Pedaladas

Vamos a hablar de ciclismo, pedalada a pedalada. De sus gestas y de sus miserias. Desde mi experiencia como periodista en treinta grandes vueltas y en otras múltiples batallas...

Autor: Juan Gutiérrez

La cara más cruel del dopaje

La pasada semana acudí a los Cursos de la Agencia Española Antidopaje (prefiero llamarla así que con su largo y ambiguo nombre actual), en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. Estaba convocado a una mesa sobre periodismo el viernes, pero aproveché la oportunidad para adelantar un día mi viaje y asistir a todas las intervenciones. Hubo unas más interesantes que otras, claro, pero en este tipo de ponencias siempre puedes extraer aprendizajes de todas ellas. La mesa más impactante y emotiva fue la última con Andreas Krieger, nacido Heidi, exatleta de la República Democrática Alemana (RDA), y con el remero Andrei Banica. Sus argumentos pusieron la carne de gallina a más de uno, incluso humedecieron algunos ojos. Sus testimonios representan la cara más cruel del dopaje.

La historia de Andreas Krieger es una historia sobradamente conocida en el deporte. "Incluso estoy confundido con que pueda seguir interesando, me aburro hasta yo de contarlo", nos dijo el alemán. Cuando aún era Heidi se vio inmersa en el dopaje masivo de la RDA y triunfó en lanzamiento de peso: campeona de Europa en 1986. Pero el tratamiento que se le aplicó desde los 16 años le provocó unos efectos secundarios tales, que acabó cambiando de sexo: "No le gustaba a los hombres, ni ellos a mí. Me gustaban las mujeres, pero no me sentía lesbiana. Vivía en un cuerpo ajeno. Después de conocer a un transexual ya supe lo que quería hacer. Si no hubiera tomado esa decisión, ahora no seguiría vivo". 

Krieger

Por muy conocida que sea la historia, escucharla frente a frente sigue provocando un escalofrío. Tanto en la ponencia, como en la entrevista que tuve la oportunidad de hacerle después. Andreas asegura que todavía no ha encontrado la paz, pero sí un equilibrio junto a su mujer, Ute Kreuse, una exnadadora de la RDA que vivió un infierno similar. Al margen de los efectos psicológicos, también le han quedado secuelas físicas: "Hasta un anciano de 80 años puede ir más deprisa que yo".

A pesar de todo, Krieger aún tiene fuerzas para gastar bromas. "¿Heidi sigue dentro de Andreas?", le pregunté. "Sí. Yo soy quien plancho en casa", contestó entre carcajadas. El alemán quiere explotar su historia en favor de la lucha antidopaje y colabora con una asociación que trabaja por la limpieza, que entre otras cosas entrega el premio Medalla Heidi Krieger. La medalla es aquel oro que ganó en 1986 y que donó con una condición: "Inventad algo con ella. Si la vais a tirar a la basura, eso ya lo puedo hacer yo". Krieger afirma que está dispuesto a hacer "cualquier cosa" contra el dopaje. Por eso posó sin reparos para AS con una foto de Heidi, aunque no le gustara mucho la idea: "I don't like". Y con humor aclaró: "Haría de todo menos una cosa: desnudarme".

Banica

Andrei Banica tiene su historia más reciente, incluso está aún en los tribunales. Se nota. En su narración no hay espacio para el menor atisbo de humor. Al contrario, su voz tiembla y sus ojos brillan. "Me pongo muy nervioso cada vez que hablo de ello. Siento náuseas. Me ha quedado un trauma para toda la vida", comenzó su relato. Banica sufrió "un calvario" por no querer someterse a los tratamientos de dopaje del club Urdaibai. Sufrió presiones, amenazas e incluso agresiones: "En una reunión dije que aquello parecía más un hospital que un club. Entonces me cogieron del pecho, me agarraron del cuello, me retorcieron el brazo... El entrenador se acercó a dos centímetros de mí y me dijo: ¿Ves lo que pasa si abres la boca?". El rumano vivió esta experiencia cuando ya era un remero consagrado, que había sido campeón del mundo. Por eso se permitió decirle a los responsables del club: "No necesito tomar estas cosas, llevo veinte años sin ello". De nada le sirvió. "No estás comprometido con el equipo", le replicaron.

Unos minutos antes de contar su experiencia, Banica se había acercado a mí y me había dicho: "Hay cosas en común entre nuestras dos vivencias". Se refería a las amenazas. "Me llamaban por teléfono a mi casa a las tres de la mañana, amenazaban a mi mujer y a mi hijo de un año", me comentó Andrei. Durante mi mesa redonda, yo había hablado del caso Manzano. Últimamente tenía la misma percepción que Krieger: "Me confunde que la historia siga interesando". Pues sí, once años después, aún interesa. Porque siempre hay nuevas audiencias, porque los relatos se enriquecen con el tiempo, porque el tiempo pone los hechos en otra perspectiva... Me sentí bien volviendo a contar aquello. Nunca hay que olvidar. Ni a la RDA, ni a Krieger, ni a Manzano... Ni al más reciente Banica. El dopaje puede ofrecer un rostro de descarnada crueldad.


3 Comentarios

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Xanto

Gracias por crear blogs como este donde la gente pueda ver con los pies en la tierra, una buena parte del deporte de élite de hoy en día.

06/22/2015 01:19:00 PM

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Kovacs

Se agradece que este periodista, acostumbrado a glosar el lado amable del dopaje, se acuerde del lado amargo. Extranjero, por supuesto.

06/22/2015 04:09:28 PM

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avelino

esto tiene que salir a la luz,sí o sí

06/23/2015 10:54:28 PM