Pasan las horas y el 5-0 sigue escociendo como una daga clavada en el corazón. Lo peor no fue perder por un resultado tan escandaloso, sino la sensación de debilidad anímica y futbolística que transmitió el Madrid de Mourinho en todo momento. Si algo ha hecho bien el portugués desde que llegó es reactivar el ardor patrio y el orgullo guerrero del equipo. Por so sorprendió más lo sucedido en el Camp Nou. Pero es el momento de apelar a cuestiones que van más allá de lo futbolístico. El Barça es ahora superior en juego y posee futbolistas en estado de gracia. La única manera de acortar las distancias es rescatar el Espíritu de los Juanito, Camacho, Stielike y Santillana. Gente sin complejos, brava, directa, que no admitía regatear un solo esfuerzo. El Madrid e Mourinho debe recuperar las esencias que hicieron del Madrid un equipo temible. El Barça ha fomentado un proyecto a base de cantera, lo que le ha dado una identidad añadida.
Pero me niego a arrojar la toalla. En 1974 un niño llamad Roncero vio un 0-5 del Barça en el Bernabéu y a los pocos meses les devolvimos la moneda en la final de Copa, con un 4-0 al Barça en el Calderón. El Bernabéu ayudará en esta reconstrucción anímica tras el cornadón del lunes. Esto es muy sencillo. La afición está por la labor de arropar más que nunca al equipo, porque asume que el rival tiene una superioridad que sólo se podrá paliar con actitud y compromiso. Además, el Barça cometió un grave error. No supo ganar. La gamberrada de Guardiola con Cristiano, el fingimiento de agresión de Messi con Carvalho y las manitas de Piqué, Puyol y Valdés están frescas en las retinas de millones de madridistas. Que perdonan, pero no olvidan. Esto da muchas vueltas y el 16 de abril deben verse las caras en el Bernabéu. Ahí les quiero ver con sus manitas y sus sonrisitas burlonas. Ahí deben sacar pecho y presumir de mejor equipo del mundo. Ahí aparecerá el Madrid del orgullo, el que muere por esta camiseta. El herido está en la UCI y grave, pero el Madrid es como José Tomás. Después de ver los ojos de la muerte, ha vuelto a poner la plaza patas arriba y ha cortado las dos orejas y el rabo. Yo no me rindo, y miles de mensajes de madridistas que me han llegado me dicen que ellos tampoco. Ahora sólo falta que el equipo y el propio Mourinho sepan estar a la altura del mejor club de todos los tiempos. Ánimo, amigos. Qué horror. Vaya cruz. Que lunes más negro…