Leicester. Más allá del 'cholismo'

Lo que tenía que pasar, pasó: el Leicester ganó Premier League. El desenlace, ya saben, llegó por el empate, vía Hazard, del Chelsea ante el Tottenham. Lo siento por Pocchettino, que va para entrenador grande, si no lo es ya. Pero lo celebro por el Leicester y lo que supone esa rebelión del modesto en una Premier que no contaba con él.

Leicester está asociada a mi imaginario infantil, porque durante una larga gripe, de las de entonces, leí las aventuras (en cuarenta capítulos, ahí es nada) de Dick Turpin, que siempre andaba por allí. Con el tiempo he sabido que en realidad era un bandolero más bien cutre, pero el relato que leí le presentaba como un héroe en defensa de los derechos dinásticos de Carlos Estuardo frente a la casa de Hannover. Unas bellas aventuras de cabalgatas, disparos e ideal romántico.

Muchos años más tarde conocí a mi entrañable Michael Robinson, que resultó ser nacido en Leicester ("aunque me sacaron de allí cuando yo todavía era un huevo") que me aclaró que no se pronunciaba 'leichester', como yo estaba convencido, sino 'leister', descubrimiento que no me entusiasmó.

Esta irresistible ascensión del Leicester (leister, qué le vamos a hacer) al título ha servido para que nos reencontremos. Y para que hablemos de su padre, el hombre por el que en mi vida más he lamentado no hablar inglés. Papá Robinson es de Leicester e hincha del equipo, y ha tenido que esperar a los 92 años para ver a su equipo campeón. Parte del tiempo de espera lo invirtió, antes de en la grata tarea de formar una familia con el pequeño Mike dentro, en luchar en la II Guerra Mundial. Fue comando en suelo europeo, enlace y combatiente tras las líneas enemigas, saboteador de instalaciones nazis y pieza de riesgo en la gran operación del desembarco.

Sólo una vez hablé con él, con su hijo de intérprete. Pero no hay vez que vea a Robinson que no le pregunte por 'el viejo luchador antifascista'. Robin me habla siempre con orgullo de él. Últimamente compartíamos la ilusión porque su padre cumpliera el deseo de ver al Leicester campeón. Ya lo tiene. Después de ayudar al Continente de liberarse de la barbarie nazi no merecía menos.

Ha sido un milagro, pienso. Un milagro continuado. El Leicester fue líder en la jornada trece. Una chiripa, pensamos todos. Lo perdió una jornada, lo recuperó en la quince, lo mantuvo hasta la diecinueve, lo recuperó en la veintitrés y ya no lo soltó.

Trasladado a España, es como si un Getafe o un Granada, equipos fabricados para no descender, ganaran la Liga. Es verdad que no hay tanto salto en presupuesto con los grandes allá como acá, pero aun así este título era inconcebible. De hecho, en las apuestas se pagaba cinco mil a uno o más. Dice Robin que se cotizaba algo así como el hallazgo del monstruo del Lago Ness o la confirmación de que Elvis está vivo. Como hay de todo, 47 audaces apostaron por ello. Veintitrés se echaron para atrás sobre la marcha y pactaron un cobro honorable. El resto ha seguido provocando un notable descalabro en las casas de apuestas.

¿Qué ha pasado aquí? Primero, que jugadores que andan por ahí abajo no son tan malos, sino que no han tenido una buena oportunidad. Como el célebre Vardy, que llegó a la Premier ya en la treintena porque el Leicester no tenía dinero para nada mejor, hay varios. Un equipo hecho de gente venida de abajo y con un entrenador veterano y barato, Ranieri, que nunca ganó una Liga en un país grande. Un diseño para no descender. Ranieri hizo un equipo prudente (o sea, cerrojero) fiando el gol a unas pocas salidas veloces en busca de Vardy. Entre eso, la ingenuidad táctica general de la Premier y un punto de suerte, el Leicester cogió la cabeza. Luego, y ese es el mérito, esos chicos creyeron en sí mismos, y hasta en ocasiones fueron capaces de jugar bien cuando el de enfrente les esperaba.

Así, partido a partido, han ganado la Liga. Han colocado una frontera más allá del 'cholismo'. Simeone, al fin y al cabo, cuenta con una plantilla de internacionales. Su mérito es rebelarse contra el tercer puesto en LaLiga que el escalafón le asigna. Pero lo del Leicester es un salto del último puesto de la parrilla al primero del podio.

Las rarezas del fútbol. En ese equipo jugó Gordon Banks, 'El Chino', aquel portero que ganó el Mundial 66 con Inglaterra y que cuatro años más tarde le hizo a Pelé una parada eterna en México. También jugaron allí Peter Shilton, tantos años internacional inglés, y Gary Lineker. Pero ha tenido que venir un grupo de desconocidos jornaleros del fútbol, con un entrenador medio pasado de fecha a la cabeza, para que el club del padre de mi amigo Robinson ganara por fin el título.

Benditos sean los designios inescrutables del fútbol.


4 Comentarios

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Koldo Aguirre

Una alegría enormo, sobre todo por uno de mis sobrinos, llegó a Leicester a trabajar de ingeniero y se hizo un furibundo seguidor de los wolves

05/03/2016 11:20:04 AM

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Jacobo

De los Foxes

05/03/2016 01:19:02 PM

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jose

me queda la duda, capacidad del Leicester o remal la premier ? digo que equipos como el united con sus millones y no juega a nada, chelsea otro monton de millones y no juega a nada, el city un dia si y 2 no, los spurs y un poquito el arsenal son mas regulares pero ni tanto. el Leicester tiene un merito enorme pero aguangar 38 partidos (no es sorpresa de uno) y que los millonarios rivales no le lleguen y en ese camino esos millonarios rivales juegen mal, son elimiandos de Europa, problemas de tecnicos etc. bien y bonito por el Leicester pero la premier es mucho show fuera de la cancha y poco adentro

05/03/2016 02:38:00 PM

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Jericho

Solo una corrección a un buen relato del milagro del Leiscester; Vardy no llega a la Premier metido en la treintena. Es del 87, tendrá unos 28 años.

05/03/2016 03:50:46 PM