Me he tomado unos días para asimilar la inverosímil victoria de Juan Martín.
Yo era (o sigo siendo, mejor dicho) de los que apoyaban la teoría de Juan. Ganar una primera final de Grand Slam es complicado, pero si enfrente esta Roger, y en Flushing Meadows, me parecía imposible.
Una misión solo al alcance de Rafa, por supuesto, y pensaba hasta hace aproximadamente una semana, también de Murray. Únicamente ellos. Pero no, parece que este muchacho está empecinado en hacerse grande. Del Potro, contra la mayoría de lo que pensaban en el mundo del tenis (porque no seamos hipócritas, lo pensaban) está capacitado para ser Nro 1, ganar Grand Slams y codearse con los mejores.
En mi opinión, y en relación a lo que acabo de escribir, también confío en Juan Martín como futuro dueño del circuito, aunque de ninguna manera tan dominante como Federer, y por sobre todas las cosas, y valga la redundancia, en el futuro.
No quiero sumarme al exitismo vivido por estos lados los últimos días, donde todos parecían ser expertos en tenis, y más de un periodista deportivo quedó en evidencia al opinar de un deporte del que, alejado del fútbol, no tenía idea.
Y con esto me refiero a que ahora, media Argentina va a reclamar a este jovencito ganar todos los Majors y superar en siete días a Djokovic, Murray, Nadal y Federer.
Justamente la edad de estos jugadores, que a excepción de Roger son todos de la misma generación que Del Potro es la mayor dificultad que se le presenta al argentino.
Porque ser número 1 no es fácil, pero en estos años es muy difícil. Son tiempos de Federer y Nadal. Y ellos, solo ellos se llevan los grandes torneos desde hace años. Entonces, habrá que esperar, tener paciencia. Ya llegará el momento en que Roger comience la cuesta abajo, y en que Nadal (a salvo de lesiones, espero) tenga algún descuido. Ahí deberá estar Juan Martín, agazapado, esperando su momento. Ya demostró que puede, ahora habrá que confirmarlo.
En cuanto al partido, considero que estuvo muy cerca de evitar la excepción a la regla de Juan.
Tras un arranque demoledor de Federer, y extremadamente dubitativo del argentino, todos pensamos que en tres sets, y una hora y media mas tarde estaríamos viendo al suizo con la copa en la mano.
El segundo set siguió la tendencia, aunque se notaba que Roger estaba jugando decididamente mal, basado en un quiebre precoz, y sosteniendo a duras penas el servicio hasta ese fatídico décimo juego.
Sacando 5-4, 30-15, Federer protagonizó la jugada que cambió el partido. El punto de inflexión. Porque los siguientes dos maravillosos passings tuvieron lugar gracias a que el suizo, en el citado punto sobró el partido. Una bola corta, picando a metros de la red, que invitaba a definir con una derecha ganadora, fue cambiada por un drop muy mal ejecutado, al que Del Potro llegó comodísimo, contestando un globo al que Federer no se animó (o no quiso) contrarrestar con otra Gran Willy. Pelota afuera, 30-30 y todos saben lo que paso.
De haber ganado ese punto, un 40-15, con dos primeros servicios por delante para cerrar el set, y un inminente 2-0 en esa categoría hubiesen sellado definitivamente el resultado.
También reconozco que después del segundo break de Federer en el tercero, con el que se llevó esa manga 6-4, pensé (una vez mas) que el partido estaba terminado.
Pero Juan Martín seguía convencido, y con la ayuda (que se ganó) del público, llevó como pudo esa manga al tie-break, donde Roger jugó decididamente mal. En ese set, sacando 5-6, 15-30, Del Potro dio otra muestra de que estaba para ganarlo.
Y llegó el quinto, para deleite de todos los presentes en el Ashe (Mirka fue la excepción, que a mi me cae bien). Ahí, Federer se vio superado mentalmente (y tenísticamente, ni que hablar) por primera vez en esta instancia, por un jugador que no se llame Rafael Nadal.
Errores groseros, fallas notables, y servicios muy malos fueron la combinación ideal para servirle a un Del Potro enorme el sueño del pibe. Y por supuesto, no lo iba a dejar pasar. Toda una vida imaginando ese momento, y estaba delante de sus narices. Su sobrio festejo resumió su actitud durante estas dos semanas. Serenidad y calma, también bajada desde el box donde Davin y compañía, que lo llevaron a la gloria.
Esperemos que estos rendimientos se trasladen a la Davis, que Nalbandian ponga solo su talento a servicio del equipo, dejando de lado egos y egoísmos, para de una buena vez, formar un equipo sólido que pueda ir por la ensaladera en serio y de verdad. Aunque en este país hablar de ese sueño, muchas veces se convierte en pesadilla.
¡Saludos!
PD: Treque, me alegró ver que acerté unos cuantos pronósticos, y de verdad que has animado el blog con tu ocurrente y genial entretenimiento.
09/17/2009 03:44:13 PM