El Tata y la reacción
El crédito de Martino está bajo mínimos a estas horas en Can Barça. Es lógico y ya sabido tras el ciclo arrollador al que acostumbró Guardiola. Y no es que no se le pase una al argentino. Su afición admite, o eso creo, caer en los cuartos de la Champions como tantas y tantas veces pasó antes en un club con 114 años de vida. Pero, lógicamente, no de la forma en la que lo hizo ante el Atlético. Por el coste millonario de la plantilla, por la frustración demostrada por sus jugadores y por un discurso confuso en el que dio a entender que en su plan para el Calderón era mejor que Messi no entrara tanto en juego (¿?). Habrá quien ya ponga al técnico en el sumidero. Sin embargo, su supervivencia pasa única y exclusivamente por la reacción inmediata. Aún tiene dos vidas para dar la vuelta a la tortilla. Empezando por la conquista de Granada este sábado y por la revancha de Mestalla ante el Madrid en la Copa. El problema es que no es nada sencillo levantar la moral de alguien que está acostumbrado a tenerla por las nubes. El Barça, a cada tortazo europeo con el que se encontró en la época moderna (no sólo hablo de una resultadista eliminación), contestó casi siempre de la misma forma: acentuando su depresión en lugar de resucitar debidamente. Los chascos, lamentablemente, nunca suelen venir solos. Por más que su aparato propagandístico intente demostrar lo contrario.
Puede que para algunos sólo sean estadísticas. Pero hay demasiada coincidencia. El luto en el Barça dura más de la cuenta. Quizás la temporada 1995-96 dejó una huella imborrable. Esa campaña el Barça vivió diez días dramáticos e inolvidables a estas alturas de curso. Fue apeado por el Bayern en semifinales de la UEFA, perdió la Copa del Rey ante el Atlético en La Romareda con aquel gol de Pantic y días más tarde cayó 1-3 ante los colchoneros en el Camp Nou diciendo adiós definitivamente a la Liga. Para colmo, el equipo de basket perdió en la final de la Euroliga ante el Panathinaikos con aquel ilegal tapón a Montero. Desde entonces, cuando Europa le baja del pedestal, el Barça suele encadenar derrotas dolorosas en el campeonato doméstico cuando se esperaba de él una respuesta sanadora. Repetir ahora eso sería tirar otro título.
Muchos de aquellos tropiezos fueron escandalosos. No sólo sorprendentes. Empezando por el de la temporada 1997-98. El Barça no pasó de la fase de grupos ese año y tras caer en casa ante el Dínamo del Kiev (0-4) aquella noche aciaga de Baia y gloriosa de Schevchenko, el Barça cayó en Liga en el Camp Nou ante el Valladolid (1-2), que acabó 18º. En la siguiente edición de la Champions, el traspié tampoco fue menor. El equipo blaugrana también fue apeado antes de las eliminatorias. Tras empatar en casa ante el United en la fase de grupos, el Atlético le ganó en Liga 0-1. Y tras el caos contra el Bayern (0-1) en el que se alejaban las posibilidades de clasificación, el Oviedo le pasó por encima en el Tartiere (2-1). El ridículo de la campaña 1999-2000 fue más sonado aún. El Valencia le barrió en Champions en Mestalla (4-1) y la respuesta a esa ida dolorosa fue un 0-2 ante el Rayo delante de su afición. Tras consumarse la eliminación con el 2-1 de la vuelta, el Barça empató en San Sebastián (0-0). Acabó segundo en Liga.
Con el nuevo siglo se siguió el mismo patrón: decepción tras el varapalo. En la 2000-01, el Depor le ganó 1-0 tras su pinchazo en Milán (3-3) y 2-0 fue el marcador en Mallorca tras otro descarrile ante el Leeds (1-1). Es cierto, como presume la web oficial del club, que el Barça corrigió esta desidia de dejarse llevar tras una eliminación en los últimos años, pero no así tras las derrotas más inesperadas. Que duelen más y dejan mayor resaca. En la temporada 2002-03 el Depor asaltó el Camp Nou (2-4) cuando la Juve le cortó la respiración en la ida de cuartos de la Champions. Un curso después, el Betis le empató tras ser superado en la ida de octavos de la UEFA por el Celtic. Sí, sí, el Celtic (1-0). Y hasta el Numancia fue capaz de sonrojarle (1-1) en mitad de su indigestión con el Chelsea en la 2004-05. En la 2006-07, el verdugo liguero fue el Real Madrid con aquel 3-3 espectacular con Messi ya presente, días más tarde de haber caído el Barça contra el Liverpool. En la 2007-08 el Depor le tumbó en Riazor nada más llevarse un chasco con el United. En la 2011-12, el Real Madrid volvió a hurgar en la herida (1-2) pocas horas más tarde de la caída ante el Chelsea (1-0). Y en la 2012-13, el Athletic le amargó una vez más (2-2) sin haber digerido todavía el 4-0 del Bayern en Múnich.
Ahora toca responder otra vez. Llega el Granada. Horas después del 'eurorevolcón' del Manzanares. Un enfermo en busca de la permanencia que se cruza en mitad de la senda por la Liga. Ganar, más que importante es decisivo. Martino está en la encrucijada. Si es capaz de resucitar al Barça, podrá reiniciar una remontada factible (yo, sinceramente, la veo) que aparque el fin de ciclo que para tantos llegó hace demasiado tiempo. Si, por el contrario, no logra levantar los brazos caídos y motivar como bien lleva a cabo Simeone, será mejor que haga planes para la próxima temporada. De usted sobre todo depende, Martino. Aunque también de que el Atleti pinche un día o de que Cristiano juegue en Valencia. Así está el gran Barça hoy en día.
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