Mr. Pentland

Míster Pentland fue justo lo que la mayoría llevamos dentro: un entrenador. El precursor y más innovador. Este rincón tratará de su gremio. De los inicios, las trayectorias y las anécdotas de sus sucesores. Modestos y profesionales. Españoles y foráneos. De club o seleccionadores. Bienvenido. Pase y tome asiento.

Autor: Alfredo Matilla

Los cambios del Barça

Las sustituciones en el fútbol me intrigan. Lo reconozco. Hay técnicos que cambian siempre a la misma hora. Unos con precipitación y otros cuando ya no queda tiempo. Hay quienes, partido tras partido, lo hacen en el descanso. Quienes, a la desesperada, meten dos y tres a la vez. Hay tantos casos como entrenadores. Esta semana han vuelto a dar que hablar. Y no me refiero al cambio de Cheryshev en el Carranza para intentar que la culpa fuera menor con la alineación indebida ya conocida en el mundo entero. Ni esta vez Paco Jémez es el protagonista por haber quitado a alguno de sus jugadores antes de que comience a sudar. Me refiero sobre todo a los cambios realizados por Luis Enrique. El asturiano ha sido protagonista en los dos últimos partidos. Uno por no agotar los recambios y dejar que el Barça acabe con diez ante el Villanovense con el partido resuelto y el personal enfadado. Y el otro por no hacer ninguna de las tres sustituciones en Mestalla que permite el reglamento. Sobre lo primero, lo entiendo pero no lo comparto. El técnico, en su afán de no arriesgar metiendo a un jugador frío que pudiera salir y simplemente caminar, puso al resto de los que quedaron sobre el césped en apuros con tanto rival mosqueado por el feo. Lo segundo, lo del sábado ante el Valencia, lo defiendo: ¿para qué tocar lo que no se puede mejorar?

Luis Enrique juntó a su equipo de gala tras siete meses sin poder hacerlo en Liga. Y estaba tan contento y tan ansioso por verlos a todos juntos que no se atrevió a modificar nada ante el Valencia. Lógico. La última vez que los vio juntos fue en Córdoba, una tarde calurosa de hace siete meses. Esta vez no fue conservador con el 0-1 para meter a más defensas o algo de músculo, ni le dio miedo el cansancio pese a la acumulación de partidos. El rival empató, pero sería injusto decir que fue una consecuencia de esta decisión de no cambiar. El Valencia hizo el 1-1 más fruto de la casualidad que de otra cosa. Aunque los críticos ven cualquier momento idóneo para enseñar la patita.

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No hacer cambios hace años era mucho más arriesgado que exponerse ante la crítica, como esta vez le ha sucedido tímidamente a Luis Enrique. Por un lado, se herían más las sensibilidades. Como cuando Víctor Fernández no hizo ningún cambio en un Zaragoza-Barça de 1992 pese al 1-6 y muchos lo entendieron como un castigo a los titulares por el esperpento que habían protagonizado. Y, por otro, porque en muchas categorías, sobre todo en las modestas, los jugadores cobraban por primas. Y los suplentes sólo veían el dinero si cumplían un requisito básico: jugar al menos un minuto. Un servidor lo ha vivido. Ahora, en la época de los millonarios en Primera y de la precariedad en Tercera, o se cobra mucho o no se cobra nada. Esa fórmula de los sueldos por variables tan sencillas ya expiró. Porque las cosas no siempre fueron como ahora. Lo de tener la oportunidad de hacer tres cambios de campo es habitual desde la temporada 1995-96. Antes no era así.

La primera ocasión en la que un entrenador hizo un cambio datado fue en 1953, en la fase de calificación para el Mundial de Suiza. Alguna vez ya lo he recordado por aquí. Fue en Alemania y el sustituido se apellidaba Eckel. Hasta entonces, no se permitían los cambios. Si había lesiones el partido continuaba con los sanos. Inglaterra fue el primer país en implantar la moda en 1965 únicamente si el sustituido tenía una lesión. Desde la temporada 1967-68 se introdujeron las sustituciones por cuestiones técnicas, aunque en España únicamente se permitían los cambios en la portería por lesión (en 1969 cuando ya se dejaba sustituir a cualquier jugador por otro lesionado). Hasta que la FIFA creó las reglas de sustitución en el Mundial de 1970 con dos cambios y España acabó por acatar la evolución. Ya en 1994 la FIFA permitió una tercera sustitución, pero este nuevo cambio se reservó sólo al portero. Un año después las tres sustituciones se podían realizar sin distinguir a jugadores de campo o porteros. Y así hasta el momento actual: una época en la que se está estudiando introducir incluso un cambio más cuando haya prórrogas.

Luis Enrique en este apartado de los cambios también está marcando tendencia. Quizás marcado por sus maestros. De Cruyff, el escritor del libro de estilo culé, recuerdo la única vez que no cambió en Liga. Fue en un Castellón-Barcelona (1-0) en 1990. Entonces, con ocho años, entendí que no era obligatorio dar paso a los suplentes como me decían, así que mi sustitución en el equipo del colegio no la volví a asumir tan fácilmente. De Van Gaal, otro de los técnicos continuista de la escuela holandesa, es el mérito de haber entrenado al último Barça que no hizo sustituciones en un partido de Liga. Fue hace 16 años: el 7 de febrero de 1999 ante el Extremadura (1-2). Benítez era aquella tarde el técnico del rival. Y Luis Enrique, heredero ahora de esa costumbre, fue uno de los beneficiarios de que no hubiera cambios, marcó un gol clave y, para colmo, mandó callar. Una foto que tras lo de este sábado en Mestalla bien podría volver a utilizar.