Jervey nació el 5 de mayo de 1972 en Columbia, Carolina del Sur. Dicen que de pequeño jamás encendió una pantalla y que durante unas navidades llegó a rechazar la consola Atari que le había dejado Papá Noel debajo del árbol. Siempre que podía estar fuera, lo estaba. Yéndose de caza con su padre, lanzando un balón de football, jugando a Lacrosse, desplazándose hasta Myrtle Beach (a tres horas en coche) para hacer surf, haciendo camping... No fue hasta sus años de instituto que descubrió sus dotes para el football. Durante las pruebas de acceso al equipo, dejó boquiabierto a sus entrenadores, que dijeron que jamás habían visto a un chico blanco correr tan rápido. Sus exhibiciones en Wando High School le recompensaron con una beca deportiva para jugar en la universidad militar de The Citadel. En 1995, fue elegido en el Draft por los Packers en la quinta ronda con la idea de ser el runningback suplente del equipo. Sin embargo, Jervey, de 1,82 metros y 101 kilos, no entraría en el ‘depth chart’ como corredor pero sí como parte del ‘special teams’.
Poco tardarían los Packers y su entrenador Mike Holmgren en darse cuenta de que habían fichado a un jugador atípico. Corría como un diablo y tenía una buena ética de trabajo, aunque el cuerpo técnico se preocupaba por su vida cotidiana a menudo. Su año rookie sobre los terrenos fue excelente y, a partir del quinto o sexto partido, los rivales ya le empezaban a hacer doble y hasta triple cobertura en los retornos. Y es que los entrenadores de special teams de los rivales veían cintas de los Packers y se daban cuenta de que este guerrero rubio era casi siempre el primero en hacerle el placaje al retornador. Incluso actuó él como retornador en ocho ocasiones en su año de novato en la NFL.
Dos meses más tarde, Jervey apareció en el entrenamiento con un vendaje extraño en una mano que suscitó el interés de su entrenador y sus días como domador de león terminaron abruptamente:
La siguiente temporada sería la más memorable de la carrera de Jervey. Para empezar, el running back dejó atrás a los 19 pit bulls, a LeShon Johnson y el cachorró de león, y se mudó a un entorno más convencional con su novia. Deportivamente, logró aquel año el anillo de campeón de la SuperBowl XXXI, se convirtió en el primer Packer a ir a una Pro Bowl por su tarea en special teams y se ganó una participación en el Fastest Man de la NFL (un concurso en el que los seis hombres más rápidos compiten entre sí en unas carreras). En aquel concurso dejó una marca memorable, quedando cuatro entre los seis participantes tras correr 55 metros (60 yardas) en 6,32 segundos. Durante su segunda temporada trabajó con Harry Sydney, el entonces entrenador de running backs del equipo, que definió a Travis en unas pocas frases: “No está loco. Es un genio, como lo era Jimi Hendrix, antes de sus tiempos. Travis no sabe lo gran deportista que es. Hace cosas en mis ejercicios de correr y recortar que... (Se interrumpe a sí mismo) Mira, van a haber muchos grandes quarterbacks y running backs. Pero van a haber muy pocos Travis Jerveys a lo largo de la historia”.Durante su carrera, Jervey protagonizó dos incidentes más. Uno, que siguen contando en el mundillo de la NFL como ejemplo de lo loco que estaba el exPacker y la amenaza que le hacía ser sobre el campo, fue cuando su dentista le puso un aparato dental y arrepentido, para asegurarse no volver nunca más a la clínica, le mandó a su novia a que se lo quitase con unos alicates. El otro fue un día antes de la Super Bowl XXXII, cuando Jervey aprovechó la playa de San Diego y la nula fama que él tenía fuera de las fronteras de Wisconsin para hacer surf. Claro que fue sin el permiso del staff técnico y lo que causó que los Packers perdieran interés en renovarle. Travis Jervey jugó en los Packers hasta 1998, estuvo una temporada en los 49ers (en la que fue suspendido cuatro partidos por tomar anabolizantes prohibidos) y terminó su carrera discretamente en los Falcons en 2003 tras perder en una lucha contra las lesiones. Sus números como running back no fueron brillantes: 503 yardas en 129 intentos. Aunque en Wisconsin, junto a las leyendas de la Super Bowl de 1996 como Reggie White y Brett Favre, siempre le recordarán como el blanco más rápido y extraño en pasar por Lambeau Field.