por Tomás de Cos

El partido cumplió con las expectativas: las que auguraban un gran partido de tenis entre dos auténticos pegadores y las que daban a González como triunfador. Se repitió el mismo resultado del único precedente anterior. Como en Viña del Mar (Chile), González se impuso por 7-6 (11) y 7-5 por su mayor solidez y experiencia.


Almagro se vació y ante eso no cabe pero alguno. Salió intimidando y haciendo gala de su repertorio de palos. Al servicio arrancó intratable, con un ace que fue el primero de un total de 11. Casi siempre por encima de los 200 km/h. El murciano aprovechó la lenta entrada en el partido de González, finalista en 2006, para auparse en el marcador con un prometedor 4-1. ‘Mano de piedra’ corría de un lado a otro de la pista buscando a la desesperada los tiros del campeón español.

Pero la bestia acabó por despertar. Aumentó el ritmo de su bola y comenzó a contener el brazo en los intercambios. Seleccionando el momento adecuado para soltar su latigazo letal. Entonces su bola corría endemoniada y bajo control. González levantó el break encajado e igualó la manga en el octavo juego (4-4). Para ese entonces el chileno ya comenzaba a inclinar a su favor el duelo de pistoleros. Almagro era un pelín más rápido desenfundando pero el chileno tumbaba más botellas.

Almagro no se arrugó en ningún momento y volvió a servirse de su saque para mandar en los puntos y el marcador (5-4) pero nunca más volvió a romper el servicio de su rival. Un contrincante rocoso, en plena madurez de juego.

Problemas para rematar
Aún así Almagro disfrutó de hasta siete bolas para cerrar a su favor la primera manga. La primera con el 5-4 a su favor y sobre el servicio de González. Las otras seis en el tie-break. Un desempate intenso en el que raramente alguno era capaz de sumar dos puntos de forma consecutiva. A pesar de colocarse con un 6-3 a favor, Almagro entregó el set por un inesperado 11-13 final. Lo que dice bastante en su contra y mucho a favor de la fortaleza mental y la capacidad de sufrimiento del mejor tenista chileno.

El segundo episodio, sin estar a la altura del primero, estuvo marcado en todo momento por la igualdad. González se anotó el primer juego en blanco merced a la ausencia momentánea de Almagro sobre la pista central. Y es que un varapalo semejante no se digiere en los escasos segundos de descanso que preceden al famoso “time”, con el que el juez de silla reanuda el juego. La soledad del tenista y su fracaso en esos instantes es terrible.