Eso parece que ocurrió cuando el club, o mejor dicho Florentino, decidió poner en marcha la contratación del crack galés. A todos nos encanta Bale. Velocidad endiablada, desborde en carrera, una pegada de mula desde fuera del área y una imagen imponente. Y encima madridista de cuna. Una joya para el Bernabéu. Pero el desorbitado precio es lo que a mucha gente, incluidos de ellos bastantes madridistas, les hace reflexionar. Ya sean los 101 millones de euros que dice el Tottenham o los 91 que asegura el Madrid (yo siempre creo a los míos), está claro que lo que ha costado Bale sólo se justificará si el chaval tiene un rendimiento de diez. O sea, tipo Cristiano. Pero Cristiano sólo hay uno. Ahí radica el problema. Quién crea que Bale va a meter 50 goles al año como el portugués que se vaya cambiado ese chip de su cabeza. Bale dará grandes tardes en el Bernabéu y meterá goles imponentes. Pero no es súper número uno al que podamos pedir desde el primer día que él solito resuelva los partidos del Madrid de Ancelotti…
El precio puede pesarle en sus poderosas espaldas y hay que ayudar al chaval a que eso no le afecte en su juego. Pero será difícil evitar comentarios que le metan una presión añadida. El propio Zidane sorprendió ayer en las altas esferas del club al decir públicamente en Londres que ningún jugador vale (con v) cien millones y que es incomprensible que con la que está cayendo hoy día se pague ese dinero por un jugador de fútbol. En el fondo, todos pensamos igual que el marsellés, pero seguro que el presidente no imaginaba que esa reflexión iba a llegar de parte de uno de sus hombres de máxima confianza. El precio de Bale dejará de ser un problema el día que se renueve a Cristiano (¿a qué está esperando el club para anunciarlo?) y el día que un gol del galés nos dé la Décima. Seamos optimistas. Yo siempre lo soy. Me quedo con la botella medio llena, aunque sea a precio de beluga.