Carl Lewis acaba de cumplir 50 años. La IAAF, al borde del cambio de centuria, le proclamó mejor atleta del siglo XX. Yo no sólo voté a su favor, sino que si hoy tuviera que votar por el mejor atleta de todos los tiempos, todavía le pondría en mi papeleta. Ya sé que para muchos de vosotros esto será casi una herejia, porque muchos consideráis ya a Bolt como el más grande, pero si echamos mano de las estadísticas, nada frías en este caso, yo sigo decantándome por Lewis, aunque no niego que Usain (sólo 24 años) quizá llegará algún día a ser el mejor.
Por supuesto que el jamaicano ha corrido más rápido, porque los tiempos cambian. Otros muchos también lo han hecho más velozmente que él, pero hay que situar las cosas en su tiempo. Si miramos sólo el ránking de todos los tiempos, no encontraremos por ningún lado en 100 ni en 200 metros a Jesse Owens, y tendríamos que retroceder mucho para encontrar su nombre en longitud, y, sin embargo, es un mito del atletismo.
Carl Lewis nació en Birmingham (Alabama, Estados Unidos) el 1 de julio de 1961 y llegó a ser un niño prodigio y un veterano de lujo. Ya se clasificó para los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, pero la invasión soviética de Afganistán (¡parece que la historia está condenada a repetirse, con otros protagonistas!) propició el boicot norteamericano. Al año siguiente, con 20 años, corrió los 100 metros en 10.00. Y tiempo después llegaría hacer 9.86 con treinta.
Carl Lewis merece una enciclopedia, más que un modesto post en Carros de Fuego, aunque sea escrito con toda la admiración del mundo, así que voy a resumir las cosas.
Campeonatos Mundiales
Helsinki 1983, Roma 1987 y Tokio 1991: Oro en 100, longitud y 4x100 metros en cada una de estas ediciones. En Stuttgart 1993 fue cuarto en 100 y bronce en 200.
Juegos Olímpicos
Los Ángeles 1984: oro en 100, 200, longitud y 4x100. Seúl 1988: oro en 100 y longitud y plata en 200. Barcelona 1992: oro en longitud y en el relevo (no se clasificó para los 100 metros en los Trials, por culpa de una indisposición). Atlanta 1996: oro en longitud. Es el único atleta en ganar cuatro títulos seguidos en la misma prueba, tras su compatriota Alfred Oerter, que fue campeón en disco entre Melbourne 1956 y México 1968.
Marcas personales
9.86 en 100 metros (1991), 19.75 en 200 (1983, dejándose ir casi 20 metros, cuando el récord estaba en 19.72) y 8,87 en longitud (1991). En esta última prueba y en ese mismo año saltó 8,91 con +2,9 de viento.
Récords del mundo
100 metros: 9.93 el 30 de agosto 1987, en Roma 1987, y 9.93 el 17 de agosto de 1988, en Zúrich (ambos igualados). 9.92 el 24 de septiembre de 1988, en Seúl, y 9.86 el 25 de agosto de 1991, en Tokio. 4x100 metros: 37.86 el 10 de agosto de 1983, en Helsinki; 37.83 el 11 de agosto de 1984, en Los Ángeles; 37.79, el 3 de agosto de 1991, en Mónaco, con el equipo de Santa Mónica, su club; 37.67, el 7 de agosto de 1991, en Zúrich; 37.50, el 1 de septiembre de 1991, en Tokio, y 37.40, el 8 de agosto de 1992, en Barcelona.
Momentos culminantes
Fueron los Juegos de Los Ángeles 1984, con sus cuatro oros, muy difíciles, si no imposibles de repetir, y los Mundiales de Tokio 1991, con oro y récord mundial en 100, plata en longitud y oro en 4x100 metros, también con récord mundial. Estuve en aquella competición y no olvidaré jamás el espectáculo que Carl, y otros atletas, dieron.
Y me quedo con una frase impresionante, una vez acabada la prueba de longitud: “Nunca pensé que saltando más que Bob Beamon iba a perder”. Aquel día, su compatriota Mike Powell, que batió el récord mundial con 8,95, rompió una racha de 65 victorias consecutivas de Lewis en longitud: desde el 28 de febrero de 1981 al 30 de agosto de 1991. Por cierto, sigue teniendo el récord mundial en pista cubierta, con 8,79 metros desde 1984. Y vamos con algunas curiosidades:
¿SABÉIS QUE…?
--Su madre, Evelyn, compitió en Helsinki 1952 en 80 metros vallas. Era profesora de Educación Física, como su padre, Williams, ya fallecido, y en cuyo ataúd reposa la medalla de oro que Carl ganó en los Juegos de Los Ángeles 1984, en los 100 metros. Es el tercero de cuatro hermanos. Carol, dos años menor, fue bronce en longitud los Mundiales de Helsinki 1983 y novena en los Juegos de Los Ángeles 1984. Llegó a saltar 7,04 metros. Cleve, el mayor, jugó al soccer, el fútbol europeo, y llegó a probar por el Cosmos. Mackie, el segundo, fue velocista y vallista, pero sólo a nivel local.
--Llegó a conocer, de pequeño, a Jesse Owens, que en los Juegos de Berlín 1936 venció en 100, 200, longitud y 4x100 metros. El bueno de Jesse no podía imaginarse que aquel chavalín al que le encantaba correr y saltar iba a igualar su hazaña 48 años después.
--Con 20 años era capaz de hacer 10.00 en 100 metros y 8,62 en longitud.
--Es muy amigo de Javier Moracho, ex plusmarquista español de 110 metros vallas y finalista olímpico en Moscú 1980.
--Tiró por la ventana del Hotel Mindanao de Madrid, donde se alojaba, un pesado cenicero de cristal, enfadado porque el organizador del mitin de la capital de España, cuyo nombre me reservo, fumaba incansablemente a su lado. Era 1987. Cayó sobre la calle y afortunadamente no le abrió la cabeza a nadie.
--Posó en posición de listos, con un ajustado maillot negro y zapatos femeninos rojos de tacón alto (muy alto) para un anuncio de Pirelli, que causó conmoción en su tiempo.
--Es vegetariano.
--Tiene artritis degenerativa desde 1993.
--Es embajador de Buena Voluntad de la FAO.
--El británico Lewis Carl Hamilton, que llegó a ser campeón mundial de Fórmula 1, y uno de los grandes y encarnizados rivales de Fernando Alonso, nació pocos meses después de que el atleta ganase sus cuatro oros en Los Ángeles, y sus padres lo bautizaron así en honor de King Carl.
--Aspira a ser senador por el Partido Demócrata, el mismo al que pertenece su admirado Barack Obama.
Y para terminar:
los atletas actuales y futuros le deben y le deberán muchísimo a Carl Lewis, porque él dignificó la profesión de atleta, exigió honorarios generosos “porque son los atletas quienes llenan los estadios” y hoteles y condiciones de desplazamientos a las competiciones más que dignos. Y se convirtió en un fenómeno social sólo comparable con el que representa Usain Bolt en la actualidad.
Y, además, daba gusto verle correr, con manos extendidas como cuchillos, y saltar, con una gran técnica de tres y medio.