De la manita a la mano de Alsúa
Los dos derbis madrileños (entonces se decía encuentro de la máxima rivalidad) de la temporada 47-48 fueron pródigos en acontecimientos notables y quedaron unidos en el recuerdo de los aficionados por una misma palabra: mano. Manita de cinco goles en la primera vuelta, mano de Alsúa en la segunda.
Aquella temporada el Madrid lo pasó muy mal. Fue el curso en el que inauguró el nuevo Chamartín (estrenado el 14 de diciembre de 1947), para lo que jugó como local en el Metropolitano, campo del Atlético, durante la primera vuelta. El esfuerzo para la construcción del nuevo campo (cuya dimensión, gigantesca para la época, provocó que muchos tacharan a Bernabéu de megalómano y le auguraran la ruina del club) había impedido reforzar el equipo. El Madrid tenía jugadores buenos, pero algo envejecidos.
En esas condiciones se llega al partido de la máxima. Novena jornada, en el Metropolitano. El Atlético es quinto; el Madrid, octavo. La Liga es de 14. El partido se juega el 23 de noviembre y Hernández Coronado, el inteligente, avanzado y también algo excéntrico secretario técnico del Madrid, incorpora una llamativa novedad: los números en las camisetas. Introducidos por Chapman en el Arsenal en 1928, aún no los había utilizado nadie en España. Hernández Coronado, siempre al tanto de las novedades, decidió que el Madrid los incorporara ese día. Ya que las cosas no iban bien, era una forma de ponerse por delante al menos en algo.
Los hombres que estrenaron los números en España, quede constancia aquí para la pequeña historia del fútbol, fueron estos: Clemente (2), Corona (3), Pont (4), Ortiz (5), Huete (6), Macala (7), Alonso (8), Pruden (9), Molowny (10) y Cabrera (11). Calleja, el portero, no llevó número.
Enfrente, un Atlético que iba a más, con una alineación que remata una delantera de lujo: Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero. El partido es un monólogo del Atlético, que donde pone los números es en el marcador: uno (Escudero), dos (Campos), tres (Juncosa), cuatro (Juncosa otra vez) y cinco (Vidal). (Úbeda, exjugador del Madrid y para las fechas crítico de Pueblo, bautiza a la gran delantera como La Delantera de Seda. El apodo colectivo hará fortuna). El lunes es duro para los madridistas. Por primera vez se habla de manita, tan en boga ahora. Los atléticos agitan la mano con los cinco dedos abiertos ante la cara de los madridistas, en los colegios, las oficinas o los cafés. También circula el “Os hemos ganado por Ortiz a cero”. Ortiz era el número cinco, un veterano que había jugado en el Athlétic de Bilbao a caballo de la guerra.
Alsúa marca con la mano./ AS
El partido de la segunda vuelta será el 29 de febrero del 48, año bisiesto. El Atlético ha ido a mejor, ya es tercero, a dos puntos del Valencia y a uno del Barça, segundo. Por su parte, el Madrid ha ido a peor. Y eso que ya juega sus partidos de casa en el nuevo Chamartín (no se llamará Santiago Bernabéu hasta 1955). Y que ha sustituido al entrenador, Albéniz, por el inglés Míster Keeping, que llega con la WM bajo el brazo. La WM se consideraba entonces la fórmula atómica. A España, tan aislada e inmovilista esos años, tardó en llegar.
Pero, decía, aun así el Madrid está bordeando la catástrofe. En la jornada vigésima ha perdido en casa con el Gijón (entonces, prohibidos los términos extranjeros, se le llamaba así) y ha caído al penúltimo puesto, en descenso, pues bajan dos. En la vigésimoprimera ha visitado al Sevilla, donde fue recibido con gritos de “¡A Segunda, a Segunda!” y despedido con gritos de “¡Tongo, tongo!” tras ganar por 2-3. Aun así, cuando en la jornada siguiente, a cuatro del final, recibe al Atlético, es cuarto por la cola, a un punto del descenso.
Las vísperas son tensas. El Madrid se concentra en El Escorial, el Atlético en El Plantío. Este va a ser el primer derbi en el nuevo campo. Marca hace gran despliegue. A Bernabéu le escuecen las preguntas sobre si el Madrid puede bajar. Opinan los entrenadores, los jugadores, camareros, taxistas, famosos... Hasta las bellas oficiales de la época: Felisa Núñez, Mari Martínez, Dioni Peralta, Maribel López, Mari Gracia, Charito Martínez, Julita González, Elena Sander… En portada aparece el árbitro, Azón, número uno de la época (irá al Mundial de 1950). Se muestra confiado…
El nuevo Chamartín revienta. Se calculan 80.000 espectadores, muy de largo el récord hasta el momento en el fútbol español. Hay feroz reventa. Por primera vez, los críticos con Bernabéu empiezan a admitir que quizá su idea no fuera tan mala… Por el Madrid salen: Bañón; Azcárate, Corona; Moleiro, Pont, Ipiña; Molowny, Alonso, Pruden, Barinaga y Alsúa. Por el Atlético: Saso; Riera, Aparicio; Mencía, Arnau, Cuenca; Juncosa, Vidal, Jorge, Silva y Escudero. Falta Campos en la Delantera de Seda.
El Atlético, que es claramente más, sale a por el partido, se vuelca y a los cinco minutos se adelanta, por medio de Escudero. Luego se deja ir un poco, confiando en que el vaivén del partido le traiga nuevos goles. El Madrid juega con nerviosismo y desesperación, carga con el partido ante un Atlético cómodo. Domina por ímpetu y orgullo. A tres minutos del descanso, llega la jugada de la que se hablará durante años: ataque por el centro, remate de Barinaga al larguero, un pequeño lío en el área chica y Alsúa (Antonio Alsúa o Alsúa I, para diferenciarle de su genial hermano Rafael) marca con un manotazo furtivo. Los atléticos protestan, pero Azón da el gol. La jugada ha sido rápida, no tan fácil de ver en el barullo, y en la grada cada cual opina lo que le conviene. En el segundo tiempo no hay más goles. La cosa acaba 1-1 y el Atlético se ve alejado de la cabeza un punto más, porque Valencia y Barça han ganado.
Las discusiones se avivan cuando el día siguiente aparece en la prensa una foto inequívoca del instante en que Alsúa golpea con la mano. A su lado están el meta Saso y el defensa Riera. La foto no deja lugar a dudas. Los atléticos blanden el periódico ante la cara de los madridistas, que se encogen de hombros (en blogs de inclinación atlética o barcelonista que reproducen esta foto se suele leer que el que sale junto al Alsúa es el árbitro. Pero no, es Saso. Suplantarle por Azón resulta un exceso).
Cuando la jugada llega al NO-DO, se provocan alborotos en el cine, hasta el punto que acaba por retirarse. Lo mismo ocurrirá más adelante con jugadas como el gol no concedido al Sevilla en la última jornada de la 50-51, los cuatro anulados al Madrid por Míster Leafe en el Camp Nou o el penalti de Guruceta, entre otras jugadas. La consigna era paz en los cines. Que el alboroto del fútbol no entrara en ellos.
La Liga acabó de forma curiosa. El Madrid se jugaba el descenso la última jornada. Recibía al Oviedo, mientras que el Atlético visitaba al Gijón. Si el Madrid perdía y el Gijón ganaba, descendería el Madrid. Así que el Atlético viajó a Asturias primado por el Madrid. Allí ganó 2-7. Por su parte, el Madrid ganó 2-0 al Oviedo, no hubiera necesitado de la mano (otra vez una mano) que le echó el Atlético. Bajaron el Gijón y la Real. El Madrid fue cuarto por la cola. No había promoción. Nunca antes ni después estuvo tan cerca del descenso. Le sobraron sólo dos puntos. En cuanto al Atlético, terminó tercero, a cuatro puntos del Barça, cuyo rush final fue impresionante.
Y en Madrid se hablaba y no se paraba de la mano de Alsúa, punto histórico de partida de las numerosas quejas arbitrales del Atlético en sus partidos contra el Madrid.
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