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Ante esa final alemana...

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Recuerdo el regreso en avión, el 23 de abril de 1980, tras un estrepitoso 5-1 sufrido por el Real Madrid en Hamburgo. Era una semifinal de Copa de Europa, era el Real Madrid de Boskov y en el viaje de ida había optimismo. El Madrid había ganado 2-0 en la ida merced, entre otras cosas, a un gran marcaje de Pérez García a Keegan, estrella inglesa reclutada por el Hamburgo. Por el momento, quizá el mejor jugador de Europa. Fue Balón de Oro. Pérez García le marcó magníficamente bien en el partido de ida en el Bernabéu, le anuló. Pérez García había jugado por una cadena de lesiones y fue algo así como una gran carta sacada de la manga por Boskov. Todo el mundo estuvo de acuerdo en eso.

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Bosque
Pero en el partido de vuelta, en Hamburgo, Pérez García le hizo un penalti muy pronto a Keegan y el Hamburgo se puso 1-0. Aquello desató una tormenta. El lateral derecho, llamado Kaltz, un tipo tremendo en estatura, técnica, velocidad y potencia, creó el terror. Su actitud levantó un huracán que convergía en Hrubesch, un delantero centro cuya estampa coincidía exactamente con lo más terrorífico que uno podía imaginarse de un delantero alemán de la época. En una jugada remató juntos a la portería a García Remón, Benito, Pirri y el balón. García Remón quedó desde eso como flotando. Los compañeros le preguntaban y él contestaba cosas inconexas. Boskov le sustituyó por Miguel Ángel. El trueno siguió y el Madrid acabó por perder 5-1. Eliminados.

Y vuelvo al avión. Yo era entonces un joven periodista. En el viaje de vuelta me vi sentado al lado de Pirri, jugador de leyenda, lo digo para lectores jóvenes y poco avisados sobre lo que significó. Pirri fue un casta. Llegó al Madrid justo en el momento en que se fue Di Stéfano y fue, les aseguro, quien mantuvo en alto la bandera del Madrid como equipo que nunca se rinde. Jugó en sus inicios (muy en sus inicios) de delantero; luego, la mayor parte de su carrera, en la media, como pulmón, jugador de ida y vuelta, con técnica y remate; finalmente, y era la época de la que hablo, de líbero. Siempre con coraje indesmayable, bandera de un Madrid que nunca se rendía. Pero ese día le vi frito. Tan frito que me dejó abatido:

-No hay nada que hacer. Esto ha quedado para esta gente. Da igual jugar bien o mal. Estos tienen más fuerza: saltan, corren, empujan, te pasan por encima… Los latinos ya no tenemos nada que hacer en el fútbol. Esto ha quedado para ellos. No veremos a más equipos latinos ganar la Copa de Europa…

Resucito en mi memoria esto ahora que nos ha pasado lo que nos ha pasado ante Bayern y Borussia. El ‘Gigante Alemán’ se ha elevado otra vez ante nosotros después del tan-taran-tán que nos han pegado en las semifinales de la Champions. Veo a mi alrededor una depresión justificada, tan justificada como entendí que era, tantos años ha, la de Pirri aquella lejana noche en la que yo mismo, en la tribuna de prensa, me estremecí, como si temiera que hasta allí arriba pudieran subir a corrernos del asiento a pelotazos aquellos enloquecidos alemanes. Ahora nos sentimos igual o parecido, entiendo. Tan seguros estábamos de nuestros dos primeros de la clase que no nos cabía en la cabeza que los echaran. Y los echaron. Y al Barça, violentamente.

Conclusión fatalista: la Bundesliga nos ha adelantado por el arcén. Puede ser. Nos han batido por los dos flancos: el Barça, modelo cantera y control, pensado para tocar y distraer, y el Madrid, modelo de cantera y potencia, de fútbol hecho de robar el balón y correr. Los dos fuera, a favor de Bayern y Borussia.

¡Y el doble batacazo llega justo ahora, cuando hay que pedirle a Angela Merkel permiso hasta para hacer pis!

Pero yo no me preocuparía tanto como Pirri en aquel lejano viaje de regreso de Hamburgo. Ha pasado tiempo suficiente como para dejar suficiente probado que el fútbol no es cuestión prioritariamente de músculo. Desde luego que no vienen mal la estatura ni la fuerza ni la velocidad, pero nada de todo eso superó el buen manejo del balón. El fútbol no es soga-tira, no ganan necesariamente los más fuertes. Ganan los que mejor juegan. España y el Barça han jugado particularmente bien estos últimos años, por eso han ganado tanto. Y entre esas victorias están las de La Roja sobre Alemania en la final de la Eurocopa de Viena y la de la semifinal del Mundial de Sudáfrica.

Veamos el asunto en sus proporciones correctas: ni el Madrid ni el Barça han llegado bien a esto. El Madrid ha andado todo el año a la riña. Una riña entre Mourinho y un grupo de jugadores, que ha ido a más. Consecuencias de una mala digestión de la gira por Estados Unidos. Ha ido pasando las fases de Champions sin brillo. Segundo en el grupo, apuros ante el Manchester United, hasta que cayó con el Borussia sobre todo por una noche en la que Pepe, en manifiesta baja forma, naufragó ante Lewandowski. Con todo, en el partido de vuelta al Madrid le faltó sólo un gol para pasar.

Lo del Barça ha sido un poco otra cosa, sí: da síntomas de fatiga y además ha tenido un descuido inaudito, que desacredita a Zubizarreta para su tarea, en la parte de atrás. Se ha ido quedando tan escaso que el equipo ha acabado por derrumbarse por ahí. Se ha quedado, en la práctica, con Puyol y Piqué. Puyol, héroe de tantas batallas, con más cornadas que un torero tremendista veterano. Y Piqué dejando que su cintura vaya siendo dulcemente rodeada por un colchoncillo de reservas calóricas. Su foto, sin camiseta, cuando intercambiaba la suya con un rival al final del partido, revela un abandono hasta cierto punto entendible (nunca justificable) en los futbolistas sin competencia. Porque tras ellos dos no había nadie: Mascherano, que no es central, cumple años y también se lesiona; Bartra, que manifiestamente no despierta ninguna confianza y sólo ha sido utilizado en casos desesperados; Adriano, parche que sólo puede poner voluntad; Abidal, con alguna aparición testimonial… Cómo el Barça se ha abandonado tanto en esa parcela es algo por lo que Zubizarreta tendrá que responder en el algún momento. A eso se ha unido cierto agotamiento de Xavi, que espero sea pasajero y la enfermedad de Tito Vilanova, cuya influencia se ha dejado sentir. Y, como remate, las molestias musculares de Messi en las dos fechas claves, contra el Bayern. Todo junto, más el Bayern, se tradujo en un 7-0 global estrepitoso. Que el primero de Alemania despeñe así al primero de España y que el segundo también bata al segundo, aunque por margen más ajustado, da lugar a reacciones quizá demasiado pesimistas.

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Bayern
No, no desmantelemos ni al Madrid ni al Barça por esto. Posiblemente, lo que ambos necesitan es un nuevo entrenador (también el Barça, y sé que este es tema difícil y tabú en Barcelona, pero la provisionalidad no puede ser elevada a condición de hecho definitivo) y algunos retoques. Desde luego, el Barça necesita centrales. Lo demás casi puede decirse que lo tiene, aunque alguna cosa la puede mejorar. Pero Song ha dado buenas sensaciones al final y eso es prometedor. Y Tello es un cañón, si no se le escapa al Barça. El Madrid tiene una plantilla joven y fenomenal, con cosas a mejorar: el lateral derecho, algo más para el medio campo, quizá un delantero centro si se va Higuaín. Y el ciclón Bale, que vale para muchas cosas. Pero el equipo es joven, fuerte y puede jugar muy bien, ya se ha visto, y hasta con mejor estilo en otras manos.

Otra cosa es que Alemania se eleve de nuevo. La crisis de Kirsch, tenedora de los derechos televisivos, que se hundió, metió al fútbol alemán en un largo túnel. Pero Alemania siempre vuelve, ya se sabe. En menos de un siglo, si miramos desde estas fechas para atrás, han perdido dos guerras mundiales, y de nuevo están ahí, y les tenemos que pedir dinero o permiso para fijar el déficit de las administraciones públicas. Se administran mejor. Eso es lo que hay que copiar. El Bayern tiene un presupuesto de 373 millones, el Borussia de 189. El Barça lo tiene de 470, el Madrid, de 505. Lo del Madrid es mucho más del doble que lo del Borussia, y eso le sirve para traerse a Sahin, que no le sirvió, mientras el Borussia ya tenía echado el ojo a Gundogan. En este Borussia hemos visto aparecer a jugadores jóvenes en el primer plano, creados por el club u obtenidos a precio bajo. Götze (ya comprometido con el Bayern), Lewandowski, Reus o el propio Gundogan han sido estrellas de esta Champions, por delante incluso de algunos de los jugadores más brillantes de Madrid o Barcelona. El Bayern gasta mucho más, sí, por ahí con la chequera pero, con todo, no llega a los excesos del Madrid o del Barça (que también los comete) capaces de pagar cualquier barbaridad por un suplente.

Pero de ahí a pensar de repente que estamos acabados y que vuelve el terror alemán hay un trecho. Veo hasta quien propone Heynckes como entrenador del Madrid. Heynckes estuvo, ganó la Séptima, sí, y se le agradece, pero la misma víspera del partido habló con Lorenzo Sanz, le dijo que estaba hundido, que se sentía incapaz, que los jugadores no le atendían… Lorenzo Sanz se quedó espantado, se reunió con unos cuantos jugadores y estos le aseguraron que sacarían el partido adelante. Y lo sacaron. Ganaron en autogestión, cosa que ha pasado mucho en la historia del fútbol. No estoy lo bastante próximo al Bayern, pero me aseguran que el papel de Heynckes en esta campaña se puede muy bien relativizar. Lo pueden ganar todo (para desconcierto de Guardiola, si es así, porque difícilmente podría en ese caso acrecentar la herencia) pero la directiva de exfutbolistas que maneja el club no ha hecho ningún esfuerzo por retener a Heynckes, lo que ya da una pista. Y eso que no es ningún ser intratable, como Mourinho. Otra cosa es Klopp, desde luego. El suyo sí que es un equipo de autor. Emerge un nuevo Mourinho, sólo que más agradable. Se hace un marketing de ‘clown’ divertido, mejor. Puede ser el hombre del futuro.

Dortmund
Alemania vuelve, sí, pero España está. Se trata de no desconcertarse, de no renunciar. En el caso del Barça, de afirmarse en un estilo fenomenal. El problema es hacerlo perdurar más allá de Xavi y para eso hay tiempo, porque Xavi aún está, aunque dé síntomas de fatiga. Y buscar bien el entrenador, sea Tito o no sea Tito, pero esa decisión ha de tomarse con rigor y seriedad profesionales. En cuanto al Madrid, su músculo financiero podría tener mejor aplicación. Si Florentino no cometiera tantos extravíos (¡ay, si tuviera una cierta oposición que le obligara a vigilarse!) tendría algún recurso más para zonas que han quedad mal cubiertas.

No, no ha habido final española este año, como no la hubo el año pasado, cuando estuvimos más cerca. Habrá final alemana. Pero yo no me dejaría invadir por el fatalismo. Alemania vuelve, pero España sigue ahí, a poco bien que haga las cosas.