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Froome no cede en la crono, pero Contador da vida al Tour

Pedaladas

Vamos a hablar de ciclismo, pedalada a pedalada. De sus gestas y de sus miserias. Desde mi experiencia como periodista en treinta grandes vueltas y en otras múltiples batallas...

Autor: Juan Gutiérrez

Froome no cede en la crono, pero Contador da vida al Tour

Contador

Hay vida en el Tour. Chris Froome volvió a ganar, sí. Pero lo que se anunciaba como un nuevo paseo militar del líder, terminó con una apurada victoria con sólo 9 segundos de ventaja sobre Alberto Contador, en la cronoescalada de 32 kilómetros entre Embrun y Chorges, con dos puertos de segunda en su trazado (Puy Sanieres y Reallon). El británico de origen keniano continúa sólido, pero el madrileño se mantiene al acecho, a la espera de las tres etapas de los Alpes que decidirán el Tour de Francia. Y lo hace ya desde la segunda posición después de neutralizar a Bauke Mollema, el gran perdedor del día.

La progresión de Contador en la contrarreloj dio motivos para la esperanza. Para empezar marcó el mejor tiempo en el primer punto intermedio (km 6,5), con dos segundos de ventaja sobre Froome. Empate técnico. Las dos siguientes tomas confirmaron la tendencia: 20 segundos sobre el líder en el km 13,5 y 11” en el km 20. El triunfo estaba a tiro, pero... Froome cambió de bicicleta en la cima del puerto. Contador, no. Ese era el pulso. El madrileño cruzaba momentáneamente la meta con el mejor crono por un suspiro: ¡72 centésimas menos que Purito Rodríguez! El catalán también tuvo un excelente rendimiento, pero por detrás venía “el extraterrestre”, como le definió el propio Purito. Se refería a Froome, claro, al hombre que acabó con el sueño de que una jornada hablara por fin español.



Froome

Este jueves se celebra la etapa reina, con dos subidas al Alpe d’Huez. Contador está a 4:34 de Froome, seguido de su compañero Roman Kreuziger (a 4:51). Buena baza estratégica para el equipo Saxo-Tinkoff. Detrás se encuentran Bauke Mollema, a 6:23 y con síntomas preocupantes de ir a menos; Nairo Quintana, a 6:58 y con tres días por delante en su escenario favorito, la gran montaña; y Purito Rodríguez, a 7:21 y con la forma y el ánimo al alza. De momento sabemos que hay vida alienígena en el Tour. Pero los humanos no se rinden.

Por la mañana, uno de esos equipos terrícolas, el Euskaltel, había perdido a Gorka Izagirre, con fiebre. Y poco después, quizá enrabietado por la ausencia fraterna, su hermano Ion marcaba el mejor tiempo en la contrarreloj. Faltaban muchos por salir, sí, pero las nubes amenazantes anunciaban que podía cambiar el sentido de la clasificación. La lluvia apareció, en efecto, aunque justo en ese momento Tejay Van Garderen batía su registro. Por si acaso. El chaparrón duró poco, la carretera se secó y por delante del estadounidense y del vasco terminaron pasando hasta nueve corredores. Pero ahí dejaron también su sello.

El premio a la combatividad, que no se asigna en las cronos, tenía que haber recaído, sin embargo, en Jean-Christophe Péraud desde el mismo momento en el que decidió tomar la salida. El francés del Ag2r se cayó por la mañana durante el reconocimiento del trazado y las pruebas radiológicas confirmaron que tenía una pequeña fractura en la clavícula derecha. Tras unas horas de incertidumbre, Péraud decidió partir para defender su novena posición en la general. Lo estaba haciendo bastante bien, pero volvió a caerse en una curva a dos kilómetros de la llegada y se golpeó la misma clavícula. Adiós al Tour. Adiós con dolor.

(Mi crónica de la 17ª etapa, la cronoescalada Embrun-Chorges)