La semana gloriosa de Pichichi Porta

El lunes de Pascua de 1972, el Barça recibió al Madrid y le ganó por 1-0. Con eso, completaba dieciocho jornadas sin perder y se situaba, a seis jornadas del final, a cuatro puntos del Madrid y con el goal average particular favorable.

Pero ahora el Barça tenía que visitar al Granada, y eso era punto y aparte.

Era un equipo tremendo. En torno a Aguirre Suárez se formó un grupo durísimo, con Fernández y Jaén de lugartenientes. Tenía dos muy buenos extremos, Lasa y Vicente, y gran capacidad de gol con Barrios y sobre todo con Porta. El equipo era entusiasta y combativo. Destacaba el lateral De la Cruz, con sus subidas. En el último partido en casa, el Granada le había ganado 5-1 al Athletic de Iríbar.

Precisamente en torno a De la Cruz se organizó la polémica durante la semana. Acababa de ser fichado por el Barça por seis millones. Bernabéu se quejó:

—Nosotros no fichamos jugadores de los equipos con los que vamos a jugar.

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Se desata un debate nacional, y sobre todo en Granada. Pese a todo, Joseíto le alinea. Joseíto, para más complicar las cosas, había sido jugador del Madrid en las primeras Copas de Europa, compañero de fatigas de Muñoz. Se rumorea que “habrá prima”. Unos dicen que lo ha tratado Muñoz con Joseíto. Otros, que Pirri con Santos. Pirri había jugado en el Granada y de aquella plantilla aún quedaba Santos.

En fin, que el partido se espera con ambiente y llenazo. El autobús del Barça circula por las calles entre expectación y gritos. Camino de Los Cármenes, pasa frente a la plaza de toros y Rexach suelta una frase que se hará célebre:

—¡Qué suerte tienen los toreros! ¡Ellos no tienen que jugar contra el Granada!

Y eso que al partido va a faltar Aguirre Suárez, lesionado un par de semanas antes en la Copa, ante el Tenerife. Pero están los demás…

El partido empieza con un gol rápido de Porta:

—Fue un centro de Vicente, Barrios me la bajó de cabeza y yo empalmé de bote pronto, fortísimo. Uno de los goles más bonitos que he metido. Pegó en el hierro por dentro y salió tan rápido que temí que el árbitro pensara que había dado en el poste.

Iban cinco minutos. Quince más tarde, Asensi entra en el área salvando tarascadas de Fernández y Jaén y remata a gol. ¡Pero Urrestarazu señala la falta previa! El Barça protesta, pero no hay nada que hacer. La falta se tira sin consecuencias.

A los tres minutos del segundo tiempo, Porta golpea de nuevo. Es una escapada de Lasa por la derecha, centro, mal despeje de Gallego y taponazo de Porta desde el borde del área. Reina y Gallego discuten. Al Barça se le ve descentrado. Michels ha retirado a Juan Carlos para colocar a Dueñas y fortalecer el ataque, pero la distancia ya es grande. El Barça aprieta, el Granada espera, Izcoa para bien. El Barça pierde 2-0. La misma tarde, el Madrid ha ganado en el Bernabéu a Las Palmas. Otra vez a seis puntos. Michels dirá: “Hoy hemos perdido el campeonato”.

Candi, el presidente, exportero del equipo, un populista tipo Jesús Gil, baja al vestuario. Jaén le hace carantoñas, escribe en la pizarra que merecen prima doble, Candi asume la broma y lo confirma. En lugar de 20.000 pesetas por barba, como estaba previsto, son 40.000. Más las 50.000 del Madrid. Un total de 90.000. Con ese dinero, el interior Manolín se compra un Simca 1000 esa misma semana.

Porta es el héroe de la semana. Se ha disparado en el Pichichi, a tres goles ya de distancia de Germán. “Y eso que falté a los cuatro primeros partidos y que no tiraba los penaltis”. El suyo es un caso de explosión tardía. Aragonés, fue desestimado por el Zaragoza. Despuntó en el Huesca, de donde le fichó el Granada. Pero no había gustado ni a Marcel Domingo ni a Pipo Rossi ni a Joseíto. Rossi intentó ponerle de lateral derecho y le bajó unos partidos al Tercera. “Me salvó el público, que me veía marcar en los amistosos y, a partir de su creación, en la Copa de Andalucía de Reservas”. Ahí se salía, lucía su regate, era un goleador certero. Como ya había cambios, cuando la cosa iba mal Los Cármenes clamaba: “¡Porta! ¡Porta! ¡Porta…!”.

Sólo ese año había empezado a ponerle, a partir de la quinta jornada, Joseíto. Y se defendió por sus goles. Tenía ya 27 años.

—Pero cuando fuimos al Bernabéu no me puso. Dijo que yo sólo marcaba en casa y no me sacó de titular. Me metió cuando ya perdíamos 4-0, ¡y marqué dos! Perdimos 4-2.

Aquello fue el acabóse, claro. Y de eso se hablaba esa semana tras la victoria sobre el Barça porque ahora hay que recibir al Madrid, que viene sin Amancio por la gresca que tuvo con Fernández en la primera vuelta, el día del 4-2. Fernández, que salió en camilla y expulsado, se la había jurado a Amancio. (Y se lo cobraría dos años después, en la Copa de 1974, con aquella célebre patada).

El Madrid llega haciendo la pelota. Pirri recuerda que empezó allí, que lo lleva en el corazón. Muñoz confiesa que quizá se excedió en sus declaraciones aquel día. Pero el ambiente es de tremenda pasión. La taquilla llega a cinco millones, récord de récords. Candi baja antes del partido al vestuario, y se toca la chaqueta a la altura del corazón, donde se ve un gran bulto: “Estos son los billetes que os lleváis si ganáis hoy”. Otra vez prima doble. El Granada ya tiene los puntos que aseguran la permanencia, ahora Candi piensa en el quinto puesto, que le clasificaría para la UEFA.

¿Y del Barcelona? Del Barcelona no hay nada, cree que ya no hay nada que hacer.

Todavía no está Aguirre Suárez, pero sí Fernández, el agraviado del Bernabéu, que abre el marcador con un cañonazo de lejos y lo canta con furia. Luego empatará Marañón y Porta hará el 2-1:

—Fue un saque de Izcoa, empujado por el viento. Barrios saltó con Touriño, Benito se comió el bote, García Remón salió y yo me adelanté, le gané por un centímetro y se la toqué flojita, por un lado. Entró rodando, flojita, ayudada por el viento.

El Barça vuelve a estar a cuatro puntos. El final será tremendo. Es esa Liga en la que en la penúltima jornada pierde en Córdoba, con el equipo ya descendido, con un célebre penalti de Fermín, cedido por el Madrid. Ahí se le fue la Liga del todo.

Porta fue Pichichi con 20 goles, ninguno de ellos de penalti. Le siguieron Amiano y Germán, con 15. Michels le quiso fichar, pero Candi se subió a la parra. Pidió 20 millones, “uno por gol”. No se hizo.

Terminó en el Zaragoza. Aún vive allí. Puso una chocolatería, que ahora regentan sus hijos. De cuando en cuando viaja a Granada, a encontrarse con sus viejos camaradas de aquel fabuloso año del Pichichi, de aquel Granada Matagigantes que en una semana ganó consecutivamente al Barça y al Madrid.


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