Pedaladas

Vamos a hablar de ciclismo, pedalada a pedalada. De sus gestas y de sus miserias. Desde mi experiencia como periodista en treinta grandes vueltas y en otras múltiples batallas...

Autor: Juan Gutiérrez

Don Diablo se ha escapado

Cuando Miguel Bosé era jovencito le cantaba a Linda, a Anna, a Superman y a Don Diablo. “Don Diablo se ha escapado, tú no sabes la que ha armado”, decía la canción. Un decenio después, otro Diablo seguía el estribillo al pie de la letra y las armaba bien gordas en el Giro y, sobre todo, en el Tour. Todavía hoy, cuando entrevistas a Miguel Indurain señala a Claudio Chiappucci como el rival más incómodo al que se ha tenido que enfrentar, el más difícil de controlar. Seguramente lo dice con aquella etapa de Sestriere de 1992 en el recuerdo, aquel ataque lejano, alentado por el público italiano, que terminó provocando una crisis al navarro. Eran otros tiempos y en las grandes vueltas siempre había dos contrarrelojes largas. Eso permitía a Indurain domar al indomable Diablo.

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En aquella época, en 1993, se vio por primera vez en las carreteras a otro famoso demonio: el alemán Dieter Senft, más conocido como Didi, que se autobautizó como ‘El Diablo’ (así, en español). En los últimos días, Didi ha anunciado su retirada de las carreras ciclistas a sus 62 años. Por un lado, por motivos de salud: en 2012 tuvo que ausentarse del Tour por la operación de un coágulo en el cerebro. Y por otro, por la falta de patrocinio para sostener sus viajes. Durante mucho tiempo, Luk fue una marca asociada a su imagen. Pero el ciclismo no está muy bien visto últimamente en Alemania debido a los escándalos de dopaje: el Telekom, Ullrich, Jaksche, Schumacher, Sinkewitz… Tras conocerse el positivo con testosterona de este último, las televisiones germanas abandonaron el Tour en 2007 y no han vuelto. De hecho, esta misma semana se ha debatido en el país germano una ley que aplicaría penas de cárcel para los consumidores de sustancias dopantes… Una ley para recuperar la credibilidad.

Durante estos últimos días he leído semblanzas de homenaje y despedida a Didi. En casi todas ellas se cita que su apodo de ‘El Diablo’ era en honor a Chiappucci… ¿Pero este dato es realmente así?

De repente me acordé de que yo le había entrevistado durante un Giro de Italia, no sabía en qué temporada, pero gracias a la siempre gran labor de Quique Melo y su departamento de Documentación de AS localizamos la información en la página 31 del 22 de mayo de 2001, fechada en Lucera (meta de la segunda etapa). Su lectura me refrescó la memoria. La belga Pascale Lora Schyns, a quien vuelvo a agradecer la gentileza a pesar de que el tiempo y los acontecimientos nos han separado tanto, se prestó a hacer de traductora. Pese a sus múltiples viajes, Senft solo habla alemán.

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Al releer la entrevista recordé a un Didi Senft muy bromista, que me vacilaba casi en cada respuesta. El titular fue: “En español sé decir venga, venga Indurain”. Y repetía esa expresión cada vez que citaba a un corredor: “Venga, venga Olano”, “venga, venga Freire”, “venga, venga Ullrich”… Durante la conservación me contó que había sido ciclista amateur, que antes de patear las carreras era chapista de coches, que esta habilidad le llevó a fabricar originales bicicletas que ya por entonces le sirvieron para establecer hasta 14 récords Guinness: “Tengo la bicicleta más alta, la más larga, la más pequeña, otras dos en forma de torre de Pisa y de torre Eiffel… Soy un artesano del metal”.

Una de mis primeras preguntas fue sobre Chiappucci: “¿Por qué se vistió de diablo? ¿Quizá en honor del ciclista italiano?”. A lo que Didi Senft respondió negativamente, para mi sorpresa: “No fue en honor a Chiappucci. Me visto así porque al triángulo rojo que marca el último kilómetro de la carrera lo llamamos diablo en Alemania”. Curioso, ¿no? Lo que vino a continuación fue una nueva vacilada de Didi. “¿Y conoce a Chiappucci?”, le requerí. “Pues claro. Los diablos nos solemos llevar bien entre nosotros”, me contestó entre risas.

Personajes así, que dan color y alegría, siempre son necesarios. Ahora que lo deja, me ha agradado mucho volver a leer aquella entrevista, que me ha refrescado la memoria y me ha rejuvenecido. Lo que no me hizo falta refrescar, porque lo he recordado siempre como si fuera ayer, es el intenso olor que desprendía… Tratándose del diablo, supongo que sería por el azufre.