Tiene magia esta generación Sub-21 y ayer lo volvió a dejar patente con un ejercicio de suficiencia en tierras croatas que le destaca aún más en su camino hacia la Eurocopa de 2013. No fue tarea fácil para los pupilos de Milla, cuya gran virtud con el balón en los pies se vio minimizada de entrada con una fuerte presión por parte del cuadro local y un césped lamentable, impropio de una competición de esta índole.

Controlar el balón en este terreno era cuestión casi imposible y Vukusic pudo engordar el disgusto si hubiera acertado un mano a mano con De Gea nada más comenzar el duelo. Sin embargo, si hay algo en el fútbol que hace sobreponerse a adversidades así es la calidad. Y la calidad la destapó, como si de un tarro de esencias se tratara, el equipo español, más confiado según fueron pasando los minutos, más habituado a las circunstancias, a la indomable trayectoria del balón. De hecho, en la primera acción en la que apareció Isco, soberbio como siempre, generó una combinación por la izquierda con Planas que acabó siendo el germen del gol de Koke, fabuloso en la llegada desde atrás como se le exige a todo buen mediocentro.

El tanto sirvió de anestésico al ímpetu croata y entonó a la Sub-21. Oriol y el propio Koke se erigieron en los amos del centro del campo y cada vez fueron apareciendo más los mediapuntas españoles. Llegaba ese momento en el que dar un paso al frente o guardar lo conquistado. Y España optó por lo segundo, cómo no.

Lo hizo de nuevo gracias a Isco, genial a la hora de ver un desmarque en profundidad de Rodrigo. La definición de éste, con control orientado con el pecho y marcando a botepronto, fue el mejor brochazo de talento posible para cerrar un partido que desde entonces murió. Un envite que dejó la sensación de que se le hubiera podido complicar a cualquiera. A cualquiera que no tenga la calidad de esta Sub-21. Y eso es mucho decir.

0. Croacia: Kalinic; Antolic, Pavlovic, Kelic, Zuparic; Situm, Brozovic (Kukoc, m. 70), Puncec (Vujcevic, m. 46), Cop; Kovacic y Vukusic (Lendric, m. 58).