Tomás de Cos
La vida del tenista está plagada de grandes alegrías y profundas decepciones. Más si cabe en el caso de los tenistas que viven alejados de los focos. La que ayer vivió Albert Montañés, perdiendo en los octavos de final de Roland Garros ante un Fognini cojo y acalambrado, en un quinto set en el que mandaba por 5-3 y en el que dispuso de cinco bolas de partido, debe ser de las más duras de su carrera. Una derrota que le ha impedido medirse ante el hombre más en forma del momento y sumar 360 puntos con los que podría haberse vuelto a situar entre los treinta mejores del planeta.
Una mala noticia para el propio torneo y para Federer, Nadal y el resto de rivales de entidad del simpático Djokovic, que accede directamente a las semifinales sin ni siquiera saltar a la pista. El maltrecho estado físico en el que acabó el esforzado italiano le impide saltar hoy a la pista después de haber alcanzado por primera vez los cuartos de final de un mayor.
Fognini aguantó el maratón (4-6, 6-4, 3-6, 6-3 y 11-9 en casi cuatro horas) por casta, coraje y pundonor. Pero se llevó el triunfo por el bloqueo mental del tenista de Sant Carles de la Rápita, al que se le apagó la luz en el momento decisivo. Ayer mismo hacia referencia el gran Charly Moya en Twitter a lo difícil que es medirse a un contrario lesionado, en referencia a la increíble victoria cosechada por Murray sobre Berrer tras haberse dañado seriamente el tobillo derecho. Ahí radica por tanto la explicación. Del mismo modo que Berrer se olvidó de jugar dejadas ante el escocés (la deportividad acabó saliéndole muy cara), Montañés ignoró que Fognini no podía apoyar su pie izquierdo con garantías y le regaló el triunfo limitándose a pasar bolas a la espera del error. Dejó de castigarle haciéndole correr como había hecho durante gran parte del encuentro.
Ayer Montañés no tenía a quien echar la culpa del descalabro vivido y se llevó al vestuario su frustración, su cabreo y su impotencia. Se quedó con cara de tonto en el partido más importante de su vida. Jugó mejor al tenis que su rival pero perdió el encuentro mental contra sí mismo, y con ello el partido. Pero no le queda otra que levantarse y seguir hacia delante. El tenis es el deporte más bello y cruel que existe.