Martino telefonea a Ancelotti
El Tata ya ha visto cómo nos las gastamos en España. Aquí, en el Barça o en el Madrid, no vale con ir primero. Has de ser el mejor. Puedes haber logrado ya un título (Supercopa), tener una final (de Copa) en la mano, estar a un paso de los cuartos en la Champions o incluso a unos días de poder recuperar el liderato si el Atlético se venga en el derbi; pero hay una máxima comprobada: el crédito se pierde con mucha más rapidez. En un solo partido. Con una única decisión. Anoeta es su losa. Quizá al técnico, cuando le hayan contado que un día Antic fue despedido en el Bernabéu porque su equipo iba líder pero no jugaba bien, creyó que se trataba de una simple caricatura. No nos conoce bien. A Simeone, con una larga experiencia en nuestro país, no le habrán sorprendido tanto los últimos palos. Ambos han sido los protagonistas de la última jornada por esa moda de rotar. La que ensalza a los menos habituales si se gana y que castiga con dureza al ideólogo tras perder. Un sistema de equilibrio de esfuerzos del que se presume cuando llegan los títulos y que se echa de menos si no se cumplen los objetivos.
El Barça post-Guardiola ha pasado las de Caín teniendo que superar la enfermedad y el adiós de Abidal, el cáncer de Tito, los cambios obligados en el banquillo, la dimisión de un presidente y los mil casos extradeportivos que ahora asaltan al club. Sin embargo, sorprendentemente, el día que más ha marcado el futuro del equipo fue la debacle europea ante el Bayern. En esa eliminatoria, más que bajar del trono dolió la manera: con la lengua fuera, goleados y persiguiendo sombras. Ahí, todos los análisis y moralejas coincidieron: es conveniente dosificar para llegar bien al final de temporada. Con esa obsesión se planificó el siguiente curso. Con esa premisa se escribía en el bando azulgrana. Se buscó a un entrenador que fuera capaz de entenderlo y ejecutarlo. Que no se plegara a caprichos y que afrontara el reto con personalidad. Así que el Tata empezó convenciendo a Messi de que el descanso en Liga era necesario. ¡Hasta en cinco ocasiones lo sustituyó antes del final! La crítica aplaudió la valentía. A Rosell y Zubi se les escapaba la sonrisa. Y por si fuera poco, el argentino cogió al equipo en verano con la convicción de que Xavi ya sólo estaba para los momentos decisivos. Si es que llegan. Lo tiene prácticamente conservado en formol. Así que puede decirse que gracias a Martino la Selección sigue siendo favorita de cara al Mundial. Xavi ha jugado 250 minutos menos en Liga que en la campaña pasada a estas alturas. Aun así, el Tata repitió una y otra vez en el primer tramo del campeonato que él “no venía a aportar nada nuevo” y “que no iba a tocar lo que funcionaba”. Y le creímos. Hasta que se traicionó.
Tras golear al Rayo hace diez días dijo una cosa: “Durante seis o siete meses estuvimos haciendo lo conveniente en cuanto a rotaciones y ahora se van a ver pocas”. Martino se creció tras lo de Manchester y cambió el discurso. Tenía miedo de que el desgaste pasara factura y lo que condenó al equipo ante la Real fue frenar en seco un estado de ánimo por las nubes y una idea de juego recuperada con esfuerzo. Lo de Anoeta chirrió porque no era el día. Todos los palos son pocos. Hasta él lo reconoció: “Esta claro que las rotaciones sólo son buenas cuando funcionan. Puse ese once porque temía el cansancio y para que todo el mundo se sienta importante”. En la sala de prensa de San Sebastián demostró que está hecho un lío. El Barça no jugaba Champions de nuevo hasta dentro de 15 días y ésa era una de las pocas ‘finales’ que le quedaban a domicilio. También llamó la atención su once porque no se reconocía el estilo. Song de tercer central, Busquets fuera del único lugar donde habitualmente reina, cambios tardíos y sin soluciones en los bolsillos. Mientras, allá en la banda, Xavi estaba maldiciendo.
Fue una imagen grotesca. De las que restan credibilidad en un vestuario, marcan y arrinconan. Le costará al Tata, si lo logra, recuperar la comunión. Pero lo peor de todo es que, analizados los números de Liga (que es donde ha surgido el debate de las rotaciones y es el campeonato de la regularidad), Martino ni siquiera está cumpliendo la misión que le encomendaron. La que comenzó a cumplir y de la que se ha ido distanciando por las exigencias del Madrid y de los tropiezos inesperados. Ha rotado de una extraña forma. Poco, descaradamente sólo en Copa, cuando no debía o donde no hacía falta. Así lo demuestran las estadísticas hasta la jornada 25 comparados con los de la pasada temporada a estas alturas. Por no haber fichado a un central y por la tibia confianza en la base. Y eso sí que preocupa, porque ver al equipo arrastrarse de nuevo en el tramo decisivo sería imperdonable:
Quitando a Puyol, Alba y Messi, que han jugado menos por las lesiones de larga duración, así están las cosas: Alves ha disputado 47 minutos más que hace una temporada. Piqué, el único central de verdad e insustituible, 424 más. Iniesta, 237 más. Cesc, 355 más. Alexis, jugadorazo indiscutible para él, casi el doble. Mascherano y Busquets, fijos en el once, prácticamente lo mismo. ¿Dónde están los relevos? Se suponía que con dosificar a Xavi no basta. El Bayern barrió a un equipo, no a un solo jugador. Song, uno de los que están para dar refresco, ha jugado tan poco como con Tito: sólo media hora más. Y Pedro, el que mejor nivel físico tiene en 2014, lleva 202’ menos. Otros que debían dar aire fresco como Sergi Roberto y Tello han tenido sólo 219 y 323 minutos respectivamente, siendo el caso del extremo llamativo. Tras hacer siete goles la temporada pasada ha gozado de 222 minutos menos a estas alturas. Mientras que antes los jugadores no habituales que menos participaban eran Thiago y Villa (668’ y 755’ en la jornada 25ª), ahora son Montoya (1.033’) y Bartra (959’). Y se nota. No es lo mismo.
Ahora en Can Barça habrá un dilema. Una vez que los jugadores se han ido de rositas tras la última debacle, Martino tiene toda la responsabilidad a corto plazo. Ya habrá comprobado que pocos en su entorno critican la pachorra de Neymar y todos machacan su última ocurrencia. Con menos de tres meses por delante, deberá optar por repartir los esfuerzos como le indicaron, y él defendió en un principio, para reajustar esa tabla de esfuerzos descompensada. O apostar por un once tipo (bastante claro) y tirar hacia adelante con el riesgo de volver a gripar. Tiene la opción de ser testarudo o entregarle el equipo a Xavi y dejarle a él mismo que decida sus descansos. Es sabio. Es el mejor. Esté más o menos en forma, el Barça sólo es el Barça de su mano y, por el contrario, debe (y deberá) jugar a otra cosa parecida, pero no igual, cuando libre o no esté. La decisión no será fácil. Porque el Camp Nou quiere ver a los hque marcan las diferencias. Porque fuera de casa no te puedes fiar. Porque todo lo que ya queda son finales. Porque los medios ya han olvidado que las rotaciones eran la base del proyecto para evitar otro ‘Bayernicidio’. Y, no lo olviden, porque la idea es llegar a las finales de Mestalla y Lisboa como un tiro para ganarlas. No me gustaría ser el Tata: puede volverse loco en el intento para que no le vuelvan a atizar y hasta hacer una llamadita a Ancelotti para aprender cómo se hace eso de rotar.
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