El Tour de Francia arranca este sábado con 13 ciclistas españoles: los 12 previstos más Haimar Zubeldia, que se incorporó a última hora por el dopaje de André Cardoso. Dar positivo con EPO a estas alturas debería retirarte del deporte. Es la participación más baja desde los diez que tomaron la salida en 1983. Curiosamente, una fecha histórica para el pelotón patrio, cuando el Reynolds, de la mano de José Miguel Echávarri, reactivó el ciclismo español en la Grande Boucle: Ángel Arroyo ganó en el Puy de Dôme y acabó segundo en París tras Laurent Fignon, y Pedro Delgado se presentó en sociedad como futuro campeón. Aquel ejemplo nos demuestra que no hacen falta muchos para protagonizar bonitas gestas. El número, en este caso, es más bien un recordatorio de la crisis de equipos en España.

Desde ese 1983, me erizo cuando se acerca julio. El Tour. Aquel fue un relanzamiento del ciclismo español. El grupo de este 2017 también es menudo y selecto, pero encabezado por glorias que exprimen sus últimas pedaladas. Me refiero, claro, a Alberto Contador y Alejandro Valverde. El madrileño, de 34 años, llega sin victorias, pero ha cambiado la preparación en busca de más frescura. Quizá le funcione. El murciano, de 37, se presenta en Düsseldorf más laureado que nunca, con 11 triunfos, en principio al servicio de Nairo Quintana. Aquel viejo Reynolds se llama ahora Movistar y lo lidera un hermano colombiano. Su éxito sería un pedacito nuestro. También está Mikel Landa, el teórico sucesor en las grandes rondas, que aquí trabajará para Chris Froome. El hombre a batir. ¿No sienten un hormigueo?

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