No ha sido un miércoles más. En el colegio, cuando he llevado a mi pequeño (eufórico todavía por la exhibición de su Madrid) un sinfín de padres me han saludado con una sonrisa en los labios, emocionados con el triunfo y el éxtasis vikingo vivido en el Bernabéu. “Tomás, qué gran noche. ¿Cómo en los viejos tiempos!”. Así es. El quiosquero, Fermín, me saludaba eufórico, el panadero igual cuando le he comprado la barra de pan del día. Hasta dos albañiles me han abrazado y les he regalado el AS porque les ha entusiasmado el título de la portada: “Remontada de leyenda”. El personal está feliz porque el martes vio salir de las catacumbas a ese Madrid que en los años 70 y 80 se hizo célebre por partidazos como el vivido ate el City. Todo fue perfecto. La escenografía, la capacidad del equipo para trabajar el partido en la primera hora con ese trivote que no estuvo nada mal, y ese arreón final con los jugones en el campo: Modric, Özil y Benzema. El Madrid de Mourinho tiene varios registros y el portugués supo manejarlos con destreza. Por eso, Mou celebró el gol de Cristiano como si fuese el de la final de la Champions. Era el premio perfecto para una faena antológica, con un equipo que nunca dejó de creer en sí mismo, ni siquiera cuando los ingleses se encontraron con dos goles tan aislados como afortunados.
Es difícil poner un pero en una noche tan mágica, aunque insisto en que no me gusta como Mou ha gestionado lo de Sergio Ramos. El de Camas será lo que sea menos dudoso. Siempre ha dado la cara por este escudo y esta camiseta y me parece injusto que haya sido el señalado por lo del Pizjuán. Sergio es una roca y sabrá salir de esta faena, pero Mou debería reflexionar. Ramos es capitán del Madrid (capitán de campo) y la afición le venera por si honestidad y entrega. No se merece quedar como el malo de la película. Pero tranquilo, Sergio, tú también levantarás este año la DÉCIMA. No se me quita de la cabeza la imagen de mi Cristiano arrodillado, celebrando con la grada el gol del orgullo vikingo, el gol del éxtasis. Cristiano nunca se esconde. Cristiano siempre está ahí. El Balón de Oro todavía no tiene dueño. Ojo que Cristiano no ha dido su última palabra. Es un gigante. Con pies de acero.