Durante once meses, merengues, culés, atléticos, atlhéticos, valencianistas, sevillistas o béticos están a muerte con sus equipos. Cada uno defiende su escudo y sus intereses particulares y se normal. Pero cuando llega la Selección y afrontamos una Eurocopa y un Mundial hay que dejar en casa las cuitas vecinales y ponerse orgulloso la camiseta de La Roja. Llega el momento de unir, de entrelazar las manos, navegar todos en la misma dirección y recordar que lo sucedido en Viena o en Johannesburgo serán sueños efímeros si perdemos esa identificación con el equipo de todos los españoles. España debe estar por encima de todo y de todos. Arropemos a Del Bosque, un señor dese que se levanta hasta que se acuesta, y a esos 23 chavales que van a defender nuestra imagen, nuestro prestigio y nuestros orgullo nacional en un momento complicado para todos por la difícil situación económica que el país atraviesa.
Es el momento de no insistir en esa línea separatista promulgada desde algunos medios de Barcelona: “La selección es lo que es gracias al Barça”. Error. Casillas, Capdevila, Ramos, Xabi Alonso, Navas, Silva, Llorente o Torres también ganaron el Mundial y nadie se lo ha atribuido para su equipo. Es como si yo dijese, y podría hacerlo, que el Mundial se ganó por el Madrid, porque el Pie de Oro de Casillas le pertenece a mi amado equipo. Pero eso es una falta de respeto al resto del equipo nacional. Seamos inteligentes, pensemos en positivo, defendamos todos la Roja con orgullo y soñemos con una noche de verano (1 de julio) con las calles de nuestra piel de toro bañadas por las banderas de España. Como en la noche del gol de Iniesta a Holanda. ¡PODEMOS!