Antes de nada tengo que decir que me lo pasé bomba en el Dolphins-Jets del MNF. Este año sólo me quedo cuando mi hija (10 meses) tiene noche toledana, algo más habitual de lo deseado. Por eso hay que aprovechar cada minuto de sueño, que es una bendición. Pero la verdad es que anoche, cuando la niña empezó a llorar a las 2 de la madrugada, me alegré.
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El partido fue como una muñeca rusa. Iba de sorpresa en sorpresa, de jugada imaginativa en jugada de engaño, de poder a poder. Ambos equipos sacaban constantemente conejos de la chistera. Tanto Jets como Dolphins se mostraron como conjuntos muy ambiciosos, con muchos recursos, y auténticos gallitos de la competición. Los Patriots tendrán que mejorar muy mucho si quieren entrar en postemporada en la AFC Este. Me encantó Braylon Edwards, que promete muchas tardes de recepciones acrobáticas, pero, sobre todo, tengo que acabar por rendirme a la wildcat. Sabéis que soy bastante reticente a los ‘inventos’. Soy de la opinión de que el football académico es el que gana los títulos. Pero tengo que admitir que la wildcat ha llegado a la NFL para quedarse. Es increíble la eficacia de una jugada aparentemente tan simple y que queda descubierta desde la misma formación. Con la perfección con que la ejecutan los Dolphins casi se aseguran un mínimo de cinco yardas. Por fin me tengo que quitar la venda de los ojos. En dos o tres años todos los equipos usarán con más o menos regularidad la formación wildcat. Bill Parcels nunca deja de sorprendernos.
Posiblemente lo haya dicho demasiadas veces en las últimas semanas, pero creo que estamos viviendo una temporada de NFL extraordinaria. Que no decaiga.
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mtovarnfl@yahoo.es
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