No a 'resetear' los récords mundiales
“Si hacemos tabla rasa de los récords mundiales, como propone Gran Bretaña, seremos injustos y además borraremos nuestra historia: Emil Zatopek, Said Aouita…”. Le robo la frase, sin su permiso, a Raúl Chapado, pero seguro de que me lo da.Pues me apunto a lo que dice el ex plusmarquista español de triple salto en pista cubierta.
‘Resetear’ los récords, según el término empleado por los británicos, supone anular todas las plusmarcas mundiales vigentes (se supone que también las continentales y nacionales), entre las que hay muchas de las que no es necesario dudar. ¿Por qué eliminar los 9.58 y 19.99 de Usain Bolt en las dos pruebas más rápidas? ¿Alguien ha demostrado algo en su contra? Pues entonces. ¿Y por qué eliminar los 5,06 de Yelena Isinbayeva en salto con pértiga? ¿Alguien ha demostrado algo en su contra? Pues entonces…
Y de paso, y siguiendo el razonamiento impecable de Raúl Chapado, nos quitaríamos de en medio como plusmarquistas a Emile Zatopek, Said Aouita, Bob Beamon, Edwin Moses, Alberto Juantorena, Sergey Bubka, Sebastian Coe, Steve Ovett, Steve Cram, Paula Radcliffe, Jonathan Edwards (británicos, por cierto) o… Jesse Owens y Carl Lewis.
La lucha contra el dopaje no pasa por estas cosas, me parece, aunque sobre algunos récords mundiales tengamos más que dudas razonables. Se critica mucho a la RDA, cuyo sistema de Dopaje de Estado probablemente ha sido el más férreo y más eficaz de la historia. Todos los velos oscuros se han levantado. Ya no caben dudas sobre lo que pasaba en ese relativamente pequeño país, perfectamente tecnificado en lo deportivo, con la Universidad de Leipzig como centro neurálgico de todo el sistema.
Los propios atletas han confesado que eran dopados sistemáticamente desde muy jóvenes. Pero no elegían hacerlo: pertenecían a un régimen dictatorial y si no pasabas por ese aro te ibas a enterar. Muy distinto es aquel que se dopa por propia voluntad, sin presiones estatales, sólo para conseguir mejores marcas, ganar más dinero… y dejarse la salud por el camino.
Lo mismo pasaba en la Unión Soviética (sus métodos han sido copiados ahora, pero desvelados y desmantelados, espero) y en otros países del Este de Europa. Y más recientemente en China sucedió algo parecido. En otros países, creo, el dopaje es menos institucionalizado y más personal, o en grupos de técnicos, managers, médicos… Por cierto, todas las tintas negras se vierten sobre el atletismo, pero no hay que olvidar que de este Dopaje de Estado no sólo se 'beneficiaban' los atletas, sino todos los deportes. De los que, por desgracia, se habla mucho menos en ete sentido.
En definitiva: no estoy a favor de que se ‘reseteen’ los récords. Como no lo están Usain Bolt, Paula Radcliffe, Stefka Kostadinova y otras estrellas. Es normal que se resistan a perder sus plusmarcas, desde luego.
Y que conste que reconozco el valor de la propuesta británica, porque, entre otras cosas, su plan le llevaría a perder dos récords mundiales: el de triple salto de Jonathan Edwards y el de maratón femenino de Paula Radcliffe.
Otro argumento para mi opinión contraria a este ‘resetear’: ¿Quién garantiza que los nuevos plusmarquistas no están también dopados? ¿Quién asegura que no sustituimos a un presunto dopado por otro dopado? Y, en España: ¿Anulamos el récord de Ruth Beitia, por ejemplo, una atleta ejemplarmente limpia?
En contra, totalmente.
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