NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Atropellado por la NFL

Actualizado a

Mariano Tovar

Ampliar

True_Believers
El domingo a las siete de la tarde me senté frente al televisor para ver NFL, encendí el portátil para seguir las estadísticas y la tablet para no perder detalle de mis fantasy y twittear alguna tontería. A la izquierda una cervecita fría, a la derecha unos aceitunas y patatas fritas. En el suelo las pipas por si acaso, en el teléfono Manolo Arana y la puerta cerrada para evitar interrupciones… Entonces fue cuando entró por la ventana el trolebús que me atropelló.

Se me llevó puesto desde las siete de la tarde y no paró de darme revolcones y arrastrarme por la vía hasta bien entrada la madrugada. Diez horas dando tumbos de un lado a otro, agarrándome a la silla intentando mantener el control, pero incapaz de asimilar tanta información en tan poco tiempo.

Ampliar

Todos estábamos ansiosos de football. Y más después del festival de Peyton Manning del jueves. Muchos equipos a los que descubrir. Demasiados regalos debajo de nuestro árbol de Navidad particular, fuera de fechas pero igual de ilusionante. Y como les sucede a los niños, aturullado por tanta caja con lazo de colores. Sin saber con cual jugar. Cambiando de uno a otro sin terminar de leer las instrucciones.

Ampliar

180070868
Los partidos no ayudaron. Como siempre decimos, el mes de septiembre no solo sirve para que los aficionados descubramos cómo son los equipos, sino también para que los propios equipos se descubran a si mismos. Cualquier parecido de lo que hemos visto en la primera jornada con la realidad es pura coincidencia. Demasiado óxido, falta de compenetración y desconcierto. Aún no le había dado el primer sorbo a mi primera cerveza, cuando Darius Reynaud, retornador de los Titans, recogía el kickoff inicial en la yarda uno y, como no lo veía claro, decidía volver a ‘la casa’, como cuando de niños jugábamos a ‘polis y cacos’. Safety y dos puntos para los Steelers, que no hicieron mucho más en ataque en todo el resto del partido, y por el camino perdieron a Pouncey, aparentemente para toda la temporada.  Estos Señores del Acero amenazan con convertirse en Plebeyos del Churro.

Ampliar

A partir de ese instante se desató el caos. El football americano ya es de por sí un deporte complicado, lleno de circunstancias que pueden marcar un partido, pero lo que vivimos el domingo, mientras nos arrastraba el trolebús, fue una vorágine de jugadas caóticas casi en cada partido. De sucesos imposibles e inexplicables. ¿Brady cometiendo un fumble en la yarda uno rival? ¿Megatrón perdiendo dentro de la end zone el control de un balón agarrado? Fumbles, intercepciones, faltas de coordinación y todo tipo de despistes. No solo de los jugadores, sino que todos los protagonistas. Que los árbitros ya se llevaron una buena porción regalándole un down a los Niners tras un golpe de Clay Matthews a Kaepernick que mereció ser considerado agresión y cuya bajeza casi justifica el error arbitral. Aunque para vileza, la de Vaccaro corneando a Matt Ryan cuando se había tirado al suelo con los pies por delante. Un cabezazo asesino, despreciable, que nos hizo recordar una forma de defender que no queremos volver a ver en Nueva Orleans.

2013-09-09T011429Z_1085301912_GM1E9990PJF01_RTRMADP_3_NFL
Y así, entre revolcones, caos y desconcierto, transitaba una jornada en la que era casi imposible sacar conclusiones porque casi ningún equipo sabía jugar con fluidez. Para eso tendremos que esperar algunas semanas, que los equipos de la NFL son como plantas, que crecen poco a poco a lo largo de la temporada si son regadas convenientemente, y que en algunos casos excepcionales florecen.

Ampliar

Pero el momento de la jornada, más allá de los resultados, análisis y rompecabezas, lo protagonizó Lavonte David. En realidad fue la guinda encima de la guinda. Porque si todos los partidos acumularon un gran número de jugadas rocambolescas, que demuestran que los equipos están a estas alturas literalmente en pelotas, el Jets-Bucs se llevó la palma. Y eso que Mark Sanchez no estaba ayudando en el emparrillado, ni parece que lo vaya a estar en el futuro a poco que Geno Smith consiga asentarse. Unos y otros acumulaban despropósitos sin pudor. Con Josh Freeman a por uvas mientras el center realizaba el snap, para luego despejar como un futbolista para que la pifia solo terminara en safety. Con festival de fumbles repartidos entre unos y otros, intercepciones injustificables y sopor en las gradas. ¡Qué duro es ser bombero en Nueva York! Fue entonces cuando llegó esa guinda sobre la guinda. El momento del domingo. La cagada inolvidable. La confirmación de que en su paso por la universidad muchos de los jugadores no ejercitan el cerebro al mismo ritmo que los músculos.

2013-09-08T211736Z_464289862_GM1E9990EJD01_RTRMADP_3_NFL
Quedaban quince segundos. Los Bucs se habían adelantado en el marcador a falta de 38 y se habían puesto en ‘defensa prevent’ para intentar aguantar la ventaja de dos puntos. Geno Smith sostiene el balón en su propia yarda 45 y busca el pase del milagro. No le quedan tiempos muertos. Cuando descubre que no tiene objetivos intenta salirse del campo lo antes posible para conseguir, al menos, una última jugada. Toda la defensa le persigue, intentando placarle en el campo para matar el partido. Diez, nueve, ocho… siete segundos en el reloj cuando Geno pisa fuera, solo ha ganado diez yardas. Su equipo está en la yarda 45 de los Bucs. El field goal es imposible. Solo queda encomendarse a la Virgen con un pase rifado a la end zone. Pero no, ahí es donde entra Lavonte David y, como quien no quiere la cosa, le da un empujoncito intimidatorio a Geno Smith fuera del campo. Para asegurarse de que no vuelva a entrar en el campo, para mantenerlo amedrentado durante todo lo que queda de partido.

Falta personal y quince yardas de penalización. Siete segundos por jugar. Field goal de 48 yardas que Folk clava por el centro. Volapié en todo lo alto. Pocas veces en la historia ha estado más claro que un solo hombre tiene toda la culpa de una derrota.

Lavonte David tuvo suerte. El golpe fue en la banda de sus rivales, pero el partido se jugaba en Nueva Jersey. Nadie le miraba cuando atravesaba el emparrillado, de una banda a otra, para regresar junto a los compañeros a los que había fallado. El público celebraba el regalo sin preocuparse de Santa Claus. En Tampa hubieran apuntado hacia él los cañones del barco pirata y hubieran disparado sin misericordia, y dentro del tubo habrían metido bastante más que salvas. Cuando su coordinador le abroncaba, indignado, él no se atrevía a mirarle a los ojos. Su jefe tuvo que sujetarle la cara para obligarle a levantar la vista. “Llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre”.

BucsJetsLavonteDavid
Y Lavonte David, que es un jugador descomunal cuando piensa en su equipo… mejor dicho, cuando piensa, un tipo sobre el que se debe cimentar la defensa de los Bucs en los próximos años, se sentó en la banda y lloró. Desconsoladamente. Con los ojos rojos que una cámara indiscreta insistió en mostrar al mundo sin ninguna compasión. Se moría de pena. Él, el líder, le había fallado a su equipo. Cuando acabe la temporada, los Bucs tendrán una derrota menos de las que marque su casillero. La de los Jets se la apunta enterita Davis.

Si me hubiera sucedido a mí no solo hubiera llorado. Me habría hecho pequeño, minúsculo, para poder esconderme dentro de mi propio bolsillo para siempre.

Y así, entre errores de estrellas y fallos de una generación de rookies más verde que nunca, transcurrió un domingo en que fui atropellado por un trolebús de football. Al menos me consuela saber que a Kaepernick le atropelló un trasatlántico y que a Lavonte Davis se le cayó el mundo encima.

Ya os lo avisé, no estamos preparados para tanta NFL.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl