Match Ball

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Autor: Matchball

En Río 2016 ha nacido una estrella: Mónica Puig

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Por Tomás de Cos / @AS_TomasdeCos

Monica Puig

Mónica Puig (San Juan, Puerto Rico, 27-09-1993), una completa desconocida hasta los Juegos Olímpicos de Río 2016, ha sido la gran sorpresa del torneo al colgarse el oro en individuales eliminando por el camino a una doble ganadora de Wimbledon (Petra Kvitova), una de Roland Garros (Garbiñe Muguruza) y otra de Australia (Angelique Kerber). Todas ellas con mucho mejor ranking WTA que el suyo. Su historia es una de esas gestas increíbles que cada cuatro años dejan los Juegos Olímpicos.

Como demostró a lo largo del torneo de Río, Mónica Puig es una tenista moderna, con un poderoso juego de ataque cimentado en poderosos golpes desde la línea de fondo, tanto de derecha como de revés (a dos manos), una buena movilidad y un servicio extraordinario. Hasta la cita olímpica esas habían sido las señas de identidad de su juego. Técnicamente es muy completa aunque tiene aún mucho margen de mejora. Un tenis prometedor con el que puede jugar de tú a tú a cualquiera, pero que se veía algo lastrado por la inconsistencia física, la impaciencia y la falta de control emocional propia de su juventud. El crecimiento integral de un tenista está normalmente lleno de altibajos.

Puig

En ese terreno es donde la boricua, primera medalla de oro de Puerto Rico en unos JJOO, parece haber dado un claro paso adelante. Un complemento a su juego que le ha permitido hacer realidad un sueño y parar un país entero. Puerto Rico había cosechado en toda su historia 8 medallas. Ninguna de oro y ninguna con nombre de mujer. Su mejor preparación física mejoró la precisión de sus tiros (ya de por sí potentísimos) y la confianza en sus posibilidades. Y el mayor control de sus emociones le permitió recuperarse mejor de los errores y gestionar con más naturalidad los momentos de euforia. Focalizar esa energía en la consecución de un objetivo es clave para no perderse por el camino.

Con un único título hasta su triunfo incontestable en Río de Janeiro (Estrasburgo 2012) y una cuarta ronda en Wimbledon 2013 como mejor actuación en un torneo de Grand Slam, Mónica Puig debe consolidar un nuevo escalón en su carrera profesional con las mismas herramientas que la catapultaron al oro. Ahora deberá aprender a vivir con la presión de la fama. Tanto en su país natal, como en Florida, donde está afincada desde hace 17 años. Si mantiene su simpatía y carisma fuera de la pista, comenzarán a lloverle importantes ofertas económicas. Espero que no pierda el norte y el tenis femenino recupere una gran estrella latina como fueron Gigi Fernández (en dobles) o Mary Joe Fernández en las décadas de los ochenta y noventa.