Esa es la expresión más repetida que me trasladan miles de madridistas tras el Waterloo sufrido en Pamplona. La cuestión es tan sencilla como que ahora la Champions y la Copa se convierten en los dos grandes agarraderos para salvar una temporada que se ha puesto fea y turbia por culpa de la Liga. No está perdida, cierto, pero cuesta creer en remontar siete puntos ante un Barça tan fiable que juega igual de intenso ante el Levante que ante el Madrid. Ese hambre competitiva la perdió en Madrid ante Osasuna. Sólo cuando estaba todo perdido, como sucedió en Almería, vimos un Madrid fiero y decidido a dar la vuelta al fracaso. Pero ni con Kaká, Benzema, Cristiano, Özil y Adebayor en el campo fue posible evitar la derrota.
Mourinho es un entrenador mayúsculo y seguro que en la Copa y en la Champions logra que el Madrid emule a su Inter. Pero es necesario que se estudie lo sucedido en los campos de equipos teóricamente débiles. Ahí se ha tirado por la borda todo el trabajo bien realizado ante equipos de alto copete. No es normal que el Madrid no pase del 0-0 en Mallorca y en Levante, del 1-1 en Almería y que palme directamente ante los navarros. Resultados pobres que obedecen a un fútbol flojo y sin ideas. No se puede vivir sólo de Xabi Alonso. Mourinho tiene su 9, pero quizás hubiera sido mejor pedir una rueda de repuesto para el tolosarra. Un resfriado ha bastado para dejarte media Liga en el camino.
Pero no me vengo abajo del todo. Sigo convencido de que Mourinho puede liarla en la Copa y la Champions. El portugués ya puso el cascabel al gato azulgrana el año pasado y puede repetir faena este año. No hay nada perdido y a dos partidos en eliminatorias abiertas el Madrid puede ganar a cualquiera. Sólo falta que Cristiano recupere su instinto asesino. Adelante amigos. Esto todavía va a cubrir muchos capítulos excitantes. Nadie, y menos el Madrid, ha dicho su última palabra. Mou, tú eres el clavo ardiendo. Estamos en tus manos…