Los mismos que en la noche del martes se frotaban las manos con el gol de Mario Gómez en el Allianz de Múnich, se quedaron perplejos y compungidos con la derrota de su Barça en Stamford Bridge. El problema de creer que tienen la exclusiva de la pócima del buen juego es que, cuando te aparece un equipo bien ordenado atrás y un porterazo (Cech), careces de Plan B. Un equipo grande de verdad como el Madrid te sabe jugar al galope (con el tridente Cristiano-Higuaín-Benzema), con más creatividad y control de juego (Granero, Kaká y Özil en el once inicial) o con trivote si busca una fórmula más conservadora. Mourinho maneja varios registros tácticos, mientras que Guardiola se empeña en esa opción romántica de toque-toque y más toque que sólo funciona cuando Messi la enchufa. Basta que Leo no vea puerta para que el Barça se quede a cero. Ni Alexis ni Pedro han logrado hacer olvidar a Villa, por lo que la 'messidependencia' del Barça empieza a ser nociva para los azulgrana.
El Madrid lo tiene más claro. Va de víctima a Barcelona. Si pierde, seguirá con la mano en la partida para ganar la Liga porque depende de sí mismo. Si empata o gana, el título está en el bote. El Barça se juega un jaque mate en cuatro días y sabe que gozará de un día menos de descanso para preparar la vuelta de la Champions. Ojo al Chelsea en el Camp Nou. O se traen al primo de Ovrebo o lo mismo alguno se queda recluido unas semanitas en su casa después de haber soltado tantas rosas sobre ese presunto Mejor Equipo de Todos los Tiempos. El Madrid sueña mientras otros descansan, como dice la última y acertada campaña publicitaria del Atleti. Ya veremos quién ríe el último, amigos.