Tomás de Cos
El español Nicolás Almagro (21 de agosto de 1985) ha dado un solemne y sonoro puñetazo en la mesa ante el gran David Nalbandián, uno de los mejores y más completos tenistas del mundo, en la final de Acapulco. Una nueva victoria (6-1, 7-6) con la que confirma un espectacular y esperanzador arranque de temporada.
Ya lo apuntó en la primera eliminatoria de la Copa Davis frente a Perú, en la que cumplió con creces el cometido que le solicitó Emilio Sánchez Vicario. El triunfo en Costa de Sauipe (Brasil) le sirvió para reafirmarse en su buen trabajo y tan sólo unas inoportunas molestias en el abductor derecho en su duelo de cuartos de final ante el local Juan Ignacio Chela, le impidieron llevarse el torneo de Buenos Aires.
El murciano ha dado un paso al frente en decisión y creencia en sí mismo sobre la pista. A su desparpajo y potencia ha incorporado ahora, de la mano de Antonio González, una buena dosis de autoestima, refrendada con el cuarto título de su palmarés. Porque quizás ese sea el elemento más desequilibrante en el deporte de la raqueta, por encima incluso de la exquisitez técnica. Buenos golpes tienen casi todos los tenistas profesionales, pero la capacidad para creerse mejor que el rival aunque uno realmente no lo sea, resulta fundamental en un deporte individual. Ese elemento es a menudo el que traza la línea que separa a los buenos jugadores de los mejores y a éstos últimos de los superiores.
La incontestable victoria en el torneo mexicano es la mejor prueba de su positiva evolución y le permite lucir el quinto puesto en la Carrera de Campeones (97 puntos) y el vigésimo quinto en el ranking ATP (1.255 puntos), la mejor clasificación de su carrera.
Almagro sigue creciendo y madurando, acercándose a su mejor nivel. Es una gran noticia para el tenis español, que sigue deslumbrando por la cantidad y calidad de sus jugadores. Hay que subrayar aquí el triunfo de Nuria Llagostera en Bogotá la pasada semana, después de clasificarse para el torneo colombiano jugando la fase previa. Nuestras raquetas siguen caminando con paso firme.
Estos días el epicentro del tenis se ha desplazado hasta el acaudalado torneo de Dubai (Emiratos Árabes Unidos), la segunda casa de Roger Federer y en la que Rafa Nadal se siente cómodo y buscará revalidar el triunfo del año pasado. Una nueva oportunidad para examinar el momento de juego de los actores protagonistas y grandes animadores del circuito.