Pedaladas

Vamos a hablar de ciclismo, pedalada a pedalada. De sus gestas y de sus miserias. Desde mi experiencia como periodista en treinta grandes vueltas y en otras múltiples batallas...

Autor: Juan Gutiérrez

El Astana ya corre impune y liberado

Antes de asistir a una nueva exhibición de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastoña-Lieja, otro equipo desató una ofensiva en cadena durante La Decana. El Astana, una vez liberado de esa amenaza que pendía sobre su licencia World Tour, buscó una gran victoria con Vincenzo Nibali. El Tiburón del Estrecho no remató (terminó 13º), pero el Astana se ha quitado una losa de encima. Eso fue evidente.

Astana



A mí el caso del Astana me genera varias contradicciones. No en su origen, pero sí en su desarrollo.


En su origen tengo claro que la UCI tenía que haber retirado la licencia al equipo kazajo al término de la pasada temporada. Cinco positivos son razón más que sobrada, pero si encima sumas las implicaciones en el caso Padua, no sé dónde pudieron estar las dudas. El Astana, con Nibali al frente, argumentó que los positivos de los hermanos Iglinskiy eran “una cuestión familiar” y que los otros tres resultados adversos pertenecían al filial, como si el filial fuera una cosa ajena, cuando uno de esos jóvenes ya había corrido con el primer equipo.

La UCI no vio entonces motivos suficientes para la suspensión, la temporada avanzó y, de repente, aparecieron sobre la mesa el informe de la Universidad de Lausana y nuevos datos de la justicia italiana que aconsejaban “la exclusión del World Tour”, según la demanda expresada por el propio organismo de Brian Cookson. Han pasado las semanas y se ha vuelto a recular: la Comisión de Licencias mantiene al equipo en la élite, aunque “bajo un estricto control” hasta el final de la presente campaña. No te castigo, pero te tiro de las orejas y ten cuidadito de no volverlo a hacer. Más de lo mismo.

Nibali

Aquí entran mis contradicciones sobre el asunto. Tengo claro, insisto, que el Astana merece una sanción ejemplar, no se puede andar con tantos titubeos ante un escándalo de esta índole después de las tormentas que han caído sobre el ciclismo en los últimos tiempos. Pero el momento actual también me parece inoportuno. El equipo kazajo está formado, según su página web, por 29 ciclistas, 10 técnicos y 17 auxiliares. Un total de 56 personas que se hubieran quedado en la calle en plena temporada. A eso hay que añadir a patrocinadores y proveedores. Más el perjuicio para los organizadores de carreras, ajenos al conflicto: un Giro de Italia sin Fabio Aru, un Tour de Francia sin su actual campeón, Nibali… Al final son demasiados daños, directos o colaterales. Supongo que eso es lo que más ha pesado en el ánimo de la UCI.

En plena marejada, Greg Henderson (ciclista del Lotto-Soudal) acusó a través de Twitter a Aru de falta de limpieza y de irregularidades en su pasaporte biológico. Luego rectificó y pidió disculpas, pero la duda ya estaba creada, así que el italiano ha anunciado una denuncia contra el neozelandés para salvar su honor. Aru no corrió esa semana el Giro del Trentino oficialmente por problemas estomacales. Pero una cosa es mostrar extrañeza por la cantidad de líderes que se están borrando últimamente de las carreras en la víspera, y otra diferente es acusar si no tienes pruebas, una costumbre cada vez más extendida en las redes sociales con absoluta impunidad.

En cualquier caso, quiero pensar que la UCI no tomó la decisión de mantener la licencia del Astana a sabiendas de que uno de sus ciclistas tiene valores irregulares en su pasaporte biológico. Lo contrario nos devolvería a esas épocas cercanas tan criticadas por el señor Cookson. El equipo kazajo se encuentra en libertad vigilada. Otro escándalo en sus filas sí debería suponer una suspensión inmediata. Por muchos daños directos o colaterales que se produzcan, o por más contradicciones que a mí me generen.