Mr. Pentland

Míster Pentland fue justo lo que la mayoría llevamos dentro: un entrenador. El precursor y más innovador. Este rincón tratará de su gremio. De los inicios, las trayectorias y las anécdotas de sus sucesores. Modestos y profesionales. Españoles y foráneos. De club o seleccionadores. Bienvenido. Pase y tome asiento.

Autor: Alfredo Matilla

Jémez, no cambies

El Rayo llega al Calderón y es buen momento para hablar de Paco Jémez. Uno de esos entrenadores que dejan huella. Por lo que dice, por lo que hace y por cómo piensa. Un técnico con buena prensa que, en gran parte, se lo ha ganado en el campo porque no se cansa de hacer milagros. Siempre me llamó la atención. Mucho más que como futbolista. Es diferente. Único. Analizada su etapa en Vallecas, sólo caben los elogios. Sin embargo, repasados sus gestos, sus declaraciones y algunas decisiones, uno no sabe qué pensar. No atino a aventurar si es una temeraria apuesta de futuro o un genio por explotar. Me pasa con más gente. No supe ver venir a Marc Gasol y aposté en su día hasta por Drenthe. Lo cierto es que a Jémez le llevo siguiendo mucho tiempo al detalle y hay una costumbre pocas veces repetida que no me deja de impresionar. El técnico cordobés ha realizado ya ¡43 sustituciones! en los primeros 45 minutos al frente del Rayo. Y en sólo dos temporadas y media. Dada la costumbre de lo anecdótico, creo que es un fenómeno digno de estudiar. Imaginen a uno de los grandes entrenadores en su pellejo y los mil incendios que esas decisiones generarían.

Por un lado, creo que sin pretenderlo, y salvando la docena de ocasiones en las que tuvo que cambiar de piezas obligado por las lesiones, Paco Jémez ha dado a entender con esta precipitación que se ha equivocado demasiado de once. Eso no es bueno. Por otro, admiro tanta valentía. Hay demasiados entrenadores, buenos y peores, que no se atreven a dar el paso hasta el descanso o en el tramo decisivo del partido. Pase lo que pase. Por muy mal que vayan las cosas. El ejemplo más reciente lo protagonizó Simeone en su última visita de Liga en el Camp Nou: el Atleti hacía aguas con un equipo demasiado defensivo ante el Barça, y hasta el descanso no dio el paso. Quizás porque no había que hacer un cambio, sino una revolución que convenía explicar al detalle.

Cambio1

Pero Jémez no siempre fue así. Algo le ha pasado. Lass Bangoura, ahora en el Granada harto de sus collejas y con una cláusula anti-Jémez por si vuelve, podría dar un Máster sobre el caso para explicarlo. No pasa una. En el Córdoba, allá en la temporada 2007-08, sólo hizo un cambio en el intervalo estudiado. Quitó a Javi Moreno ante el Nástic en el 43’. Luego, en dos descansos, a Endika ante el Tenerife y a Pierini contra el Ferrol. Lo normal. En el Cartagena siguió la dinámica en 2ªB. Pese a su carácter, se contuvo. En Las Palmas, donde llegó en 2010, ya afianzó su ritual de los descansos: lo que no funciona, fuera. Y en su regreso a Córdoba siguió su plan de cambios rápidos únicamente por lesiones. Así, sustituyó a Gaspar en el 32’ en un Alcoyano-Córdoba. Poco más. Su modus operandi era el estándar. En el Rayo, por contra, se ha desbocado.

Al principio hacía gracia, la verdad. Por inusual. En la temporada 2012-13 hizo 12 sustituciones en el descanso o antes. Siete por decisión técnica. Ante la Real, el 14 de abril de 2013, ya dio el primer pescozón a Lass y, al final, no se cortó en la sala de prensa: “De haber podido, hubiera hecho siete cambios”. Una frase que recordó a aquel lema de Toshack: “Tras perder un partido cambiaría a los once jugadores. El lunes los veo entrenar, recapacito y ya sólo cambiaría a siete. El viernes, a cuatro. Y el día del partido vuelvo a poner a los mismos once cabrones”. En la siguiente temporada, la pasada, Jémez hizo diez cambios en el intermedio y sustituyó a cuatro jugadores con apenas un rato jugado: Bueno, Nacho, Rochina y Arbilla. A este último se le vio incluso llorar frente al Barça. Y esta campaña ya ha tenido que hacer nueve relevos. El último la pasada jornada en Anoeta. El peor, el de Insua: lo quitó a los 28 minutos.

Algún día le preguntaré de dónde viene esa reacción. O, de broma, si es que se trata de una promesa. Quizás lo que él hace es lo mismo que haría un aficionado desde casa. Pero de un entrenador se espera más paciencia, más temple y más miedo. De hecho hace bien poco hemos visto un Feyenoord-Sevilla en la Europa League en el que el equipo holandés no hizo cambios o un Juve-Atlético en Champions en el que Simeone repitió este plan. Con Jémez o con estos casos aislados, se demuestra que el fútbol ha cambiado más de lo que pensamos. Hace medio siglo todo esto era impensable.

 La primera vez que un entrenador se atrevió a hacer un cambio fue en 1953, en la fase de calificación para el Mundial de Suiza. Fue en Alemania y el sustituido se apellidaba Eckel. Hasta entonces, los partidos seguían con los jugadores restantes en caso de lesión. Aunque fuera el portero el jugador dañado. Se parecía a una guerra. Soldado caído; soldado añorado. En Inglaterra se implantó la moda 12 años después. un cambio por equipo si era por lesión. Desde la temporada 1967-68, se permitieron las sustituciones por cuestiones técnicas. Y eso ya era todo un avance.

En España, mientras, en los años 60 se permitían los cambios exclusivamente en la portería por lesión. Fue en 1969 cuando ya se dejaba sustituir a cualquier jugador por otro lesionado. Nunca por razones tácticas. Hasta que la FIFA creó las reglas de sustitución en el Mundial de 1970 con dos cambios y España acabó por acatar la evolución. Ya en 1994 la FIFA permitió una tercera sustitución, pero este nuevo cambio se reservó sólo al portero. Un año después las tres sustituciones se podían realizar sin distinguir a jugadores de campo o porteros. Y así hasta nuestros días, en los que hemos visto casos curiosos como equipos que querían hacer un cuarto cambio sin poder (Aguirre ante el Málaga en 2009), otros que pretendían juntar a más extranjeros en el campo de los permitidos (Valdano lo hizo con el Valencia y el Madrid) u otros más que metían a un hombre sin quitar a nadie (el Betis lo hizo ante el Racing en Segunda en 1991 durante tres minutos y se vio también en el Preolímpico en 2004 entre Paraguay y Chile).

El técnico del Rayo está implantando una moda. Por ello, tanto sus jugadores como los que le seguimos coincidimos en un deseo: “Jémez, no cambies”.


1 Comentarios

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ruben

La diferencia es que no es lo mismo quitar a una estrella que quitar a un jugador de un nivel más bajo ya que atrévete a quitar a messi o a ronaldo en el minuto 20 sabes que cuando acabe el partido tienes la carta de despido en la frente

01/23/2015 10:19:32 AM