Tomás de Cos
Federer no es un chaval, que ya milita en la treintena, pero sigue disfrutando del tenis como el primer día. Quizás mucho más que entonces, por la tranquilidad que le han dado los años y los títulos. Setenta y dos con el cosechado en Dubai, el emirato en el que disfruta de una segunda residencia en la que aislarse del mundo.
Un triunfo frente a un rival de enjundia, el único junto a Nadal que le domina en los enfrentamientos directos: 7-8 tras su segundo título de 2012 (Eso sí, los datos cambian en partidos finales: 4-2 para el maestro suizo). Murray es un tenista de contraataque genial y con potencial de número uno, que se plantó en la final con la muesca de su victoria sobre Djokovic sobre su Head Youtek IG Radical Pro.
Como también lo fue el de Rotterdan frente a Del Potro, un ex top 5 que remonta su particular Everest a buen ritmo tras un regreso forzoso al primer campamento base a causa de las lesiones. Un tenista incómodo, por su potencia y envergadura, que le robó un US Open que tenía en el bolsillo.
Federer sigue reinventándose para no perder cuerda frente a las nuevas generaciones. Una prueba irrefutable de que el éxito crea adicción. Ahora sueña con los Juegos Olímpicos de Londres y con recuperar el número uno mundial, para superar el récord absoluto de semanas al frente de la lista ATP de su ídolo y amigo Pete Sampras (286).
Recientemente ha reconocido que la falta de tranquilidad (ansiedad) le ha privado de ganar algún grande más y ha recordado que mientras se sienta bien pretende seguir compitiendo y disfrutando del tenis. Por el camino continúa coleccionando títulos y aumentando el saldo de sus cuentas bancarias. Gracias a un espíritu incansable.